Las elecciones que se celebran en Taiwán este sábado 13 de enero son las primeras de 2024, un año en el que más de la mitad de la población mundial concurrirá a las urnas en todos los rincones del planeta. Sin embargo, más allá de dar el pistoletazo de salida a un frenético calendario electoral, esta votación es crucial para el futuro de la isla… y para el resto del globo. 

Porque cuando 20 millones de taiwaneses voten para elegir a un nuevo jefe de Estado y a un nuevo Parlamento, China –que reclama como suyo el pequeño territorio autogobernado– estará observando con atención. Y con ambición. Por su reinterpretación de la historia, el gigante asiático considera a Taiwán "una provincia rebelde" que quiere reincorporar a su país. Y para conseguir esa "reunificación", está dispuesto a emplear la fuerza (o lo que haga falta). 

Por eso, en los últimos años Pekín ha ido adoptando una actitud cada vez más beligerante con su vecino, enviando constantemente cazas, buques de guerra y hasta globos espía al estrecho que separa los dos territorios. Y que en medio de esas amenazas Taipéi celebre una fiesta de la democracia no deja de ser una provocación. Hay quien incluso diría que una humillación.

Las banderas de Taiwán se pueden ver en las calles de la ciudad de Taipei. Enero 2024. Reuters

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Así, en las semanas previas a las elecciones, el Gobierno de Xi Jinping ha aumentado su presión sobre la isla. En el plano económico (imponiendo sanciones a empresas de Estados  Unidos que venden armas a Taiwán), pero también en el militar. Sin ir más lejos, la semana pasada un satélite chino sobrevoló el espacio aéreo del territorio e hizo saltar todas las alarmas. Literalmente: todos los ciudadanos recibieron una alerta de ataque aéreo en sus móviles. Un mensaje que provocó un gran revuelo porque en la versión inglesa se incluía por error el término "misil" en vez de "satélite".

Apenas minutos antes, el vicepresidente Lai Ching-te denunciaba en una rueda de prensa la "interferencia sin precedentes" de China en los comicios del país. “China se entromete cada vez que Taiwán celebra elecciones, pero esta vez está entrando con todo, no importa si se trata de propaganda o intimidación militar, guerra cognitiva o noticias falsas", indicaba. 

Los tres candidatos

Lai es también candidato a las elecciones por el Partido Democrático Progresista (PDP), formación de centro-izquierda que lidera la actual presidenta Tsai Ing-wen, quien tras ocho años en el cargo no puede volver a presentarse. Médico graduado en Harvard y con una amplia carrera en política, Lai ha optado por aferrarse a la línea marcada por su jefa. Promete seguir trabajando codo con codo con Estados Unidos para reforzar la autodefensa de la isla y mantener así el actual statu quo. Esta postura le ha convertido en el favorito a ganar las elecciones (con más de un 35%, según una media de los sondeos publicados), pero también en el gran enemigo de China, que le considera un rebelde separatista. 

Durante una de sus últimas comparecencias, el candidato ha señalado que Pekín está presentando los comicios como una "elección entre la paz y la guerra" en un esfuerzo por asegurar que salga elegido un Gobierno más amigable con China. "Si esta interferencia tiene éxito, entonces Taiwan no elegiría un presidente sino un jefe ejecutivo, como pasa en Hong Kong", comparó el presidenciable. 

Quien parece apoyar esta dicotomía es Hou Yu-ih, alcalde de Nuevo Taipéi (una zona cercana al a capital) y representante del Kuomintang (KMT), que tradicionalmente se ha mostrado favorable a estrechar lazos con el Partido Comunista Chino para suavizar las tensiones. Aunque su formación, de corte conservadora, ha coqueteado con la idea de "una sola China", recientemente Hou ha abogado por aumentar las capacidades defensivas de la isla para poder responder ante una posible invasión militar de China. "Si decide iniciar la guerra, no será capaz de pagar el precio", ha llegado a decir esta misma semana. Conocido por su pragmatismo, este expolicía ha consolidado su segunda posición en los sondeos con un 28% de los apoyos

El tercer lugar de la carrera (con un 24%) lo ocupa Ko Wen-je, del Partido Popular de Taiwán (TPP). A diferencia de sus rivales, su campaña ha estado más centrada en asuntos internos como la energía, los salarios, la falta de vivienda o la crisis de natalidad que sufre la isla que en las relaciones con China. Sabe que tiene pocas posibilidades de obtener una mayoría legislativa, pero aspira a mantener el equilibrio de poder en el Parlamento.