Kirguistán, un país de apenas 7 millones de habitantes situado en el pintoresco entorno del sistema montañoso Tian Shan —que se traduciría en algo así como las "montañas celestiales"—, ha sido uno de los pocos destinos que Vladímir Putin ha elegido para visitar desde el inicio del conflicto en Ucrania. De hecho, su viaje a esta nación de Asia Central en octubre marcó su primer desplazamiento al extranjero tras la emisión de una orden de arresto en su contra por parte de la Corte Penal Internacional en marzo del año anterior.
"Rusia es uno de los principales socios comerciales de Kirguistán. Nuestro volumen de negocios comercial creció un 37% el año pasado hasta un récord de casi 3.500 millones de dólares. En el primer semestre de este año creció un 17,9% más", remarcó Putin en su visita. Ciertamente, aunque el comercio entre ambas naciones ha sido muy importante desde la independencia de Kirguistán tras la disolución de la Unión Soviética, el intercambio comercial ha crecido exponencialmente en los últimos dos años, en gran parte debido a que empresas kirguisas habrían funcionado como intermediarias en la violación de las sanciones impuestas a Rusia.
Tras la invasión de Ucrania, Kirguistán ha sido testigo de una sorprendente expansión de las empresas de importación y exportación kirguisas que hacen negocios principalmente con Rusia. Según muchas voces en Occidente, empresas de la antigua república soviética estarían funcionando como intermediarias de Rusia para facilitar productos chinos y europeos de doble uso que no pueden adquirir por las sanciones como drones, rodamientos de bolas o piezas de repuesto para vehículos. Algunas de ellas podrían haber tenido una implicación directa en la invasión de Ucrania.
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En junio de 2022, la Oficina de Industria y Seguridad del Departamento de Comercio de Estados Unidos incluyó a Kirguistán —así como a Kazajistán, Tayikistán y Uzbekistán— en una lista de países que sirven como "puntos comunes de transbordo a través de los cuales se sabe que pasan exportaciones restringidas o controladas antes de llegar a destinos en Rusia o Bielorrusia”.
La cantidad de productos que han llegado a Rusia, sin embargo, es difícil de saber, ya que Kirguistán no ha hecho públicos los datos comerciales desde octubre de 2022. Hasta entonces, según datos públicos analizados por el Financial Times, sólo la mitad de una muestra de 2.000 millones de dólares estadounidenses de productos de doble uso controlados enviados desde la Unión Europea realmente llegó a sus destinatarios declarados en Kazajistán, Kirguistán y Armenia.
El impulso del comercio con China
A pesar de estos datos, el comercio con Occidente no es la principal preocupación internacional, sino el creciente intercambio comercial con China. Las exportaciones chinas a Kirguistán se han disparado en los últimos años, pasando de los 7.500 millones de dólares de 2021 a casi 20.000 millones en 2023. Según las estadísticas comerciales chinas, las importaciones kirguisas han aumentado en un 168% desde los niveles de 2021, lo que lleva a Kirguistán a importar casi tantos productos chinos como la mayor economía de la región, Kazajistán, cuya economía es casi 20 veces mayor que la de Kirguistán.
El fabricante de los drones, la empresa china DJI, suspendió las ventas de sus drones tanto a Rusia como a Ucrania después de la invasión de febrero de 2022, lo que podría explicar por qué el comprador ruso recurrió a una ruta indirecta para intentar adquirirlos. Aunque no hay evidencia de que este modelo específico haya sido empleado en el conflicto, un experto consultado por el Post sugirió que el Agras T-30 posee características militares potenciales. Según Charles Rollet, investigador de Internet Protocol Video Market (IPVM), un grupo especializado en seguridad y vigilancia, el dron cuenta con una capacidad de carga de 30 kilos, lo que lo hace susceptible de ser utilizado para desplegar bombas o transportar armas.
¿Un cambio de tendencia?
Ante esta problemática, los países occidentales están emprendiendo medidas para frenar el comercio clandestino que permite a Rusia eludir las sanciones. Por ejemplo, Estados Unidos sancionó en febrero a la empresa detrás del sistema interno de pagos de Rusia, Mir, y ha comenzado a presionar a otros países para que hagan lo mismo. La mayoría de las naciones de Asia Central dejaron de utilizar las tarjetas Mir en 2022, y ahora Kirguistán se ha sumado a esta tendencia.