En seis semanas, Jean-Luc Mélenchon ha pasado de ser un inofensivo competidor para los grandes favoritos de las presidenciales francesas -a la altura del defenestrado socialista Benoît Hamon-, a plantarse en la recta final hacia la primera vuelta en reñida posición con otros tres candidatos.
La última encuesta de Ifop, publicada este martes, coloca al fundador de La Francia Insumisa en tercera posición con un 19,5% en intención de voto, medio punto por encima del conservador François Fillon, al que otros sondeos, como el de OpinionWay este lunes, daba un 21%, a un punto de los favoritos, Emmanuel Macron y Marine Le Pen. Según Ifop, Macron se coloca ya a un punto de Le Pen (23%-22%).
La estrecha diferencia entre los cuatro candidatos, dentro del margen de error de entre 2% y 3% que suelen tener estos sondeos, subraya que es más que posible que ninguno de los tradicionales partidos de centro-derecha (Los Republicanos) y de centro-izquierda (Partido Socialista) que gobiernan en Francia desde hace más de medio siglo pasen a segunda vuelta.
EL AUGE DE MÉLENCHON
En esta imprevisible e histórica campaña presidencial, Mélenchon ha ido recortando puntos en los sondeos durante las últimas semanas, pasando de un 10%-12% en intención de voto entre enero y marzo al 19,5% de este martes. Aunque los sondeos le colocan en posición para llegar a la segunda vuelta, que se celebrará el 7 de mayo, algunos expertos señalan ya que su tirón podría haberse estancado y que el apoyo de las encuestas puede no traducirse en votos efectivos este domingo.
El eurodiputado experimentó un auge similar durante la campaña de las presidenciales de 2012, aunque finalmente sólo materializó un 11% de los votos. El contexto esta vez es distinto, señala el analista Antonio Barroso, de Teneo Intelligence, en un informe. El veterano izquierdista “debe seguir siendo considerado un contendiente para la segunda vuelta en la medida que el contexto actual le ofrece los elementos necesarios para lograr un buen resultado el día de las elecciones”, considera.
“El auge y caída de Melénchon en 2012 se produjo por el ‘voto hacia lo seguro’ de los votantes de izquierda hacia (François) Hollande cuando Nicolas Sarkozy empezó a recuperarse en los sondeos previos a la primera vuelta”, apunta Barroso. “El contexto ahora es distinto con el apoyo al candidato de centro-derecha (Fillon) estancado y Marine Le Pen y Emmanuel Macron empatados en alrededor de 23%, lo que no genera la impresión de que haya una gran amenaza entre los votantes de izquierda”.
El político, de 65 años, se presentó a los comicios de 2012 asociado con el Partido Comunista de Francia, en el que nunca ha militado. Agitó la campaña, pero su resultado fue decepcionante, como él mismo consideró. Entonces, deseoso de acabar con el gobierno de Sarkozy, pidió el voto para Hollande a condición de que rompiera con la política de austeridad marcada desde Alemania.
Cinco años más tarde, asegura que su programa aglutina a todo el país y defiende acabar con lo que define como “la monarquía republicana” para instaurar un sistema parlamentario más representativo. Se le ha comparado con Syriza en Grecia o Podemos en España al representar a la corriente más radical de la izquierda aunque, a diferencia de los líderes de esos dos partidos, Mélenchon ha forjado su carrera en el Partido Socialista, del que se desvinculó en 2008 después de 30 años.
El eje central de estas presidenciales ha sido el malestar del votante hacia el poder establecido y Mélenchon “ha sido capaz de capitalizar ese sentimiento a través de su desempeño estelar en los debates televisados y una estrategia de campaña muy ágil con los medios de comunicación”, afirma Barroso.
