Xi Jinping apuntó a la supremacía mundial de China hace apenas un mes en el XX Congreso del Partido Comunista, que aprobó su línea más dura y le confirmó poco menos que como emperador. Hoy, el régimen es incapaz de contener unas históricas protestas contra la política 'cero Covid' que han terminado por señalar a Xi. Tienen un detonante, que fue la muerte el pasado jueves de 10 personas en el incendio en un edificio confinado en la ciudad de Urumqi, y un símbolo: papeles en blanco.
[Editorial: La fatiga pandémica agrieta el control social de Xi]
Estos papeles en blanco tienen una gran carga de significado. Ya los emplearon valientes manifestantes en Moscú en los primeros días de invasión de Ucrania, y antes activistas en Hong Kong en 2020 contra su nueva ley de seguridad nacional. En los carteles no se leía proclama alguna a fin de eludir la censura, pero igualmente eran golpeados o detenidos. Ahora se ven en manos de estudiantes en campus como el de Nanjing o en calles de Pekín, Shanghái o Wuhan, donde surgió la pandemia.
Con filtros pero acceden a información, y ven estos días por ejemplo imágenes del mundial de fútbol que se celebra en Qatar, donde aficiones y deportistas de todo el planeta conviven sin mascarilla, sin controles. Millones observan esto encerrados en casa por un número de infectados diario que en estos momentos ronda los 40.000, con un 90% de asintomáticos, en una población de 1.400 millones de personas. El resto mira adelante mientras ellos siguen viviendo en 2020.
El hartazgo parece venir de largo, pero podía el miedo. Podía hasta que saltó la chispa, y después vino el contagio, y las manifestaciones no dejan de crecer. No hay certeza de que la muerte de 10 personas en Urumqi se deba a las restricciones, pero la mera especulación hizo saltar todo, lo que evidencia el ánimo de la población en un país en el que se paga caro desviarse de la ley aunque se trate del mero ejercicio de derechos fundamentales.
"¡Abajo el Partido Comunista!"
Otros recuerdan que una embarazada perdió a su hijo al serle negada la entrada a un hospital en Xian o el accidente mortal de un autobús que transportaba a personas en cuarentena en Lanzhou. "Yo he venido para presentar mis respetos a las víctimas del incendio. Queremos vivir una vida normal nuevamente. Queremos tener dignidad", ha declarado a la agencia Reuters un joven que se identifica como Johnny, de 26 años, en Pekín. "La hoja en blanco -dice- representa lo que queremos decir pero no podemos".
La reivindicación también está en las redes sociales, donde los censores de WeChat o Weibo trabajan contrarreloj, sin éxito. Los usuarios cambian sus fotografías por espacios en blanco o ponen imágenes suyas sosteniendo folios. Todas tarde o temprano son retiradas.
A medida que se suman papeles en blanco y voces las palabras son más punzantes y 'disparan' más arriba. Del "no queremos hacernos PCR" o "que les den a los QR", en referencia a la obligación de escanear con una aplicación móvil los códigos sanitarios a la entrada de cualquier establecimiento, a "¡abajo el Partido Comunista, abajo Xi Jinping!".
La prensa oficial no da cuenta de nada de esto. El diario Global Times sí ha editorializado sobre el deber de las autoridades de "optimizar la respuesta al virus", dejando caer una política 'cero Covid' aún más estricta. En próximas fechas se determinará quién y de qué forma gana el pulso; si el previsible perdedor, que es la histórica disidencia, consigue al menos un cambio de estrategia de Xi, que sigue viendo intolerable una magnitud del virus que a otros ya permite continuar.