EEUU no teme a China sino a sus empresas privadas: Blinken pide a Xi controlar la exportación de armas
Pekín y Washington están cerca del equilibrio en cuanto al estatus Taiwán y la guerra en Ucrania, aunque Blinken vuelve a casa sin conseguir evitar que las empresas chinas dejen de hacer negocios con Rusia.
20 junio, 2023 04:02Pese a la tensión que rodea desde hace casi una década las relaciones entre los dos gigantes mundiales, la visita del secretario de estado norteamericano Antony Blinken a China se está desarrollando dentro de lo que la propia administración Biden ha querido calificar de franqueza y sinceridad. Ni el secretario de Exteriores, Qin Gang, ni el presidente del país, Xi Jinping, han querido entrar en una escalada de reproches hacia Estados Unidos por su decisión de aplazar en febrero esta visita, coincidiendo con la crisis de los globos espía. Tampoco Blinken ha insistido en el tema.
Aunque ambas partes han reconocido avances y han enfatizado la necesidad de entenderse en un momento tan delicado para las relaciones internacionales, la sinceridad de la que habla Washington se puede concretar en dos aspectos muy claros: Gang ha protestado abiertamente contra las sanciones que sufren algunas empresas chinas para comerciar en Estados Unidos (en buena parte, herencia de la guerra abierta que emprendió la administración Trump contra el mayor exportador de bienes del mundo)… mientras que Blinken ha insistido en su apoyo a la independencia de Taiwán.
En plena guerra comercial y con la cuestión del control del Pacífico latente desde la visita el año pasado de una delegación de congresistas encabezada por la entonces e presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, las evidentes diferencias en torno a la guerra de Ucrania se han dejado esta vez al margen. Pese a los temores iniciales de que China pudiera tomar partido directo en favor de Putin y pusiera a su disposición parte de su armamento, lo cierto es que la neutralidad de China en el conflicto va ya para diecinueve meses y no tiene visos de cambiar.
Por mucho que Xi se niegue a condenar explícitamente al régimen ruso y hable de "acuerdos de paz", lo cierto es que sí que se ha pronunciado varias veces en contra de la invasión por considerarla contraria al principio de "defensa de la integridad territorial" que rige la política exterior china. Un principio, por otro lado, con algo de trampa, pues China incluye a Taiwán dentro de su propio territorio y considera una anomalía la división en dos estados.
Tecnología al servicio de Rusia
Con eso, en cualquier caso, habrá que lidiar más tarde. Tal vez en torno a 2025. De momento, con la guerra abierta en Ucrania nos basta. Estados Unidos no quiere que China se posicione, pues teme que lo haga del lado equivocado, y China no tiene interés ninguno en posicionarse, ya que no le va nada en ello y una escalada bélica justo en el momento en el que el país se consolida como segunda potencia mundial no le conviene en absoluto.
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Por eso, Estados Unidos cree a China cuando afirma que no apoyará a Moscú. Como deja claro Washington en su comunicado, "China nos ha prometido (a nosotros y a otros países) que no va a facilitar armas a Rusia y no hay nada que indique lo contrario"… si bien, a continuación, el propio comunicado oficial matiza "aunque nos preocupa que determinadas empresas tecnológicas sí que puedan estar ofreciendo la ayuda necesaria para continuar con la agresión rusa sobre Ucrania".
Probablemente, Estados Unidos se refiera a las decenas de empresas que ya fueron avisadas por la Unión Europea el pasado mes de mayo con duras sanciones de seguir colaborando con el Kremlin. Son empresas cuyo lema bien podría ser "ni quito ni pongo rey, pero sigo haciendo negocio". En sí, no suponen un apoyo estatal a Rusia ni a su guerra, pero proveen a Moscú de productos de vigilancia, inteligencia, espionaje y reparación que sin duda tienen un fin militar claro en estos momentos.
El ejemplo de Changsha Tianyi
De hecho, el propio Departamento de Tesoro estadounidense sancionó el pasado mes de enero al Instituto de Investigación de Tecnología Espacial Changsha Tianyi, que se dedica a fabricar partes y repuestos para todo tipo de objetos voladores, entre ellos, drones que acaban atacando zonas residenciales en Ucrania. En total, se calcula que hay unas seiscientas empresas chinas bajo sanción en Estados Unidos. No todas, por supuesto, por su implicación comercial con el Kremlin.
En cualquier caso, aquí Estados Unidos poco va a conseguir de China más allá del desahogo de hacer públicas sus preocupaciones. Una cosa es que Pekín se mantenga neutral y otra es que prohíba a sus empresas negociar con el mejor postor cuando es algo que beneficia a la economía china. De hecho, China es ya el mayor socio comercial de Rusia y su segundo mejor cliente energético detrás de Arabia Saudí. Sería incluso hipócrita pedirles a las empresas privadas que dejen de hacer lo que su gobierno está haciendo abiertamente.
La cosa no acaba aquí: como decíamos antes, China está muy enfadada por el apoyo estadounidense a Taiwán. Un apoyo que va mucho más allá de lo político y que entra en lo militar, tanto de forma oficial como a través de empresas armamentísticas que tienen en el Gobierno chino a uno de sus principales clientes. Es completamente impensable que Pekín llame la atención a sus empresas por hacer con Rusia lo que hacen las estadounidenses con Taiwán ante el visto bueno de las distintas administraciones en el gobierno.
Aspiraciones de tregua
A lo máximo a lo que pueden aspirar ambas potencias ahora mismo es a una mínima tregua en sus constantes ataques diplomáticos. Unos ataques que mantienen al mundo en vilo, pues no dejan de ser dos potencias nucleares que comparten un hondo interés en controlar el mismo océano. Por mucho que Estados Unidos se esté volcando en ayudar a Ucrania, su gran prioridad en materia de defensa siempre estará en su flanco oeste. Por ahí vino el ataque de Pearl Harbour y ahí se concentran todos los miedos.
No en vano, aunque muchos líderes republicanos se han pronunciado en contra de las ayudas al Gobierno de Zelenski y hablen con entusiasmo de planes de paz que, curiosamente, se parecen mucho al chino en el fondo y en la forma, los dos grandes partidos coinciden en su hostilidad hacia China. De hecho, Blinken y Biden han recibido críticas del Grand Old Party por el viaje a Pekín, al considerarlo una "debilidad" hacia el régimen de Xi Jinping. Curiosamente, el mismo régimen que afirma que la administración de Blinken y Biden ha colocado las relaciones entre ambos países en su peor momento histórico. Algo que convendría remediar cuanto antes.