Biao Xiang, antropólogo.

Biao Xiang, antropólogo. Max Planck Institut für ethnologische Forschung

Asia ENTREVISTA

Este antropólogo sabe por qué China ya es (casi) la primera potencia del mundo y aun así millones de chinos emigran

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China se ha convertido en la segunda potencia económica mundial en las últimas dos décadas, erradicando la pobreza extrema y compitiendo tecnológica y militarmente con Estados Unidos, lo que ha desatado una nueva "guerra fría" entre ambos polos.

Sin embargo, a pesar de este milagro económico, China sigue generando olas migratorias, de menor magnitud que hace cuatro décadas, pero muy elocuentes respecto a los altibajos de su economía, sobre todo después del desastre pandémico. A través de esta migración que llega al resto del mundo, se puede hacer una lectura de la situación de la economía y la sociedad que sobrepasa la férrea censura china.

La emigración "run" que huye de la hecatombe pandémica

La más reciente oleada de emigración china arranca a finales de 2022 y está marcada por las estrictas medidas impuestas durante la pandemia de Covid-19. La llamada Política de Cero Covid, implementada por el Gobierno de Xi Jinping, buscó erradicar cualquier brote del virus mediante confinamientos masivos, restricciones de movilidad y cierres empresariales. Esta política, que se prolongó durante años, generó no solo una crisis económica, sino también un descontento generalizado entre la población.

Según explica a EL ESPAÑOL el profesor y antropólogo Biao Xiang, director del Instituto Max Planck de Antropología Social, "la gente esperaba que la economía se recuperara y que hubiera más libertad en la vida social una vez finalizado el Covid. Pero, para el año 2023, esto no sucedió en absoluto. Y lo que ocurrió fue lo contrario. De hecho, la economía se estancó aún más e incluso disminuyó" su crecimiento. Esta realidad frustró las expectativas de recuperación y aumento de libertades que muchos ciudadanos esperaban después del fin de las restricciones sanitarias.

Las consecuencias económicas de la política de Cero Covid se tradujeron en cierres de negocios y la falta de oportunidades de recuperación. "Si pierdes tu negocio, no hay ninguna posibilidad de recuperarte porque toda la economía está seca", explica Biao Xiang. Este contexto de falta de oportunidades económicas llevó a miles de empresarios y trabajadores a plantearse la emigración como una opción. La crisis resultante también afectó a la clase media urbana, que había experimentado una mejora de calidad de vida en las últimas décadas, pero que ahora enfrenta limitaciones significativas para progresar en el contexto actual.

Los futuros emigrantes usan el término chino 'rùn' (), que significa "beneficio", por su similitud fonética con el inglés "run" (huir), que ha dado nombre a un fenómeno que se ha intensificado, impulsado por la percepción de que quedarse en China ya no garantiza un futuro prometedor.

"El deseo de emigrar, conocido como 'run', ha aumentado dramáticamente en los últimos años", señala Biao Xiang. Aunque sigue siendo un fenómeno minoritario en términos absolutos, la esperanza de dejar el país ha crecido considerablemente debido a las crecientes restricciones y la percepción de una falta de horizontes para prosperar, sobre todo por parte de un porcentaje de jóvenes graduados y empresarios endeudados.

Los datos oficiales de la Oficina Nacional de Estadística publicados el 20 de septiembre mostraron que la tasa de desempleo de las personas de entre 16 y 24 años y que no están estudiando subió al 18,8% en agosto, frente al 17,1% de julio y el 13,2% de junio, al incorporarse al mercado laboral la cifra récord de 11,79 millones de titulados universitarios en busca de trabajo.

Aunque la reciente oleada de emigración tiene como catalizador las políticas restrictivas impuestas durante la pandemia, las motivaciones para la emigración china son múltiples y van más allá del contexto sanitario. La desigualdad económica, la represión política y la búsqueda de nuevas oportunidades juegan un papel fundamental en esta oleada reciente de emigración china.

