El duelo entre la izquierda "utópica" y la izquierda del "raciocinio", se ha saldado con la victoria de Benoît Hamon, que obtuvo el 58% de los votos, y con la amarga derrota de Manuel Valls, ex primer ministro de François Hollande, que tuvo que conformarse con el 41% de los cerca de dos millones de personas que votaron. Calificado de “soñador” e “idealista” por su adversario. Vilipendiado por el ala más a la derecha del Partido Socialista (PS), que ha llegado a tacharle de “islamo-izquierdista”. Benoît Hamon, el candidato de la “nueva generación”, ha conseguido imponerse frente a la ráfaga de críticas de las últimas semanas para convertirse en el candidato socialista a las próximas elecciones presidenciales.
La trayectoria del diputado del departamento de Yvelines en el seno del PS no puede ser ignorada. Su victoria no se resume a un golpe de suerte, ni al evidente descontento de los votantes de izquierdas con el “quinquenato” de François Hollande, que ha pasado factura a la campaña de Valls.
Tras las multitudinarias movilizaciones estudiantiles contra el proyecto de ley del ministro de Educación Alain Devaquet, entre 1986 y 1987, Hamon comenzó a militar en la sección de Brest (en la región de Bretaña) del Partido Socialista. En aquel momento, el ahora candidato a la presidencia, tenía tan sólo 19 años. Desde entonces, no ha dejado de cultivar su carrera política, convirtiéndose, en 1993, en el primer presidente del refundado Mouvement des Jeunes Socialistes (MJS, Movimiento de Jóvenes Socialistas). Su paso por el MJS no fue fortuito, ni pasajero: “Benoît Hamon ha sabido movilizar a la juventud, su relación con el MJS ha sido algo que siempre ha atendido y cuidado -explica Fabien Escalona, politólogo especialista en social-democracia-, y ahora recoge sus frutos.” Y es que, no sólo ha conseguido el apoyo de los jóvenes, sino el aval de un círculo de leales amistades políticas que se remonta a su aventura en el seno del movimiento.
'Cachorro' del ala más reaccionaria del Partido Socialista, ferviente seguidor de Michel Rocard -primer reformista de la izquierda francesa y defensor en sus inicios de un socialismo radical-, Hamon se convirtió en 1995 en el consejero de juventud de Lionel Jospin durante su candidatura a las elecciones presidenciales. Fue este último quien, convertido en primer ministro, le lanzó dos años más tarde a los brazos de Martine Aubrey, ministra de Empleo. Su papel como consejero en el gabinete de Aubrey le catapultó a las altas esferas políticas.
Coincidió con Valls en el Gobierno
De consejero a eurodiputado, pasando a ser el secretario nacional del Partido Socialista en 2005, portavoz de la formación tres años más tarde, consejero en la región de Île de France (París) en 2010, hasta llegar al Ejecutivo: en 2012, Hamon es nombrado ministro de Economía Social por François Hollande. En el seno del Gobierno, coincidió con Manuel Valls, quien por aquella época estaba lejos de ser un contrincante, camarada de juventud en el seno del MJS, se convirtió en el trampolín de Hamon a la cabeza del Ministerio de Educación Nacional en marzo de 2014.
La camaradería acabaría rápido, cinco meses después de su nombramiento. Hamon dimitiría de su cargo convirtiéndose en una de las principales voces críticas contra las políticas de austeridad del binomio Hollande-Valls y contra la deriva liberal del Ejecutivo. Desde entonces, el diputado de Yvelines ha pasado a formar parte del ala más crítica de la formación socialista, junto a Arnaud Montebourg, ex ministro de Economía, candidato eliminado en la primera vuelta de estas primarias, y ahora aliado de Hamon.
