Dos días antes de los atentados del 11-S un supuesto periodista hizo estallar la bomba que llevaba oculta en el interior de su cámara fotográfica. Pese a que la potencia del explosivo no era de gran alcance el entrevistado no llegó vivo al hospital. Ahmad Shah Masud, más conocido como El león del Panshir, murió en el helicóptero que lo trasladaba. A sus exequias en Bazarak acudieron cientos de miles de personas.
Masud alcanzó la fama como líder militar de los muyahidines durante la invasión soviética de Afganistán y fue fuertemente promocionado y auspiciado por los Estados Unidos desde que se presentó como una la principal fuerza interna ante el ascenso de los talibanes al poder en 1996. Tantos fueron los intentos de asesinato que esquivó que a nadie le extrañó su muerte en 2001.
Desde entonces, su figura planea sobre Afganistán como un gran héroe nacional. De hecho, en 2012, el parlamento afgano estableció el 9 de septeimbre, el día en que fue asesinado, como el Día de los Mártires.
Hoy 20 años después, muchos son los que vuelven la mirada hacia el norte de Kabul, donde se ubica la provincia de Panshir y desde donde su hijo, Ahmad Masud, ha hecho un llamamiento a todo el pueblo afgano y a los "amigos de la libertad en todo el mundo" para comenzar la oposición a los talibanes y solicitar la ayuda de la comunidad internacional.
EL ESPAÑOL reproduce a continuación íntegro el manifiesto del hijo del León de Panshir:
Pueblo de Afganistán, hermanos muyahidines, amigos de la libertad en todo el mundo:
La tiranía triunfa en Afganistán. La subyugación se acerca con sonido y furia. La venganza se despliega en nuestra tierra herida. Kabul gime. Nuestra patria está encadenada. ¿Está todo perdido? No.
Mi padre, el comandante Masud, nuestro héroe nacional, me dejó un legado: y ese legado es luchar por la libertad de los afganos.
Esa pelea ahora es irreversiblemente mía.
Mis compañeros de armas y yo estamos dispuestos a dar nuestra sangre. Hacemos un llamado a todos los afganos libres, a todos aquellos que rechazan la servidumbre, a unirse a nuestro bastión de Panshir, la última región libre en nuestra tierra atormentada.
A los afganos de todas las regiones y tribus, les digo: ¡luchen con nosotros!
A los afganos que viven fuera de nuestras fronteras pero que tienen a Afganistán cerca de sus corazones, les digo: sepan que tienen compatriotas, aquí en Panshir, que no se han rendido.
A los muchos otros —en Francia, Europa, Estados Unidos, el mundo árabe, en otros lugares— que nos han ayudado en nuestra lucha por la libertad, primero contra los soviéticos y luego contra los talibanes hace 20 años, les pregunto: ¿Nos ayudaréis, amigos en libertad, una vez más, como en el pasado? A pesar de la traición de algunos, todavía tenemos confianza en vosotros.
Los afganos nos encontramos en la situación de Europa en 1940.
Excepto en Panshir, la debacle es casi total y el espíritu de colaboración con los talibanes se está extendiendo entre los vencidos, que perdieron esta guerra por sus propios fracasos.
Solo nos quedamos de pie. Y nunca nos rendiremos.
A un amigo escritor francés, en vísperas de la caída de Kabul, le estaba citando la frase de Winston Churchill prometiendo sangre, trabajo, lágrimas y sudor.
Hoy pienso en lo que dijo el general de Gaulle tras la derrota del ejército francés: Francia ha perdido una batalla pero no la guerra.
Los afganos ni siquiera hemos perdido una batalla, ya que Kabul no luchó. Aquí en Panshir, los muyahidines jóvenes y viejos se han alzado en armas.
Únanse a nosotros en espíritu o mediante apoyo directo. Amigos de la libertad, reúnanse en el mayor número posible a nuestro lado. Juntos escribiremos una nueva página en la historia de Afganistán.
Será un nuevo capítulo en la eterna resistencia de los oprimidos contra la tiranía. Con la ayuda de Dios, prevaleceremos.
*Ahmad Massoud, hijo del legendario comandante Massoud y, ahora, comandante en jefe de la resistencia afgana en Panshir, transmitió este texto a La Regle du Jeu, la revista francesa dirigida por Bernard-Henri Lévy.