Tras tres años de aislamiento por la pandemia y meses de crecientes tensiones con Estados Unidos, Xi Jinping trata de recuperar protagonismo en la arena mundial convirtiéndose en una suerte de gran pacificador. Hace apenas unos días, el mandatario chino se ofreció a ejercer como mediador en las negociaciones entre Rusia y Ucrania y presentó un plan de 12 puntos para lograr la paz. Ahora, y a pesar del escepticismo de Occidente sobre sus verdaderas intenciones, parece haber decidido dar un paso más al frente y dirigirse directamente a las dos partes del conflicto.
Para ello, la próxima semana Xi viajará a Moscú para encontrarse con el presidente ruso, Vladímir Putin, y posteriormente, conversará por videollamada con el líder ucraniano, Volodímir Zelenski, por primera vez desde que empezó la invasión, según avanzaban este lunes Reuters y el Wall Street Journal. Este viaje, que todavía no ha sido confirmado ni por el Gobierno chino ni por el Kremlin, sugiere, cuando menos, que el gigante asiático sigue empeñado en actuar como facilitador de la paz.
La posición de China no es sencilla, ya que nunca ha condenado la invasión, no la ha denominado guerra y, apenas unos días antes del inicio del conflicto el 24 de febrero de 2022, Xi selló con Putin una "amistad sin límites". Sin embargo, esta nueva declaración de intenciones viene acompañada de una victoria diplomática. Y es que Pekín ha ejercido como mediador inesperado entre Irán y Arabia Saudí, que el viernes pasado restablecieron sus lazos diplomáticos tras siete años de fuertes roces que les han llevado al borde del conflicto directo en más de una ocasión.
Este acercamiento entre las dos gigantes (y rivales) de Oriente Próximo coincidió con la jornada en la que Xi Jinping se aseguró un tercer e inédito mandato como jefe de Estado y del Ejército frente a los casi 3.000 diputados de la Asamblea Nacional Popular (ANP), órgano legislativo sometido al control del Partido Comunista Chino del que Xi ya es secretario general.
Xi se perpetúa en el poder
La reunión anual de la Asamblea se clausuró el lunes y Xi aprovechó su arenga final para dejar claro que el gigante asiático vuelve definitivamente al ruedo internacional. No sólo como una potencia económica -hace unas semanas ya anunció unas expectativas del 5% del PIB para 2023-, sino también como una fuerza militar y tecnológica.
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Para ello, el líder chino indicó que modernizará las Fuerzas Armadas hasta convertirlas en "una gran muralla de acero" y que trabajará para "lograr una mayor autosuficiencia tecnológica", sobre todo después de que Estados Unidos haya aumentado las restricciones a los flujos de chips y otras tecnologías avanzadas chinas.
Asimismo, también añadió que abogará por la "reunificación de Taiwán", aunque a diferencia de otras ocasiones en las que amenazaba con emplear la fuerza, en esta ocasión el líder chino enfatizó que lo haría a través "del desarrollo pacífico de las relaciones a través del Estrecho".
En este último discurso, que le corona como líder absoluto de los tres pilares del régimen (el Estado, el Partido y el Ejército), Xi no ha hecho mención expresa a EEUU, lo que tras acusar a Washington en una rara muestra de crispación en público de "implementar medidas de contención, cerco y represión", puede interpretarse como una señal de moderación.
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No obstante, aunque no directamente, la escalada de tensión entre las dos grandes potencias mundiales no ha hecho más que ratificarse durante la semana que ha durado el acto de la ANP. Entre otras cosas porque durante la renovación de parte del Ejecutivo chino se ha designado como ministro de Defensa al general Li Sahngfu, que en 2018 fue sancionado por EEUU por comprar armamento a la empresa estatal rusa Rosoboronexport.
Un movimiento que promete dificultar las conversaciones entre los distintos departamentos en una dinámica de deterioro que parece haberse acelerado tras la incursión de un supuesto globo espía chino en el espacio aéreo de EEUU.
A pesar de ello, después de conocerse quiénes serán los nuevos miembros del Gobierno, el presidente estadounidense, Joe Biden, ha anunciado que hablará por teléfono con su homólogo chino. Así lo anunció el asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan, que no ofreció una fecha concreta para la conversación.