"Las élites siempre buscan estrategias de seguridad fuera del país, pero las nuevas regulaciones dificultan su salida"

A pesar de su estatus como segunda potencia económica mundial, el crecimiento económico de China no ha beneficiado equitativamente a toda su población. La desigualdad es especialmente visible en las áreas rurales y en ciertos sectores industriales que no se han modernizado al mismo ritmo que el resto del país. En estas zonas, la falta de oportunidades laborales y la creciente competencia han llevado a muchos ciudadanos a buscar mejores perspectivas en el extranjero.

Por otro lado, la represión política y la falta de libertades también empujan a ciertos grupos a emigrar. Como señala el profesor Xiang, "la represión política es otra razón para la emigración, aunque los que sufren una represión severa a menudo no pueden irse". Para aquellos que sí tienen los medios para emigrar, el deseo de vivir en un entorno más libre y menos controlado por el régimen del Partido Comunista de China (PCCh) es una motivación poderosa.

Las élites chinas cercanas al régimen, en particular, ven la emigración como una estrategia de seguridad. Estas "élites siempre han buscado estrategias de seguridad fuera del país, pero nuevas regulaciones dificultan su salida", explica el antropólogo. Esta búsqueda de un plan alternativo se ha vuelto cada vez más común entre los ciudadanos más ricos, que buscan proteger sus activos y garantizar un futuro para sus familias fuera de China.

Xi Jinping hace un brindis durante la recepción del Día Nacional el pasado 30 de septiembre.

Xi Jinping hace un brindis durante la recepción del Día Nacional el pasado 30 de septiembre. Florence Lo Reuters

De la migración ilegal a la migración por inversión

A lo largo de la historia reciente, la emigración china ha experimentado transformaciones significativas. Después de la Revolución Cultural (1966-76), China fue testigo de un aumento en la migración ilegal, especialmente hacia Japón y Estados Unidos. Estos migrantes, provenientes de áreas rurales y con poca o ninguna educación, buscaron escapar de la pobreza y las limitaciones del régimen comunista.

Sin embargo, con la apertura económica de las décadas de 1980 y 1990, las características de la emigración china comenzaron a cambiar. La introducción del pasaporte de lectura mecánica y el crecimiento de la economía redujeron la migración ilegal, mientras que la clase media urbana comenzó a buscar oportunidades en el extranjero. Este cambio coincidió con el aumento del poder adquisitivo de muchos ciudadanos chinos, que ya no dependían del contrabando para salir del país.

"Muchos empresarios huyen de sus deudas, ya que la economía no ofrece oportunidades de recuperación"

Un fenómeno inédito de la última década ha sido la migración por inversión. A partir de 2010, el visado de inversión EB-5 en Estados Unidos, así como programas similares en Canadá, Australia, Chipre y Malta, se convirtieron en una vía popular para los ciudadanos chinos que buscaban establecerse en el extranjero. "Creo que es casi el 80, más del 80 por ciento de los solicitantes de la EB-5 eran de la China continental. Y luego un porcentaje aún mayor, casi el 90 por ciento de los beneficiarios de este visado eran chinos continentales", afirma Biao Xiang.

Aunque las estadísticas son parciales, al ser EEUU uno de los principales destinos de esta nueva migración, sus datos son llamativos: China continental siguió siendo el principal contribuyente mundial de visados EB-5 de residencia permanente por inversión en 2023, con 5.684, frente a los 4.060 del año anterior. En la frontera sur, los migrantes chinos ilegales detectados por la policía ascendieron a 37.000 el año pasado, frente a los 3.813 de 2022.

Este tipo de migración refleja el deseo de las élites chinas de asegurar su estabilidad financiera y de ofrecer a sus familias una mejor calidad de vida.

