Theresa May afronta un reinicio del curso político complicado tras el parón veraniego. El brexit seguirá dominando la actualidad británica por lo menos hasta finales de año y alcanzar un acuerdo con la Unión Europea sobre la división entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda se ha convertido en un asunto prioritario. La posibilidad de una frontera “invisible” ha levantado críticas entre los que quieren un mayor control para contener la inmigración.
La primera ministra británica vuelve al trabajo abordando uno de los asuntos más complicados en las negociaciones del brexit: la frontera entre las dos Irlandas. La propuesta del Gobierno británico descarta cualquier tipo de “frontera física o puestos fronterizos” en los casi 500 kilómetros que unen a Reino Unido con la Unión Europea.
El documento que Londres llevará a Bruselas para continuar con las negociaciones del brexit no recoge muchos detalles sobre cómo se controlará el flujo de personas entre ambos países pero ya ha levantado las alarmas de quienes buscaban con la salida de la Unión Europea un mayor control en la fronteras.
Nigel Farage, el ex líder del partido eurófobo UKIP, dijo que la propuesta representaba una “puerta trasera” para aquellos ciudadanos europeos que quieran entrar en Reino Unido a través de Irlanda sin ningún tipo de control entre lo que permanecerá como territorio comunitario y lo que no después del brexit.
Precisamente, la soberanía del Reino Unido sobre el control de sus fronteras fue una de las mayores razones que llevó al Gobierno conservador de David Cameron a convocar el referéndum. Si la contención del flujo migratorio no se garantiza, May podría volver a vivir una rebelión dentro de su bancada que haría peligrar, una vez más, su liderazgo ante los tories.
Downing Street cree que podrá controlar la inmigración proveniente de la Unión Europea mediante restricciones al mercado de trabajo o al sistema de seguridad británico. Los detalles se conocerán en un nuevo proyecto de ley sobre inmigración que se dará a conocer en otoño.
Desde el partido laborista, Jeremy Corbyn ha señalado que “nadie quiere volver a los controles del pasado” refiriéndose a los puestos fronterizos que había entre ambos países antes de 1998, antes de que se alcanzara el acuerdo de paz entre las dos Irlandas.
Simon Coveney, el ministro de Exteriores de la República de Irlanda, dio la bienvenida al plan aunque aseguró que “es necesario conocer más detalles”.
El tipo de frontera que compartirá el Reino Unido con la única parte de su territorio que limita físicamente con la Unión Europea dependerá de los acuerdos a los que lleguen ambas partes en Bruselas en las negociaciones que se retomarán a finales de este mes de agosto.
Los retos de May
Después del batacazo en las elecciones del pasado 8 de junio, muchos dudaban de que Theresa May fuese a llegar hasta el verano al frente del Partido Conservador o al frente de Downing Street. Tras semanas de rumores de conspiración entre miembros de su partido para destronarla, Theresa May ha superado el periodo estival.
El otoño no se presenta fácil. En este nuevo ciclo parlamentario, May debe conseguir el respaldo de cada uno de sus diputados para sacar adelante toda la legislación que le exige el brexit.
La frágil situación parlamentaria en que la dejaron los pasados comicios hace con que cada voto cuente. Pero el apoyo no está garantizado en un partido que se divide entre euroescépticos y europeístas y que duda de si May debería seguir al frente.
Además de su propia bancada, May tiene que mantener contentos a los norirlandeses del DUP, cuyo acuerdo de cooperación le ha permitido encabezar una nueva legislatura.
El resto de la composición de la Cámara de los Comunes podría también poner en aprietos a May si en un hipotético caso liberaldemócratas, nacionalistas escoceses del SNP y laboristas decidieran unirse. Hay asuntos delicados como la permanencia o no en el mercado común europeo o los controles migratorios en el que las posturas no son muy distantes.
Entre los proyectos más destacados que el Gobierno de May debe sacar adelante están el conocido como la Gran Ley de Derogación que anulará toda la legislación comunitaria. Esta ley permitirá convertir al ordenamiento británico toda esa normativa para evitar vacíos legales. Después, se irán descartando las leyes que no sirvan.
Además, está el ya mencionado proyecto para controlar la inmigración. En él se determinarán los nuevos mecanismos de control que el Gobierno pretende aplicar a los ciudadanos de la Unión Europea tras el brexit para rebajar las cifras de inmigrantes que llegan al Reino Unido. Será esta ley en concreto la que dará o no sentido la convocatoria del referéndum de hace algo más de un año.