Roma

Desde hace más de dos décadas, Hamza Roberto Piccardo se ocupa de defender los derechos de los musulmanes italianos. Fue uno de los fundadores en 1990 de la Unión de las Comunidades Islámicas de Italia, una organización que agrupa distintas asociaciones de esta religión, y ocupó el cargo de secretario general del colectivo durante ocho años. Cuenta que en 1991 ya intentó firmar con el Estado un acuerdo que regulara el trato hacia los musulmanes, pero en todo este tiempo no ha habido ningún avance.

La inmigración ha provocado que en los últimos años el número de los seguidores de Mahoma alcance al menos los 2,6 millones, en un país de 60 millones de habitantes. Aunque son cerca de 900.000 los que tienen los que tienen ciudadanía italiana. Por eso, Piccardo consideró hace un par de años que la comunidad en la que se siente integrado debería contar con un órgano asociativo fuerte. Así nació la Asamblea Constituyente Islámica.

En su manifiesto fundacional aseguran que su intención es “dar vida a una asamblea electiva, compuesta en principio por 100 hombres y mujeres que compartan fe, práctica y sentido comunitario islámico”. La elección del comité se realizaría de forma democrática, aunque rechazan que se trate del embrión de una formación política, como lo definió recientemente la prensa más derechista italiana.

Piccardo niega la mayor, ni siquiera le gusta el término “lobby”, sino que prefiere definirlo como un “sindicato de derechos de los musulmanes”. Apela constantemente al artículo 8 de la Constitución italiana, que establece que “las relaciones con el Estado son reguladas por ley, según la base de acuerdo con los diferentes representantes”. Es decir, que la Asamblea Constituyente Islámica pretende ser el órgano que negocie con el Gobierno los derechos de los musulmanes.

Entre esas cuestiones estarían “la libertad para construir mezquitas, la formación de los líderes religiosos, la enseñanza del islam en las escuelas y la construcción de cementerios para musulmanes”. Derechos, todos ellos, que según Piccardo, ahora mismo “se ven vulnerados”. El fundador del movimiento cita también el artículo 1 de la Carta Magna, que establece que “Italia es una República Democrática”; y el número 3, que dicta que “todos los ciudadanos son iguales frente a la ley, sin distinción de sexo, raza, lengua o religión”.

Un sindicato por los derechos musulmanes

Como activista islámico, piensa que ni los valores cristianos de Italia ni la democracia cristiana que gobernó este país desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta el inicio de los años '90 son la causa de su “discriminación”. “Simplemente falta un cuadro normativo”, sostiene. Añade que “en otros países como Francia o Reino Unido se ha intentado articular un movimiento de este tipo, pero no han logrado salir adelante”. “El nuestro sería el primer sindicato de derechos musulmanes en todo Occidente”, afirma rotundamente.

El proyecto se encuentra, no obstante, dando sus primeros pasos. De momento se ha creado un comité promotor con una veintena de miembros y a partir de mayo, quien quiera inscribirse lo podrá hacer a través de una plataforma digital creada ex profeso. La elección de su consejo directivo se realizará on line. Los han comparado con la democracia cristiana, pero sus métodos son más bien los del Movimiento 5 Estrellas.

Está por ver si consigue al menos generar consenso entre el resto de asociaciones islámicas italianas porque, hasta el momento, importantes figuras de esta comunidad siempre se han manifestado en contra de agrupaciones que puedan tener tintes políticos. El presidente de la Comunidad Religiosa Islámica Italiana, Yahya Pallavicini, defiende en la revista Panorama que es partidario de que los musulmanes participen de forma natural en la vida política y social, pero cree que movimientos de carácter político tienen vocación de “hacer lobby” y su resultado es “negativo”.

Pese a los esfuerzos de Piccardo por desmarcarse de esta etiqueta, diarios acostumbrados a publicar portadas contra la inmigración, como Il Giornale o Il Foglio, no han dudado en hablar del “Partido Islámico italiano”. El líder de la asamblea constituyente también pretende desvincular su iniciativa de los recientes flujos migratorios, ya que “se trata de una batalla de muchos años”.

Hamza Roberto Piccardo ni siquiera nació en un país musulmán, sino que se crió y hasta hoy reside en Imperia, un municipio de la provincia de Liguria, al norte de Italia -casi en la frontera con Francia- desde donde atiende al teléfono. Según sus palabras, vio la luz en la década de los setenta, cuando tenía 22 años, y decidió seguir el Corán. Su última misión es guiar “la voluntad de los musulmanes que quieren ser representados de forma democrática ante las instituciones”. 

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