Bruselas

"El mejor momento para hacer obras es cuando hay buen tiempo", ha proclamado el presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker. La larga crisis económica y financiera reveló que la eurozona tiene goteras, grietas estructurales que amenazan con otra inundación cuando estalle la siguiente tormenta. En particular, los países que comparten la moneda única no disponen de instrumento suficientes para coordinar sus políticas económicas ni para asistir a los más afectados por las turbulencias. El Ejecutivo comunitario ha propuesto este miércoles añadir tres piezas más a la eurozona para tapar estos agujeros: un Fondo Monetario Europeo, un superministro de Finanzas y un presupuesto de estabilización.

El problema es precisamente que los Gobiernos ya no tienen urgencia a la hora de hacer las obras. Los mayores avances en la construcción de la eurozona se produjeron durante la crisis de deuda, al mismo tiempo que se luchaba para apagar fuegos. Pero la bonanza económica ha instalado un sentimiento de complacencia en la eurozona, un riesgo contra el que ha advertido el presidente saliente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem.

A ello se suma que las dos grandes potencias de la eurozona, Francia y Alemania, están divididas sobre el alcance de las reformas. El presidente francés, Emmanuel Macron, es incluso más ambicioso que Bruselas: quiere "refundar" la UE. Pero Berlín pretende limitar los trabajos al mínimo imprescindible y rechaza cualquier medida que suponga transferencias financieras del norte al sur de Europa. Algunos países "no están convencidos por lo que se refiere a los instrumentos adicionales para abordar los shocks", ha dicho este martes el ministro de Finanzas alemán en funciones, Peter Altmaier.

Y es que el otro gran problema es que Alemania está todavía lejos de tener un nuevo Gobierno. La gran coalición que la canciller Angela Merkel quiere cerrar con los socialdemócratas podría dar un impulso a las reformas, ya que el líder socialista, Martin Schulz, expresidente de la Eurocámara, ha puesto como condición que Berlín respalde los planes de Macron. Pero la falta de Gobierno alemán retrasa de momento las obras.

El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, ha convocado una cumbre extraordinaria de la eurozona para el próximo 15 de diciembre con el fin de examinar las propuestas de Bruselas. El Gobierno de Mariano Rajoy está en el bando de Macron y la Comisión frente a Berlín. El momento de las decisiones no llegará hasta junio de 2018.

Un Fondo Monetario Europeo

Bruselas pretende transformar el actual fondo de rescate de la UE (MEDE) en un auténtico Fondo Monetario Europeo. Dotado con una potencia de fuego de 500.000 millones de euros, el MEDE ha gestionado los programas de asistencia financiera a Grecia, Irlanda, Portugal, España o Chipre. La principal consecuencia de esta transformación es que la UE ganaría plena autonomía en materia de rescates y ya no necesitaría como hasta ahora al Fondo Monetario Internacional.

El FME se basará en la arquitectura del MEDE y mantendría esencialmente sin cambios sus estructuras financieras e institucionales actuales. Es decir, seguirá prestando apoyo a los países de la eurozona con problemas de acceso a los mercados. La novedad es que se convertirá además en prestamista de último recurso para liquidar bancos en dificultades, se acelera la toma de decisiones en casos de urgencia y se prevé una intervención más directa en la gestión de los rescates. Con el tiempo, el FME podría desarrollar nuevas funciones, por ejemplo de estabilización financiera. Esta es la propuesta más urgente: Bruselas quiere que se adopte en 2019.

Un superministro de Finanzas

Se trata de fusionar dos cargos: el de vicepresidente económico de la Comisión y el de presidente del Eurogrupo. Al agrupar las responsabilidades existentes y los conocimientos técnicos disponibles, este nuevo superministro permitiría reforzar la coherencia, la eficiencia, la transparencia y la rendición de cuentas democrática en la formulación de la política económica de la UE y de la zona del euro, respetando las competencias nacionales.

Bruselas pide un acuerdo para mediados de 2019, de manera que el nuevo cargo pueda crearse al mismo tiempo que empiece a trabajar la nueva Comisión. El Eurogrupo tendría que elegir al superministro como su presidente durante dos mandatos consecutivos con el fin de armonizar ambos mandatos. El calendario no cuadra con el mandato del portugués Mário Centeno, que acaba de ser elegido presidente del Eurogrupo para dos años y medio. O bien tendrá que acortarlo, o será el primer superministro de Finanzas. 

Un presupuesto de estabilización

El Ejecutivo comunitario no le pone ninguna cifra a este presupuesto específico para la eurozona, porque sabe que es la iniciativa que más preocupa a Alemania, que no quiere pagar más a los países del sur. Pero le atribuye hasta cuatro tareas diferentes: a) apoyo a las reformas estructurales de los Estados miembros; b) instrumento de convergencia específico para los Estados miembros en vías de adoptar el euro; c) mecanismo de protección para la unión bancaria; y d) función de estabilización con el fin de mantener los niveles de inversión en caso de una gran crisis que afecte a algunos países de la eurozona pero no a otros.