El Vaticano admite que está perdiendo a los jóvenes. En un mundo cambiante, estos “sienten la necesidad de figuras de referencia cercanas, creíbles, coherentes y honestas”, se lee en el documento preparatorio del próximo sínodo de los obispos, titulado “Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional”, presentado hoy. Y añade que la frustración afecta “cada vez más a las instituciones formativas y la Iglesia”. “La querrían más cercana a la gente, más atenta a los problemas sociales, pero no dan por sentado que esto ocurra de inmediato”, agrega el documento.
Por esto, los jóvenes “están aprendiendo a vivir sin el Dios presentado por el Evangelio y sin la Iglesia”, reconoce el Vaticano, que alerta de “nuevas formas de religiosidad y espiritualidad alternativas y poco institucionalizadas”. Apunta sobre todo a Latinoamérica, donde cada año crecen las iglesias evangelistas.
Aunque desde el la Santa Sede señalan una doble dirección. Por un lado, la de los países desarrollados, donde “la capacidad de elegir de los jóvenes se ve obstaculizada por las dificultades relacionadas con la condición de precariedad”. “La dificultad para encontrar trabajo o su dramática falta; los obstáculos en la construcción de una autonomía económica; la imposibilidad de estabilizar la propia trayectoria profesional”, son los principales problemas. Y “para las mujeres jóvenes estos obstáculos son normalmente aún más difíciles de superar”.
Y por otro lado, el de otras realidades mucho más crudas. Porque como recuerda Francisco, en paralelo, en una carta dirigida a los jóvenes, “muchos de ustedes están sometidos al chantaje de la violencia y se ven obligados a huir de la tierra natal”. El Papa invita a las nuevas generaciones a tomar decisiones “valientes”, aunque admite que en algunas sociedades, migrar es sinónimo de “prevaricación, de la injusticia y de la guerra”.
Por esto, la respuesta de la Iglesia es “adecuar el lenguaje pastoral” a la juventud, educando siempre “en el itinerario de la evangelización”, señala el documento. Esto son las exigencias para la Iglesia. Aunque a los jóvenes les pide también un ejercicio reflexivo para que se acerquen a la religión desde un punto de vista “más comprometido”.
Especial atención reciben también Internet y las nuevas tecnologías, lo que el Vaticano entiende como una “generación hiperconectada”. “Todo esto ofrece posibilidades de acceso a una serie de oportunidades que las generaciones precedentes no tenían, y al mismo tiempo presenta riesgos”. Algo, a lo que “debería responder la acción pastoral, que tiene necesidad de desarrollar una cultura adecuada”.
En este contexto, el Vaticano no se olvida de las familias. “El rol de padres y familias sigue siendo crucial y a veces problemático”, explica, ya que “las dos reacciones más comunes son la renuncia a hacerse escuchar y la imposición de sus propias elecciones”. “Padres ausentes o hiperprotectores hacen a los hijos más frágiles y tienden a subestimar los riesgos o a estar obsesionados con el miedo a equivocarse”, agrega el texto.
De este modo, la solución para el Vaticano pasa por “encontrar, acompañar y cuidar de todos los jóvenes, sin excepción”. A ellos les pide que se protejan en la fe y que elijan el camino del discernimiento, “a través de un diálogo con el Señor y escuchando la voz del Espíritu” en la toma de decisiones importantes.
Aunque probablemente el camino más exigente va dirigido a quienes hacen la Iglesia, en especial a los sacerdotes. El Vaticano les reclama que “salgan de las rigideces” y “acompañen a los jóvenes”. E incluso el documento preparatorio elabora una serie de preguntas que los organismos cristianos les deben hacer a sus comunidades, con la intención de integrarlas en el borrador que se presentará antes del sínodo.
Los organismos religiosos tendrán aproximadamente unos diez meses para responder a estas cuestiones (¿cuáles son los principales desafíos?, ¿de qué modo escucháis a los jóvenes?, ¿cuánto tiempo dedican los pastores al acompañamiento espiritual?, etc.), que deberán ser integradas a principios del año próximo en el llamado Instrumentum laboris, que sirve como punto de partida para el sínodo de los obispos.
Después, en octubre de 2018, los jerarcas de la Iglesia se reunirán para adoptar la posición futura, en este caso a su relación con los jóvenes. Y posteriormente el Papa, que oficialmente no participa en los debates, debe redactar las conclusiones y ratificar el texto final.