El cómico alemán Jan Böhmermann, presentador del programa de entretenimiento Neo Magazine Royal – de la cadena pública ZDF –, llamó “follacabras” al presidente turco, Recep Tayyip Erdogan. Lo hizo a través de un texto que presentó en su espacio televisivo como un “poema difamatorio”. Pero la broma le costó cara. Pasó un un mes recluido en su casa sin trabajar, tratando de mantenerse al margen de una polémica convertida casi en incidente diplomático entre Alemania y Turquía. En Ankara, la broma de Böhmermann estuvo lejos de gustar y las autoridades turcas denunciaron al cómico, una reacción que contó con el beneplácito de la canciller Angela Merkel, que cedió así a las presiones del Ejecutivo turco.
Medio año después de aquello, la fiscalía alemana ha decidido dejar de investigar lo ocurrido con aquel poema porque “no se puede probar con la seguridad necesaria” que existan “actos criminales”. Así lo manifestaba este martes el fiscal de Maguncia (oeste germano) en unas afirmaciones de las que poco tardaron en hacerse eco los medios de comunicación. El ya célebre “poema difamatorio” de Böhmermann fue algo que el cómico presentó en su programa de televisión como un ejemplo de lo que “no se podía hacer en Alemania” a la hora de hablar mal de otros líderes mundiales.
El abogado de Erdogan en Alemania, Michael-Hubertus von Sprenger, manifestaba en la tarde de este martes su “enorme sorpresa” al conocer la decisión de la fiscalía, según recogía el periódico Süddeutsche Zeitung.
La denuncia presentada por las autoridades turcas apelaba a un artículo del código penal alemán fechado en el siglo XIX caído en desuso. Se trata del artículo número 103, según el cual puede ser castigado “quienquiera que insulte a un jefe de Estado extranjero”. Según ese texto, insultar a un mandatario de otro país puede implicar desde una multa hasta un castigo de tres años de prisión. En caso de ser un “insulto difamatorio”, la pena oscilaría entre los tres y los cinco años de cárcel.
Libertad de expresión
No obstante, para que un jefe de Estado extranjero pueda perseguir a quien le insulte desde suelo germano es preciso que existan relaciones diplomáticas entre su país y Alemania. Además –como ha ocurrido en el caso turco– el Gobierno extranjero debe realizar una solicitud al Ejecutivo alemán para que se persiga al presunto infractor. Merkel dio precisamente su luz verde a una petición turca de estas características.
Esa iniciativa de la canciller, que sus críticos ven influenciada por el deseo de mantener intacto el entonces flamante acuerdo en materia de refugiados entre la Unión Europea y Turquía promovido por Berlín, trajo consigo no pocas críticas a Merkel. Éstas se fundamentaron en la pasividad que mostró su Gobierno a la hora de defender la libertad de expresión de Böhmermann en beneficio de un líder turco con un cuestionable comportamiento en materia de derechos humanos. Bajo el fuego de las críticas, Merkel prometió que ese controvertido artículo sería retirado del código penal en 2018.
Tras la decisión de la fiscalía de Maguncia, Böhmermann puede estar más tranquilo.El presentador retomó su trabajo en mayo tras cuatro semanas sin aparecer por las pantallas de televisión. Sin embargo, todavía sigue su curso la denuncia a título privado interpuesta contra el cómico por el propio Erdogan .
En su causa contra el humorista, el jefe de Estado turco se apoya en el artículo 185 del código penal, referido al acto de insultar a alguien. “Un insulto puede ser castigado con pena de prisión de no más de un año o con una multa”, pero “si el insulto se ha cometido en un asalto”, la pena de prisión puede ser de dos años, según indica este otro artículo. En este otro proceso, hay fijada una vista oral para el próximo 2 de noviembre.