Emmanuel Macron estrena el cargo con un ejercicio de equilibrismo político. El nuevo presidente francés ha desvelado este lunes el primer nombre de su nuevo gabinete: Édouard Phillippe (Ruan, 1970) será primer ministro.
Siguiendo con su mantra de obviar las divisiones entre la izquierda y la derecha, Macron ha elegido a Phillippe sabiendo que es un conservador moderado y que su figura, hasta ahora desconocida para la gran mayoría de los franceses, no se ha quemado durante la carrera presidencial. “Está construyendo un Gobierno para ganar las elecciones legislativas de junio y la clave está en que elija personas que no le pesen políticamente”, analiza Francis Ghiles, investigador del Think Thank CIDOB.
Hijo de dos profesores de francés, la nueva mano derecha de Macron se forjó políticamente en la elitista Escuela Nacional de Administración -en la que también se formó el nuevo jefe del Estado- y dio sus primeros pasos en el Partido Socialista francés, donde militó durante dos años hasta la salida de Michel Rocard.
Una vez en el seno de la formación conservadora UMP -actualmente Los Republicanos-, la carrera política de Philippe ha transcurrido muy cercana a la del ex primer ministro Alain Juppé. Bajo su protección ha construido su aura de centrista como diputado por la 7ª circunscripción de la región de Sena Marítimo y alcalde de la ciudad de Le Havre.
Una decisión ambigua
La derecha francesa tendrá un primer ministro de su cuerda, pero esta decisión, lejos de gustar a Los Republicanos, ha abierto una nueva herida en el seno del partido. “No es fruto de un acuerdo político, es una decisión personal”, ha defendido el secretario general de la formación, que ha tachado de “ambigua” la decisión del presidente Macron. En su toma de posesión, Philippe se ha reivindicado como un “hombre de derechas” y el primer ministro saliente, Bernard Cazeneuve, ha ironizado sobre su carácter “violentamente moderado”.
Al igual que la decisión de convertir a Manuel Valls en un verso suelto por no incluirlo en las listas pero no presentar a un competidor, la designación de Philippe no es sólo signo de una estrategia electoralista. Macron también está dividiendo a la derecha francesa, que aunque no atraviesa la dramática situación del Partido Socialista galo, tiene que recomponerse en tiempo récord de los escándalos de Fillon y de sus resultados en las presidenciales.
Aunque Los Republicanos no hayan anunciado un procedimiento de expulsión para Philippe, hasta su propio mentor político Alain Juppé ha afeado ligeramente su cambio de bando. El ex primer ministro ha alabado su trayectoria pero cree que es el momento de apoyar a los candidatos de su propio partido de cara las legislativas.
Otros compañeros de las filas conservadores, algunos con aspiraciones para obtener un cargo en el nuevo Gabinete, sí han felicitado abiertamente a Philippe. Bruno Le Maire cree que su nombramiento ayudará a “superar las viejas fracturas y debe ir en beneficio de Francia y los franceses”.
Desde la ultraderecha, Marine Le Pen descalificó el nombramiento del nuevo primer ministro en estos términos: “Es la alianza sagrada de las viejas derechas e izquierdas, unidas para mantenerse en el poder a cualquier precio y continuar las mismas políticas de austeridad y de sumisión a Bruselas que tanto han perjudicado a Francia”.
¿Gobierno provisional?
Esta ‘cohabitación autoimpuesta’ de Macron con Philippe puede tener fecha de caducidad. A falta de conocer el resto de miembros de su Ejecutivo este martes, muchos creen que la permanencia de los elegidos será revisada justo después de las legislativas, que Macron afronta como una tercera vuelta. Si su improvisado partido, una amalgama de miembros de la sociedad civil sin experiencia en política y paracaídistas de otros partidos, no logra una mayoría clara Macron estará en problemas. “Este gobierno puede durar semanas si se estrella su propuesta para los comicios de junio”, advierte Ghiles.
Pese a la aparente sintonía política entre el jefe del Estado y el nuevo inquilino del palacio de Matignon, Philippe no siempre se ha mostrado seducido por la estrella de Macron. “Hay dos Macron. El de los discursos, con el que estoy a menudo de acuerdo, y el de los hechos del que no se puede decir que haya cosas considerables”, dijo durante las primarias de Los Republicanos.
Además, desde las páginas de opinión en Libération, Philippe también lanzó algún dardo a las ganas de gustar a todos que gasta Macron: “Para algunos, impresionados por su poder de seducción y su retórica reformista sería el hijo natural de Kennedy y de Mendès France. Es cuestionable. El primero tenía más carisma y el segundo más principios”, dejó escrito en esta columna.