Su efímero paso por el aciago Ejecutivo de Hollande podría haber aguado su candidatura, sin embargo, “Hamon ha conseguido desmarcarse de Hollande, si bien ha sido algo que se le ha reprochado de forma constante, se fue a tiempo del Gobierno, evitando tomar partido frente a dos de las medidas más controvertidas de este mandato: la reforma laboral y la retirada de la nacionalidad a los franceses con doble nacionalidad condenados por terrorismo”, considera Escalona.
Así, Hamon se fue en el momento oportuno, para volver en el momento adecuado, cuando los votantes de izquierdas buscaban un candidato arraigado al PS con un discurso renovado, un candidato “que ha sabido cultivar la novedad, centrándose en un público concreto, al que ha sabido dirigir su mensaje”, explica el politólogo. Inspirado en líderes políticos internacionales como Bernie Sanders, el candidato que despertó al joven electorado de izquierdas en Estados Unidos, y Jeremy Corbyn, líder del partido laborista en Reino Unido, Hamon ha entendido “la importancia de la movilización de jóvenes trabajadores y de los ciudadanos que se encuentran al margen de la sociedad”, como ha asegurado en múltiples ocasiones su director de campaña, Mathieu Hanotin.
"Asegurar una sociedad respirable"
Un mensaje centrado en “asegurar una sociedad respirable en los próximos 20 años”, en palabras del propio Benoît Hamon. En su programa electoral, tan aplaudido por sus votantes, como criticado por sus oponentes, aparece “el ingreso universal de existencia”, una medida que propone establecer un salario social universal de 750 euros mensuales para los mayores de 25 años. Una propuesta calificada de “populista” y “utópica”, con un coste estimado en 300.000 millones de euros anuales. ¿Cómo financiar tal cifra? A través de “fusiones dirigidas”: una fusión de las ayudas mínimas sociales, las ayudas al alojamiento y las prestaciones familiares; recurriendo a los nichos fiscales, luchando contra la evasión fiscal y optimizando la recaudación de impuestos. Y es que, quien fuera ministro de Educación tiene respuestas y soluciones.
Medidas y propuestas de carácter anticapitalista, destinadas a reformar un sistema, a su parecer, colapsado: “El PIB es una convención, pero la riqueza no refleja el bienestar, el nivel de desarrollo o las desigualdades… La carrera permanente por el consumo lleva a la catástrofe. El crecimiento permanente es un mito. Por él sacrificamos nuestros derechos sociales y nuestros recursos naturales”, insistía Hamon en uno de sus últimos discursos. Y es que, el candidato socialista también ha dirigido su campaña hacía los problemas medioambientales, convirtiéndose en un candidato “eco”: “Negociamos con los bancos, pero no negociamos con la naturaleza”, una declaración de intenciones que ha plasmado en su programa electoral: abandono del diesel en 2025, 50% de energías renovables en 2050, la lucha contra los pesticidas o el desarrollo de la agricultura “bio”, forman parte del proyecto político que le ha llevado a ganar estas primarias.
Dar más decisión al ciudadano
Salvaguardar los recursos naturales, pero también renovar las instituciones, apoyar y apuntalar una verdadera democracia participativa. Hamon ha sido comparado con formaciones políticas como Podemos, cuya corriente política “no es dispar, pero si paralela –analiza Fabien Escalona-. Efectivamente, tiene varios puntos en común: se ha dirigido a los jóvenes, a la gente de la calle con posiciones sociales diferentes, ha incluido en su discurso la ecología, el derecho a un salario mínimo, la reforma de las instituciones… Pero su metodología es bien diferente.” Diferente, pero con principios y objetivos comunes: dar más poder de decisión al ciudadano. En su ideario político, aparece la instauración del artículo 49.3 ciudadano (en referencia al artículo que permitió al Ejecutivo de Hollande imponer su reforma laboral -la cual también promete derogar-, a pesar de las multitudinarias manifestaciones contra la nueva legislación), que permitiría a los ciudadanos someter a referéndum un proyecto de ley, suspender la aplicación de una norma, o impedir la adopción de un nuevo texto.
