El desastre de Fukushima aconteció hace 12 años. Concretamente, el 11 de marzo del 2011. Sin embargo, sigue generando conflictos hoy en día. Y es que no para de crecer la polémica en torno a la catástrofe medioambiental que provocó un gravísimo accidente nuclear a raíz de un terremoto y un posterior tsunami que se originó en la región de Tohoku, en Japón.
Ahora, más de una década después, Japón sigue siendo protagonista por conflictos relacionados con aquella terrible desgracia. Uno de los grandes problemas que tiene el estado nipón es qué hacer con las enormes masas de agua radioactiva que tiene acumuladas el país desde que se produjo la fusión nuclear.
El organismo de control nuclear de las Naciones Unidas ha decidido que Japón debe liberar esta gran cantidad de agua en el océano Pacífico. Se trata de un plan que lleva gestándose varios años, pero que no por ello esta exento de una gran polémica. Sin embargo, en las últimas semanas, las gestiones parecen haberse acelerado de manera total y preocupante para algunos sectores.
¿Verterá Japón aguas radiactivas al océano Pacífico?
El ministro de Medio Ambiente de Japón explicó en el año 2019 que, aunque esto pudiera suponer un gran desastre para la naturaleza, realmente "no había otras opciones". Por su parte, Rafael Grossi, jefe del Organismo Internacional de la Energía Atómica, ha acudido esta semana a la zona de Fukushima para realizar una revisión de seguridad en representación de la Organización de las Naciones Unidas.
Los habitantes y comerciantes de la zona, especialmente el gremio de pescadores, se enteraron de esta situación y comenzaron a acrecentar sus preocupaciones, ya que interpretaron esta visita como el comienzo del fin. Algunos países como China ya se han posicionado en contra de la decisión de que Japón vierta sus aguas radioactivas al océano Pacífico.
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Esta catástrofe surgió en el año 2011 cuando un terremoto y un posterior tsunami originaron daños en los sistemas de suministro eléctrico y refrigeración de la central nuclear de Fukushima. Esto ocasionó una gran explosión que afectó a varios reactores de la misma, dando lugar a una auténtica catástrofe que más de una década después sigue teniendo consecuencias.
Desde aquel momento, Japón ha puesto en marcha un plan que, para muchos expertos, tiene fisuras y fecha de caducidad. Con el objetivo de evitar el calentamiento del resto de reactores, se ha instalado un sistema de bombeo continuo de agua nueva para revertir este peligroso proceso que podría derivar en una nueva explosión.
Es precisamente esa agua la que se ha ido acumulando durante años y con la que ahora hay que hacer algo. Tomar una decisión equivocada podría tener graves consecuencias. La empresa eléctrica estatal Tokyo Electric Power Company (TEPCO) fue la encargada de construir más de mil tanques para conectar lo que ahora son 1,32 millones de toneladas métricas de aguas residuales. Un contenido que además podría resaltar altamente peligroso.
¿Qué riesgos tendría liberar esta cantidad de agua radioactiva?
La empresa Tokyo Electric Power Company (TEPCO) ha ofrecido su versión sobre la situación que atraviesa este problema, asegurando que hay dos noticias, una buena y otra mala. La positiva es que la mayoría de los elementos peligrosos de estas aguas residuales y radioactivas pueden eliminarse. Sin embargo, la negativa y gran problema, es que existe un isótopo de hidrógeno llamado tritio radiactivo que no puede ser eliminado.
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Por su parte, el gobierno de Japón, que se encuentra en mitad de esta batalla, ha indicado que el plan que hay establecido es que no se produzca una liberación de agua total, sino solo gradual. Las directrices niponas, en comunión con TEPCO y con IAEA, han indicado que este tritio también se encuentra de forma natural en el medioambiente en la mayoría de las aguas que existen.
Por ejemplo, está en el agua de lluvia que cae en determinadas zonas, también en el mar e incluso en el agua del grifo o en el cuerpo humano. Ahora, tendrán que ser estos organismos, en comunión también con la ONU, quienes tendrán que decidir de qué manera abordan este problema para dañar en la menor medida de lo posible las aguas del Pacífico y el ritmo de vida de los habitantes de la zona, especialmente los pescadores. Las consecuencias podrían ser fatales para los ecosistemas marinos y para el planeta en general. No obstante, la presencia de tritio en otras formas en la naturaleza abre una ventana al optimismo.