La tragedia de los Andes, el accidente del Manchester United al que sobrevivió el mítico Bobby Charlton o cualquiera de los elegidos a lo largo de la historia para convertirse en las únicas personas que no murieron en algún accidente aéreo. Sobrevivir a un avión que pierde el control, que sufre un fallo catastrófico, que explota, que ameriza o que pasa por cualquier adversidad fatal nos atrae, nos fascina y nos hace preguntarnos cómo han podido esas personas esquivar a la muerte. El accidente de Aktau, en Kazajistán, desde luego, no iba a ser diferente.
Los vídeos conocidos hasta el momento no dejan lugar a dudas: algún problema muy grave tenía que sucederle al avión. El intento de aterrizaje de emergencia del vuelo J2-8243 de Azerbaijan Airlines en el aeródromo de Aktau terminó de la peor de las maneras posibles.
El avión colisionó contra el suelo a gran velocidad, explotó y se partió por la mitad. Casi todo al mismo tiempo, sin solución de continuidad y sin poder discernir con exactitud qué sucedió primero. La explosión, podría deducirse por las imágenes, se produjo por el combustible almacenado en las alas del avión modelo Embraer 190 -aeronave de un fabricante brasileño que posee unos registros de seguridad impecables- y, seguramente, llegó siquiera unas milésimas de segundo después de que la nave se partiera al medio.
La rápida intervención de los servicios de emergencia del aeródromo -hasta 100 operativos kazajos llegaron en pocos minutos al lugar del siniestro- se encontró con la parte delantera del avión, lo que va de la cabina hasta las alas, absolutamente carbonizada. Sin embargo, la parte de atrás -la cola del avión, literalmente- se encontraba bocabajo, con daños evidentes en el fuselaje pero sin embargo tenía una integridad más que considerable en lo que se refiere a su estructura. De hecho, tal y como se puede ver en los vídeos, los pasajeros que ocupaban los asientos de esa parte del avión salieron no sólo prácticamente indemnes, sino que algunos abandonaron el avión por su propio pie.
Según informó Azerbaijan Airlines en un primer momento, el avión estaba ocupado por 62 pasajeros y 5 tripulantes. De todos ellos hay 38 muertes confirmadas y habrían sobrevivido 29 personas, incluida una niña de 11 años.
Un milagro que sólo puede explicarse por el timing de la explosión del combustible y que el avión ya estuviese dividido en dos partes, por la pericia del piloto y, obviamente, por la suerte, aunque nada de eso justifica por qué el avión trató de realizar el aterrizaje de emergencia en un aeródromo a más de 300 kilómetros de su ruta original y que, además, se encuentra en la orilla opuesta del mar Caspio respecto de su destino.
Dudas y explicaciones
El vuelo J2-8243 despegó de Bakú, capital de Azerbaiyán, a las 03.55 GMT con destino a Grozni, capital de Chechenia. Su plan de vuelo original le llevaba de sur a norte sobre la costa oeste del mar Caspio hasta llegar aproximadamente a la ciudad de Makhachkala, ya en la región rusa de Daguestán, donde debía virar en dirección nornoroeste para enfilar directo hacia la capital chechena. Sin embargo, el vuelo de Azerbaiyán Airlines se estrelló a en Aktau, Kazajistán, a las 06.28 GMT. A más de 300 kilómetros de Makhachkala y en la costa este del mar Caspio.
Las primeras informaciones hablaban de un desvío a causa del tiempo inestable, concretamente de bancos de niebla, pero eso no es motivo para cruzar el Mas Caspio en dirección opuesta al destino final del vuelo. Además, la niebla no provocaría un aterrizaje de emergencia, aunque, según han explicado las autoridades, el aterrizaje forzoso se habría producido tras chocar el avión con una gran bandada de pájaros, pero raramente un choque con aves causa daños de tal magnitud como para forzar una toma de tierra tan abrupta.
Supuestamente, el avión debía haberse dirigido a alguno de los aeropuertos o aeródromos más cercanos a su ruta, probablemente a alguno en Daguestán o Ingusetia, ambas regiones rusas cercanas a su destino checheno. Este miércoles, sin embargo, las autoridades rusas habían cerrado el espacio aéreo de determinadas regiones ante los ataques de drones ucranianos, lo que ha desatado las suspicacias y las especulaciones.
Diferentes vídeos en diferentes redes sociales se han apresurado a apostar por la teorías de que habrían sido baterías antiaéreas rusas las que, en su intento de acabar con los drones ucranianos, habrían derribado al avión de pasajeros. Eso podría dar una explicación plausible a los más de 300 kilómetros de desvío del vuelo, quizás sin control de su destino.
La aeronave estaba ocupada en su mayoría por ciudadanos azeríes, aunque también había rusos, kazajos y kirguises.
El presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev, dijo que según la información que había recibido, el avión cambió de rumbo debido al mal tiempo, pero añadió que la causa del accidente aún es desconocida y debía investigarse a fondo. “Esta es una gran tragedia que se ha convertido en un tremendo dolor para el pueblo azerbaiyano”, afirmó.
Los investigadores han confirmado que tienen la caja negra del avión en su poder y que aún hay ocupantes del avión en paradero desconocido.