“Es la calle quien ha tumbado a los reyes, es la calle quien pudo con los nazis”. Entre gritos de “¡resistencia! y rodeado de miles de fieles, Jean-Luc Mélenchon arengaba así a las masas la semana pasada en París en contra de la reforma laboral aprobada por el presidente francés.
El líder de la izquierda radical francesa ha elegido el tono más combativo posible para erigirse en el verdadero y único líder de la oposición en el país vecino. Por la vía del “pulso social” y la agitación de las calles, Mélenchon ha llenado el vacío político que ha dejado el tsunami electoral de Macron. Su triunfal llegada al Elíseo y la arrolladora victoria de En Marche! en las legislativas ha dejado una oposición en ruinas, tanto a la izquierda como a la derecha.
El Partido Socialista es un solar que incluso ha tenido que poner en venta su histórica sede en París y los conservadores -aún siendo mayoría- siguen noqueados tras la huida de sus líderes a la formación política que sustenta al Gobierno. Por la banda más a la izquierda, Mélenchon ha aprovechado las circunstancias y es el único líder político que planta cara a la plenipotenciaria presidencia de Emmanuel Macron.
El desafío continúa este sábado con otra nueva manifestación en París y en otras ciudades francesas. Junto a los sindicatos franceses, el líder de La Francia Insumisa ha diseñado un calendario de movilizaciones para frenar lo que define como “el golpe de Estado social de Macron”.
Tras el pinchazo de la huelga general convocada tras el decretazo de la reforma laboral, el líder de la izquierda quiere llenar las calles de consignas y caceroladas para denunciar el “método brutalidad” con el que se ha sacado adelante la nueva normativa. El objetivo de aquí al 20 de noviembre -fecha prevista para la tramitación parlamentaria- es sacudir conciencias desde sus escaños pero sobre todo aprovechando "el poder de la calle".
Además de las movilizaciones de este sábado por todo el país, algunas centrales de camioneros se ponen en huelga a partir de este lunes y han prometido bloquear los depósitos de carburante. Cuando el Parlamento tramite la reforma laboral, el líder de la ‘Francia insumisa’ tiene la intención de “llenar los Campos Elíseos con un millón de personas” en un golpe de efecto como jefe de la oposición “en la calle”.
En la manifestación del pasado sábado en la plaza de la Bastilla, Mélenchon arremetió contra Macron con un tono indignado tras las palabras del presidente galo tachando de “vagos” a los que se oponían a su reforma laboral. “Nunca antes nadie había tratado así al pueblo francés”, proclamó. También refutó otras declaraciones en las que el presidente decía que la democracia no es la calle: “Siempre es la calle la que eleva las aspiraciones del pueblo francés cuando no puede hacerse escuchar de otra manera”.
La guerra dialéctica que ha iniciado el líder de la izquierda radical no se limita a los cinco decretos ley que flexibilizan el mercado laboral dando más margen a las empresas en la negociación colectiva. Otra de las medidas más polémicas es el establecimiento de un mínimo y, sobre todo, un máximo en las indemnizaciones por despido improcedente. Otra de sus batallas es la entrada en vigor de la CETA, el acuerdo comercial entre la UE y Canadá, que según Melénchon otorga a las multinacionales el poder de “no responder de sus actos ante los tribunales y una prueba de que el capitalismo de nuestra época es el primer enemigo de la democracia”.
Más allá de las palabras, la estrategia de Mélenchon es clara: asaltar el liderazgo de una oposición política vacante desde las calles: "La batalla no ha terminado. Empieza".