Aunque las recientes restricciones impuestas por el Gobierno han dificultado este tipo de salidas, la migración por inversión sigue siendo una opción importante para quienes buscan establecer un plan seguro fuera del país, que no esté sujeto a los cambios económicos y legales que el régimen dicta a menudo de forma inesperada. Es necesario recordar que el suelo en China pertenece al Gobierno, y los ciudadanos que adquieren una vivienda o un terreno lo hacen a modo de usufructo por un número determinado de décadas, lo que genera una enorme inseguridad.

Las medidas de Xi Jinping para frenar la huida de las élites

El Gobierno de Xi implementó hace una década una serie de políticas para frenar la emigración, especialmente de las élites y de aquellos con acceso a grandes capitales. Estas políticas incluyen el control de la salida de funcionarios públicos, quienes deben entregar sus pasaportes personales y, en algunos casos, renunciar a sus trabajos si poseen residencia en el extranjero. Además, se ha fortalecido el control sobre la transferencia de grandes cantidades de dinero al extranjero, dificultando el uso de visados basados en inversiones.

Biao Xiang señala que "el número de élites que salen de China ha disminuido debido a estas restricciones". El Gobierno chino busca así evitar la fuga de talentos y capitales, tratando de mantener el liderazgo económico dentro del país. Sin embargo, estas medidas también han generado una profunda frustración entre los empresarios y las clases altas, que ven cómo sus posibilidades de crecimiento y seguridad se ven cada vez más limitadas.

"Muchos empresarios chinos están endeudados y huyen de sus deudas, ya que la economía no ofrece oportunidades de recuperación", comenta Xiang. Para algunos, emigrar se ha convertido en la única opción para evitar las consecuencias legales y financieras de sus deudas en China. Esta situación refleja cómo incluso en los niveles más altos de la sociedad, la incertidumbre económica y el control estatal pueden generar formas de emigración forzada. Además, el régimen de Xi se ha vuelto, contra todo pronóstico, especialmente represivo y autócrata en comparación con líderes anteriores.

"La gente se empieza a preguntar por qué los maestros tienen salarios tan bajos, por qué tantos ciudadanos no encuentran trabajo"

Destinos y tendencias migratorias

Los destinos de la emigración china han variado a lo largo del tiempo, reflejando los cambios en las motivaciones y en las oportunidades disponibles para los emigrantes. Inicialmente, el Sudeste Asiático (Malasia, Singapur, Indonesia) fue el principal destino, debido a la proximidad geográfica y las oportunidades comerciales. A mediados del siglo XIX, Estados Unidos y Canadá se convirtieron en los principales receptores de migrantes chinos, especialmente durante la fiebre del oro y la expansión del ferrocarril.

En las últimas décadas, Europa Occidental, Australia y Japón han emergido como nuevos destinos importantes, especialmente para la clase media y las élites. Estos países ofrecen calidad de vida, estabilidad política y oportunidades educativas, factores que atraen a profesionales y familias chinas en busca de un entorno seguro.

Frank N. Pieke, experto en migración transnacional, destaca la importancia de la emigración china hacia Europa, mientras que Madeline Y. Hsu ha centrado su trabajo en la diáspora china en Estados Unidos. Ambos coinciden en que, aunque las motivaciones han cambiado, la búsqueda de oportunidades económicas y seguridad sigue siendo el principal motor de la emigración china.

Como menciona Biao Xiang, "la gente se empieza a preguntar por qué los maestros de escuela tienen salarios tan bajos y por qué tantos ciudadanos no encuentran trabajo. Con estas preguntas, la ciudadanía se aleja de la ideología simplista del ultranacionalismo" que Xi Jinping impone para desviar la atención de estos problemas estructurales internos. Se puede decir que la mayoría de la población ha adoptado este ultranacionalismo de forma casi religiosa, y que el porcentaje de chinos que emigran es muy bajo, en comparación con otros países.

Pero en un país de 1.400 millones de habitantes, un porcentaje bajo es todavía muy alto y visible cuando sale al mundo. Un fenómeno, en definitiva, que pone de relieve las contradicciones internas de una superpotencia que sigue sin ofrecer equidad, estabilidad y transparencia a su población.