Crítico con las instituciones francesas, pero también con las europeas. Hamon propone la anulación de la deuda contraída por los países de la Unión Europea: “Hay que aflojar la soga que ahoga a los países del Sur”, ha defendido en numerosas ocasiones. ¿Cómo? Adoptando un renovado tratado social europeo “para que la UE sea de nuevo un sinónimo de progreso social”, relanzando Europa a través de la transición energética, poniendo en marcha una moratoria sobre el Pacto de Estabilidad y el TSCG (Tratado de Estabilidad, Coordinación y Gobernanza). El recelo del candidato socialista frente a las instituciones europeas no es nada novedoso, en 2005 votó “no” en el referéndum sobre la Constitución Europea.
Su posición intervencionista y proteccionista ha sido recibida de buen grado por el electorado. Pero sin duda sus reproches a quien fue primer ministro también le han permitido marcar un punto de inflexión en esta carrera hacia el Palacio del Elíseo. Frente a la más que dudosa gestión de la crisis de refugiados del Gobierno de Valls (de los 30.000 inmigrantes que Francia se comprometió a recibir en 2016, tan solo 5.000 han sido registrados), Benoît Hamon propone la creación de una “visa humanitaria”: "Propongo que humanicemos la trasferencia de estos pueblos de inmigrantes que huyen de sus países para llegar a Europa.” Una propuesta y también una crítica: “Francia es la quinta potencia mundial, la segunda potencia marítima, es el último país que ha conseguido ser miembro permanente en el Consejo de Seguridad. Un país así puede acoger a más del 0,12% de su población”.
La ráfaga de críticas ante tal propuesta no se hizo esperar, Hamon ha sido calificado de “irresponsable”, “soñador”, “utópico”, “social-populista”, o incluso acusado de ser el candidato de “las drogas blandas”. Y es que, entre sus propuestas también aparece la legalización de la marihuana y de la eutanasia, propuestas a las antípodas del programa electoral de Manuel Valls, considerado la encarnación de un socialismo “razonable”, que ha sido derrotado por quien él consideraba un candidato poco “creíble” que sólo traerá consigo la “decepción”.
La religión "como riqueza"
Benoît Hamon, hijo de un ingeniero y una secretaria, nunca ha escondido sus principios religiosos, educado en un colegio católico, considera que la religión “es una riqueza.” Sin embargo, esta última semana era acusado por el frente de Valls de ser el candidato de “los Hermanos Musulmanes”, dispuesto a “acomodarse al islam radical.” Críticas a las que el exministro ha respondido con mano dura: “Mi proyecto, no es católico, mi proyecto no es judío, ni musulmán. Es un proyecto de izquierdas, es republicano”, sentenciaba ante tales acusaciones.
Una campaña con pocos recursos, sondeos que le dejaban en un triste tercer puesto en la primera vuelta de estas primarias socialistas y un rival con pocos escrúpulos… El panorama era poco o nada evidente para Hamon. Sin embargo, su “utópico” proyecto, su ideario, ha convencido a la “nueva generación”, convirtiéndole en el candidato socialista a las elecciones presidenciales. Unas elecciones más que complicadas para un Partido Socialista cuya fragilidad interna se ha tornado evidente durante estas primarias. La formación no sólo tendrá que reconstruir sus bases, sino también recuperar la confianza de un electorado decepcionado con el mandato de Hollande.
En este contexto, el primer objetivo de Hamon será “acercar a una familia política, más allá de la familia socialista (…), reunir a toda la izquierda, la izquierda ecológica y la izquierda radical.” Todo para evitar que la última elección de los ciudadanos sea apostar por François Fillon, ganador de las primarias de la derecha y el centro, o por la líder de extrema derecha, Marine Le Pen. Un escenario vaticinado por múltiples sondeos y que pone de manifiesto que la carrera de Benoît Hamon a la presidencia no ha hecho más que empezar.