Esto, sin embargo, “no significa necesariamente que Mélenchon esté en posición de lograr avances significativos” el próximo 23 de abril. Según la estimación del analista, una segunda vuelta entre Macron y Mélenchon tiene un 5% de probabilidad de ocurrir, mientras que el escenario Le Pen-Mélenchon, un 20%. Y, en el caso de concurrir al balotaje, el líder de La Francia Insumisa vencería a Le Pen (58%-42%) y a Fillon (57%-43%), pero no a Macron (43%-59%), según el análisis de Elabe.
El esprint final
A cinco días de la primera vuelta, los expertos observan una elevada volatilidad en la intención de voto. Conscientes de ello, los candidatos apuran los últimos mítines de esta semana para granjearse el apoyo de los muchos indecisos.
"El desafío de los cuatro candidatos es lograr atraer a nuevos votantes sin distanciar a sus bases", explica a Bloomberg Edouard Lecerf, jefe del departamento de política de la encuestadora Kantar Sofres. "El votante francés es como las anguilas, muy escurridizo".
Mélenchon está preparado para ser presidente. Así lo afirmó este lunes en París, una jornada intensa en la que se recorrió la capital en una barcaza a través del río Sena, para dar seis mítines en unas horas concentrando sus esfuerzos en atraer el voto ‘insumiso’ en esta última semana.
Y este martes lo ha vuelto a hacer. En un nuevo golpe de efecto, el candidato que encandila a grandes multitudes con su elocuencia y sus múltiples referencias literarias ha hablado desde Dijon a alrededor de 30.000 personas gracias a la proyección holográfica de su figura en seis ciudades francesas más: Montpellier, Grenoble, Nancy, Nantes, Clermont-Ferrand y Le Port, en la isla de la Reunión. Ya utilizó esta técnica en febrero, pero con una sola figura.
En su programa, el izquierdista pone sobre la mesa la necesidad de "abolir los privilegios de la casta" y abandonar los tratados europeos "que nos obligan a implementar políticas de austeridad, abolir la acción del Estado y la inversión pública", como recoge la web de su candidatura. En esta renegociación incluye tanto la pertenencia al euro como a la Unión Europea, punto en común con el programa de la ultraderechista Marine Le Pen, algo que sometería a referéndum.
Así, propone elevar el gasto público a 27.000 millones de euros e implementar un plan de inversiones por 100.000 millones. El gasto se financiaría con nuevos impuestos, deuda, combate contra la evasión fiscal y crecimiento económico. Propone también elevar el salario mínimo en un 15%, estimular el empleo (llevando la tasa de paro al 6% desde el actual 10%) y crear un fondo para combatir la pobreza. En política exterior, Mélenchon aboga también por sacar a Francia de la OTAN y el fin de los acuerdos de libre comercio, al tiempo que defiende acercarse más a Rusia.
Se desmarca respecto a Le Pen en política medioambiental y en inmigración. Mientras la líder del Frente Nacional aboga por acabar con la inmigración, Mélenchon pide un minuto de silencio en sus mítines por los inmigrantes desaparecidos.
Sin importar el resultado del domingo y a la vista del hundimiento de los socialistas franceses, este admirador confeso de la revolución bolivariana y de la Cuba de Fidel Castro se erige como alternativa para la izquierda francesa y se ha ganado la confianza de los más jóvenes. Un 32% de los franceses entre 18 y 24 años confía en él para reducir las desigualdades, según un sondeo de Elabe. La misma franja de edad da un 19% de apoyo en este sentido a Le Pen.
En las encuestas destaca también la percepción de honestidad (60%), a la par que otros candidatos que no logran más que el 2% del apoyo actualmente, y de capacidad presidencial (50%, frente al 54% que saca Macron en esta categoría), según los datos de OpinionWay.
"Tiene planteamientos interesantes, con excelentes entrevistas y una oposición seria y real", explica Lecerf, de Kantar. Tras los dos debates televisados, los franceses han reconocido que se trata del candidato más convincente. El domingo, sobre media noche, tendremos los primeros resultados oficiales y veremos si los sondeos han acertado esta vez.