"Queremos el mejor acuerdo posible". La primera ministra británica, Theresa May, ha complicado este viernes todavía más las negociaciones para el brexit al exigir dos objetivos contradictorios. En su estreno en una cumbre de la UE, May ha afirmado que pretende restringir la entrada a Reino Unido de ciudadanos comunitarios y al mismo tiempo mantener el acceso al mercado único europeo para los productos y los servicios financieros británicos. El resto de líderes europeos lo ven inaceptable.
Los 27 han respondido con el silencio a la breve intervención de May ante el Consejo Europeo para explicar sus intenciones sobre el brexit. El discurso de la primera ministra británica se produjo a la una de la madrugada del viernes y duró poco más de cinco minutos.
May confirmó que activará la cláusula de divorcio, el artículo 50 del Tratado, antes del fin de marzo de 2017. Ningún colega tomó la palabra para responderle. El presidente del Consejo, Donald Tusk, ha reiterado que no habrá negociaciones hasta que se produzca la notificación. Y que Londres no podrá acceder al mercado interior a menos que acepte la libre circulación de trabajadores.
Restringir la inmigración
Pero la primera ministra británica no se da por vencida. En la rueda de prensa final de la cumbre, ha insistido en que "Reino Unido continuará jugando un papel pleno y activo dentro de la UE hasta que nos vayamos". Una exigencia que indigna al resto de socios. "Cuando alguien quiere dejar un club, no es normal que quiera influir en el futuro del club", ha declarado a la BBC, el líder de los populares europeos, Manfred Weber, del mismo partido que la canciller Angela Merkel.
Además, May ha dejado claro que tras el brexit aspira a mantener las ventajas que confiere ser miembro de la UE, sin tener que cumplir ninguna de las obligaciones asociadas. "Una vez que nos vayamos, Reino Unido será un país independiente y soberano, libre de tomar sus decisiones en cuestiones como controlar la inmigración", asegura la primera ministra británica. Al mismo tiempo, reclama "el mejor acuerdo posible para comerciar bienes y servicios y operar en el mercado interior europeo".
Reino Unido no quiere replicar modelos preexistentes de relaciones con la UE, como el de Suiza o Canadá, sino que pretende lograr un traje a medida que se ajuste a sus necesidades, ha insistido May. "Las negociaciones llevarán tiempo, habrá momentos difíciles y se necesitará cierto toma y daca. Pero soy optimista sobre las posibilidades de un acuerdo que sea bueno para Reino Unido", ha apuntado.
¿En francés o en inglés?
El primer sobresalto ha llegado este mismo viernes al filtrarse en varios medios que el negociador por parte de la Comisión, el francés Michel Barnier, quiere imponer el francés, en lugar del inglés, como lengua de trabajo en las conversaciones para el brexit. Una medida que los medios británicos interpretan como una provocación.
Tanto May como la canciller Merkel han tratado de quitar hierro a la polémica. Pero el propio Barnier ha tenido que salir al paso con un tuit en el que asegura que también puede trabajar en inglés. "El régimen lingüístico se fijará al principio y será acordado por los negociadores", ha dicho.