Bruselas

La fecha está ya marcada en el calendario: el próximo 26 de octubre. Será ese día cuando el Banco Central Europeo (BCE) decida cómo pondrá fin al programa de deuda pública por valor de 60.000 millones de euros al mes que puso en marcha en marzo de 2015 y al que la mayoría de economistas atribuyen la recuperación de la eurozona. El Consejo de Gobierno del BCE ha debatido este jueves por primera vez los distintos "escenarios" de salida posibles, según ha anunciado su presidente, Mario Draghi.

"Hemos discutido los pros y los contras de los diferentes escenarios", ha explicado Draghi en la rueda de prensa posterior a la reunión. "Probablemente la mayoría de las decisiones se adoptarán en octubre", ha asegurado. El Consejo de Gobierno, ha proseguido, está examinando a qué ritmo se reducirá la compra mensual de bonos y cuánto tiempo más se prolongará el programa más allá de diciembre de 2017. La mayoría de los analistas espera que el volumen de adquisiciones empiece a bajar a partir de enero de 2018.

El BCE se enfrenta a una presión creciente, que proviene sobre todo de Alemania, para que empiece a retirar sus estímulos monetarios. Sobre todo ahora que la economía de la eurozona vuelve a crecer a velocidad de crucero. "Tenemos que volver a una política monetaria normal", ha vuelto a reclamar este miércoles el ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble. Berlín alega que las medidas del BCE perjudican a los ahorradores y están generando burbujas.

Draghi ha reconocido que la recuperación de la eurozona es "sólida" y "de amplia base", en todos los países y sectores. De hecho, el BCE ha revisado al alza su previsión de crecimiento para este año hasta el 2,2%, en lugar del 1,9% que calculó en junio. La economía avanzará un 1,8% en 2018 y se desacelerará ligeramente hasta el 1,7% en 2019. No obstante, el banquero italiano cree que "la recuperación sigue dependiendo de nuestra política monetaria" y de los bajos tipos de interés.

El euro fuerte preocupa

El principal problema para el BCE es que la inflación sigue sin despegar y todavía no se acerca a su objetivo del 2%. En agosto se situó en el 1,5% y según los cálculos de los técnicos de Fráncfort se mantendrá de media en esa cifra durante 2017 y volverá a bajar hasta el 1,2% en 2018 antes de remontar al 1,5% en 2017. "Un alto grado de acomodación monetaria sigue siendo necesario", ha repetido Draghi.

Para complicar todavía más la situación, el euro no para de subir desde principios de año y se ha apreciado más del 12% frente al dólar en los últimos cinco meses. Ello perjudica a las exportaciones, reduce la inflación importada y preocupa por tanto al BCE. "La reciente volatilidad de los tipos de cambio representa una fuente de incertidumbre que requiere vigilancia", ha avisado el banquero italiano.

Pese a todo, Draghi confía en que la fortaleza económica acabará traduciéndose en una subida de la inflación y por ello ha lanzado el debate sobre la reducción paulatina de los estímulos monetarios. "Este otoño decidiremos sobre la calibración de nuestros instrumentos de política más allá de final de año", ha insistido.

El BCE ha decidido también mantener su tipo de interés de referencia en el 0%, mientras que seguirá cobrando un 0,4% a los bancos que aparquen sus fondos en Fráncfort. El precio del dinero seguirá en mínimos "durante un largo periodo de tiempo" y mucho más allá del momento en que concluya la compra de bonos, ha prometido Draghi.

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