Un hombre se sujeta el pene con la mano derecha. Está desnudo de cintura para abajo. Con su brazo izquierdo rodea la cintura de una chica. Su mano izquierda abarca parte de las nalgas de la joven. Hay otra mujer arrodillada ante él. Es una escena de cine porno al uso. Para él, sin embargo, ese rodaje puede suponer el fin de su carrera profesional.
Probablemente no se le cierren todas las puertas en la producción de películas eróticas. A la vista está que ha hecho sus pinitos este hombre cuya identidad no ha trascendido. Sin embargo, su futuro como funcionario de policía parece estar más que comprometido. El chico tiene abierto un expediente disciplinario en la Academia de Policía de Berlín por su carrera de actor. Allí se estaba formando al tiempo que rodaba escenas porno.
Expedientes de ese tipo se han abierto unos 200 desde 2010 hasta hoy en la Academia de Policía de Berlín, responsable actualmente de la formación de unos 1.200 reclutas. Estos desmanes son ahora noticia por acumulación. Después de que el pasado mes de noviembre se dieran a conocer los reproches de un responsable de formación de reclutas a sus alumnos, el escándalo no ha parado de crecer. A esto mismo contribuye la reciente redacción de un informe sobre esta institución a cargo del ministro del Interior de la ciudad-estado de Berlín, el socialdemócrata Andreas Geisel.
En esas 83 páginas se lee que por la academia han pasado candidatos cuanto menos problemáticos. Los hubo suspendidos, investigados, multados e incluso expulsados por conducción en estado de embriaguez, allanamiento de morada, injurias, estafa, robo, omisión del deber o delito fiscal, entre otras cosas. El más ligero de los motivos por los que se se ha expedientado en la Academia de Policía de Berlín parece ser llegar tarde a clase o copiar en los exámenes.
Según el diario Berliner Morgenpost, este año también se ha registrado el caso de dos hermanos reclutas que traficaban con droga y el de un aspirante a policía que vendía objetos robados que transportaba en el maletero del coche. Así, el también periódico berlinés BZ, un diario amarillista local, dedicaba hace unos días su portada a la situación en la Academia de Policía de Berlín. “Borrachera, Porno, Policía”, se leía en dicho medio, que publicaba una imagen sobre el set de rodaje del “Policía porno”. Así bautizaba esta publicación al aspirante al funcionario policial en Berlín que ahora está siendo investigado.
Actualmente se investiga a 33 reclutas, incluido el “Policía porno”. “La mayoría son retrasos, aunque también hay faltas de tráfico, además de un caso de encubrimiento y cosas así”, dice a EL ESPAÑOL un portavoz de la policía berlinesa, consciente de la situación de “descrédito” en la que se encuentra la Academia de Policía de Berlín.
Aún más grave que los casos que ha puesto de relieve el informe de Geisel sonaban los rumores de los que se hacían eco los medios de comunicación de todo el país el mes pasado. Daban cuenta de que había “miembros de grupos mafiosos infiltrados” entre los reclutas y en el cuerpo policial.
En una carta anónima hecha pública en los medios de comunicación alemanes, un policía supuestamente conocedor de estos casos informaba en la misiva de que han pasado por la Academia de Policía de Berlín miembros de las “grandes familias árabes” conocidas por sus actividades criminales en la capital alemana.
Candidatos “con más cara que espalda”
La misiva aparecía poco después de que se filtrara un mensaje de voz de Whatsapp de un encargado de formar a reclutas que se quejaba del alumnado, refiriéndose en términos despectivos a sus orígenes étnicos. “La mitad son turcos y árabes, con más cara que espalda. Tontos. No sabían expresarse”, se escuchaba en ese mensaje, transcrito inicialmente por el diario Die Welt.
