El símbolo de la capital francesa se protege. Ya han comenzado en París las obras para establecer un perímetro de seguridad en torno a la torre Eiffel. La instalación incluye un muro de cristal antibalas.
Está previsto invertir 20 millones de euros (25 si se añaden los acondicionamientos de los jardines) en la concreción de un proyecto diseñado por el arquitecto Dietmar Feichtinger para responder a una amenaza terrorista que desde la Eurocopa que Francia organizó en junio-julio de 2016 ya ha dado lugar a la colocación de barreras provisionales.
Como la amenaza terrorista sigue siendo importante y esas barreras rompían la perspectiva de un monumento de las características de la torre, se decidió buscar una solución basada en las recomendaciones de la Prefectura de Policía y las autoridades de edificios históricos mejor integrado en el entorno urbano, señaló a Efe un portavoz del Ayuntamiento de París.
A prueba de Kalashnikov
La sustitución de esa estructura provisional por otra de carácter permanente se realizará, insistió el Ayuntamiento, sin interrumpir ni obstaculizar las visitas de los cerca de siete millones de turistas que todos los años pasan por allí.
La instalación propiamente dicha de los cristales antibalas de siete centímetros de espesor a prueba de tiros de kalashnikov y de la embestida de vehículos debe empezar el próximo 5 de octubre con vistas a que todo el sistema esté en servicio para los tradicionales fuegos artificiales de la Fiesta Nacional francesa, el 14 de julio del año próximo.
Esa cristalera de tres metros de altura se situará en la parte delantera de la torre, en la fachada que da al río Sena, y en la trasera, hacia el Campo de Marte.
En los laterales se ha optado -en parte por razones presupuestarias- por unas vallas de 3,24 metros de altura que completarán el perímetro de acceso controlado, pero que obviamente no impiden los disparos.
El dispositivo -que es desmontable, para poderla retirar cuando se den otras condiciones de seguridad- se completará con un sistema de vigilancia con cámaras y que, junto a la extensión de las ventas de billetes por internet, deberían disminuir las colas de entrada, que aparecen como uno de los puntos débiles frente al riesgo de atentado.