La ONG de derechos humanos Human Rights Watch ha publicado recientemente un informe revelador: China estaría cambiando sistemáticamente el nombre de al menos 650 pueblos uigures en la provincia occidental de Xinjiang. Pekín ha se ha propuesto en la última década que la toponimia de la región deje atrás cualquier referencia religiosa, histórica o cultural autóctona y, en su lugar, pasen a reflejar la ideología del Partido Comunista Chino (PCC).
Maya Wong, directora de la sede de la organización no gubernamental en Pekín, considera que el cambio “refleja la propaganda” del Gobierno chino y su cruzada contra su minoría musulmana. El informe de Human Rights Watch, que se dedica a la defensa, investigación y promoción de los derechos humanos, examina el caso junto con la organización noruega Uyghur Hjelp. Su principal hallazgo es que el PCC ha llevado a cabo esta práctica al menos entre 2009 y 2023.
Los cambios de nombre responden a tres categorías diferentes, explica la investigación. La primera de ellas es la religión, y 'corrige' la denominación de lugares que incluyen términos islámicos como hodja (un título para un instructor religioso sufí), haniqa (una construcción religiosa sufí) y baxshi (un chamán). La segunda categoría reúne nombres que hacen mención de la historia de los uigures (por ejemplo los reinos, las repúblicas, los líderes) antes de la proclamación de la República Popular China en 1949. La tercera categoría es reservada para nombres de prácticas culturales de la minoría musulmana, como mazar (un altar) y dutar (un laúd de dos cuerdas), que según el reportaje es el corazón de la cultura musical uigur. La mayoría de los cambios de nombres se hicieron entre 2017 y 2019, a raíz de ello, muchos de sus residentes tuvieron dificultades o fueron incapaces de registrarse para servicios gubernamentales.
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El Gobierno del presidente Xi Jinping ha defendido esta política secular argumentando que pelea contra los “tres males del extremismo, el separatismo y el terrorismo”, según explica un artículo de Al Jazeera, después de los disturbios en Urumqi (capital de Xinjiang) en 2009, donde murieron 200 personas y hubo 1.700 heridos, por enfrentamientos entre los chinos han y los uigures. La estrategia de secularización tiene como objetivo adoctrinar a los uigures para que sigan al PCC y se conviertan en ateos o agnósticos. En 2014, el Gobierno chino lanzó la 'Campaña de mano dura contra el terrorismo violento', y tres años más tarde comenzó a atacar a los uigures y los musulmanes túrquicos viviendo en Xinjiang.
Esto llevó a que muchos miembros de la comunidad musulmana china ‘asistieran’ a centros de reeducación, ubicados principalmente en los condados de Tekes y Konasher en Xinjiang. Los enviados a tales centros fueron víctimas de detenciones arbitrarias masa, tortura, desapariciones forzadas, vigilancia masiva, persecución cultural y religiosa, trabajo forzado, violanción y esterilización forzada, entre otras cosas. Desde 2019, Pekín utiliza métodos de inteligencia artificial como el reconocimiento facial para vigilar a 11 millones de uigures, además de rastrear su ADN. En 2020, se desveló que el Gobierno regional de Xinjiang había estado sirviendo en secreto platos con cerdo en sus comedores escolares en el marco de la campaña 'Free Food'.
El Gobierno ha asegurado en diferentes ocasiones que estas medidas son parte de una campaña que pelea contra actos terroristas cometidos por los extremistas uigures, explica el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ). La administración de Xi Jinping ha explicado que el propósito de los centros de reeducación era ayudar a que se integren a la doctrina del partido comunista así como también a las normas culturales de los chinos han. El razonamiento es que así mejoraría los niveles de pobreza porque en los centros los ‘reclusos’ optimizarían sus habilidades laborales.
En 2021, la administración de Joe Biden adoptó la Ley de Prevención del Trabajo Forzoso Uigur (UFLPA, por sus siglas en inglés), estipulando que la “importación de cualesquiera bienes, mercancías, artículos y mercancías extraídos, producidos o fabricados total o parcialmente Región Autónoma Uigur de Xinjiang” está prohibida y la mercancía “no tiene derecho a entrar en Estados Unidos”. El Gobierno estadounidense y otros del mundo denominan genocidio los ataques de China contra los uigures y las minorías musulmanas en el país, y Human Rights Watch concluyó en 2021 que constituyen como crímenes contra la humanidad.
El New Lines Institute escribió en 2020 que había entre 4.000 y 5.000 combatientes uigures yihadistas en Siria. Aunque desatendido, este dato representa un problema de seguridad tanto a nivel regional como internacional. Durante el tiempo que estuvieron allí, adquirieron una reputación de “puristas ideológicos de Al Qaeda”, explica el centro de investigación, y en ocasiones peleaban junto con el Hayat Tahrir al-Sham, antes conocido como al-Nusra. En 2020, había alrededor de 2.000 uigures viviendo en el campamento de Al-Hol en Siria. Wang Yi, Ministro de Relaciones Exteriores chino, anunció en 2022 que el objetivo del gobierno de “llevar estabilidad a la región” se cumplió y el programa de cinco años para erradicar “fuerzas extremistas” en Xinjiang funcionó.