En este periódico se ha leído la opinión de quienes piensan en la policía que el colectivo de origen inmigrante que se forma en la Academia de Berlín constituye “un enemigo en nuestras filas”. Del problema de xenofobia que pudiera haber en esa institución también dan cuenta las pintadas que ha hecho públicas el BZ. Este diario que encontró claros mensaje islamófobos y anti-refugiados en el cuarto de baño de los hombres de la cantina de la Academía de Berlín. “Fuck Islam. Refugees not Welcome [sic] !” - o “¡Qué se joda el Islam! Los refugiados no son bienvenidos”, se leía en letras capitales.
Los superiores niegan que sean ciertos los rumores sobre “agentes secretos de la mafia”. “No hay infiltrados pertenecientes a las grandes familias árabes, ni la formación de la Policía ni en las autoridades, lo hemos comprobado”, según las explicaciones que daba en noviembre Klaus Kandt, presidente y máximo responsable de la Policía en Berlín. Sus palabras debían servir para aportar calma en la institución policial berlinesa.
Investigado el presidente de la Policía berlinesa
Pero no está claro que en la institución respiren con más tranquilidad tras esas negativas. De hecho, hace unos días se abría una investigación contra el propio Kandt por presuntos “daños físicos” y supuesto delito contra la ley de uso de productos químicos. Los hechos remontan a 2015. Entonces se hizo público que en las salas donde los policías se entrenaban a disparar contenían materiales contaminantes potencialmente nocivos para la salud. Podrían estar relacionados con casos de cáncer registrados entre varios funcionarios de policía.
Todavía hoy se esfuerzan los portavoces policiales en decir que no existen infiltrados en las filas de la Policía ni entre los reclutas. “Utilizar, para desacreditar a los aspirantes, sus orígenes inmigrantes está fatal. Los orígenes diferentes deben estar representados en la Policía, porque ésta debe ser un reflejo de la diversidad de la sociedad”, dice el portavoz policial consultado por este periódico.
Al hablar sobre la situación den la Academia de Policía, los responsables del cuerpo se escudan en que el número de candidatos ha crecido enormemente en los últimos tiempos. La seguridad es una prioridad política en Alemania desde hace tiempo, especialmente después de atentados como el sufrido hace un año en el mercadillo navideño de la céntrica Iglesia Memorial del Kaiser Guillermo, en pleno corazón de la capital germana.
“Hace tres años eran 400 los aspirantes de la academia, hace dos años no se admitieron candidatos por motivos de recortes presupuestarios y ahora el número crecido hasta ser 1.200 en total”, comentan fuentes policiales. A su entender, la publicación del informe de Andreas Geisel constituye un paso adelante en la batalla “para mejorar la imagen” de las fuerzas del orden.
Eso sí, “pese a que muchas de esas acusaciones que se han hecho estos días no se pueden probar, todo esto genera una serie de rumores que son difíciles de hacer olvidar”, lamentan el portavoz de la policía berlinesa.
Hacia “una catástrofe” por falta de disciplina
Tanto es así que el caótico frente de malas noticias que quita lustre a la policía berlinesa no cesa. Lo demuestra la conversación de EL ESPAÑOL con Marcel Luthe, responsable de temas de seguridad y diputado regional de los liberales alemanes, a la salida de la cita del lunes de la Comisión de Interior del Parlamento de la ciudad-estado.
“Yo he presentado hoy un documento interno de la policía en la comisión, está hecho por el departamento que se ocupa de estudiar el crimen organizado. En él se lee que hay cinco personas vinculadas a esas familias y que pertenecen a la policía”, dice este diputado. “El responsable de Interior de Berlín no conocía este informe”, sostiene.
A Luthe parece que no le sorprende lo que está pasando en la Academia de Policía de Berlín. “Hace cuatro años se hizo una reforma en esa institución que estuvo a cargo de dos profesores de centros de formación profesional. No tenían experiencia con la Policía”, lamenta este diputado, aludiendo a la anterior gestión de la capital, que estuvo en manos de una gran coalición entre socialdemócratas y conservadores.
“Han convertido la academia en un centro de formación profesional y así llegan los aspirantes, sin capacidad de pensar de forma crítica y sin disciplina”, según Luthe. “Esto genera un problema grave capaz de llevarnos a una catástrofe”, concluye.