Con los estudios en Derecho finalizados y un máster en su currículum, la abogada Rosa Calvi se inscribió hace un año a una academia que se encarga de preparar a profesionales para entrar en la magistratura. El titular de la escuela era una figura reconocida: Francesco Bellomo, un hombre con una carrera meteórica. A sus 47 años es juez del Consejo de Estado italiano, el máximo órgano consultivo en materia jurídica y administrativa para el Gobierno y los parlamentos regionales. Una imponente biografía bajo la que se esconde el perfil de un presunto acosador.
Transcurridos varios meses desde el inicio del curso, Bellomo hizo la selección de los futuros becarios. A los elegidos les saldrían gratis unas clases que cuestan alrededor de 2.400 euros. Rosa, de 28 años, no tiene muy claro cuáles fueron sus criterios, el caso es que ella estaba entre las seleccionadas. El juez les arengaba con la promesa de que en ellos estaba el futuro de la magistratura italiana, todo pasaba por entrar en esa bolsa de estudios.
"Siempre maquilladas"
Lo que no había quedado claro antes es que las mujeres tenían que aceptar “un código de vestimenta en el que se imponía llevar tacones, minifalda, camisas con escote e ir siempre maquilladas”, cuenta Rosa. Y a las reglas de vestuario se añadían otras de carácter psicológico, como “mostrar fidelidad absoluta hacia él, no tener relaciones con personas por debajo de un coeficiente 100 ni hablar con otros estudiantes” de estas cláusulas. Entre los posibles becarios también había algunos hombres, aunque estas normas no contaban para ellos.
La abogada se negó a aceptar todo aquello, por lo que Bellomo la citó en un hotel con el propósito de convencerla. “Me dijo que tenía que maquillarme para quitarme las ojeras y perder 5 kilos”, recuerda. Sin embargo, seguía siendo apta. “Acto seguido se acercó a mí e intentó besarme”, añade. Rosa se marchó en ese momento, aunque después Bellomo siguió llamándola y escribiéndole mensajes. Entre los posibles actos para enmendar su rechazo, el magistrado le ofrecía un “entrenamiento, que consistía en ir en Ferrari con él para comprobar la reacción a la velocidad”.
Rosa Calvi denuncia todo esto por teléfono, ya que esta semana ha acudido a Bari –ciudad natal de Bellomo- para prestar declaración ante el juez. La fiscalía de esa ciudad ha abierto una investigación bajo la hipótesis de que habría cometido un delito de extorsión. Mientras, el Consejo de Estado decidirá en las próximas semanas sobre su expulsión.
Más casos
Porque el caso de Calvi es sólo uno más. En diciembre del año pasado, cuando el órgano de autogobierno de los jueces –el Consejo de presidencia de la justicia administrativa- debía autorizar que Bellomo siguiera al frente de la escuela, la magistrada de Milán Concetta Plantamura observó que en la página web de la academia había una gran cantidad de fotos de estudiantes en minifalda (hoy para acceder a las fotos se requiere una clave). El tema quedó aparcado en el consejo, pero unos días más tarde el padre de una de las alumnas denunció que su hija había sido sometida a trato vejatorio por parte del juez.
Fue este padre, del que no ha trascendido la identidad, el primero en dar a conocer la imposición de la minifalda y los tacones. Aseguró que su hija, de 1,72, había perdido peso hasta quedarse en 41 kilos. “Está al límite del suicidio”, manifestó el padre al Corriere della Sera. La joven tuvo que ser hospitalizada por una crisis de ansiedad y entre sus traumas recuerda una ocasión en la que “él se enfadó por no mandarle una foto íntima”. Según el testimonio del progenitor, “la chica sigue aterrorizada de Bellomo”. La querella fue presentada en la ciudad de Piacenza, donde también hay abierta una investigación contra él.
Después, las denuncias se han acumulado. Según La Repubblica, que recoge varios testimonios, el juez seguía esta práctica intimidatoria al menos desde hace una década. Publica la versión de una joven –hoy policía- con la que se mostró “repentinamente morboso” y a la que amenazó para llevarla a sus fiestas; una juez con la que tuvo una relación, que lo califica como “agresivo”; y una fiscal a la que humillaba –según relata- si se negaba a salir con él. En todos los casos la extorsión llegaba incluso a la familia de las chicas.
Presas todavía del pánico o temerosas de que sus carreras se puedan ver afectadas, ninguna de ellas ha querido testificar en público en todo este tiempo. La única que se ha prestado a hablar –como con este diario- y a que su cara salga publicada es Rosa Calvi, quien añade que le han contactado otras cuatro jóvenes que dicen haber sido víctimas de Bellomo y que están dispuestas a declarar contra él.
Aunque el magistrado no estaba solo, ya que en la mayoría de las ocasiones se cita a su colaborador y también juez, Davide Nalin, como “mediador” para mantener encuentros con las estudiantes del curso. En una decisión de urgencia, el Consejo Superior de la Magistratura ha decidido suspender de empleo y sueldo a Nalin. En las investigaciones también se ha descubierto la existencia de un perfil falso de Facebook para espiar a las alumnas.
El juz niega lo ocurrido
Mientras tanto, el juez del Consejo de Estado se ha expresado sólo a través de una entrevista en el Corriere della Sera, en la que niega todo lo ocurrido y se justifica asegurando que cualquier relación que haya tenido con las estudiantes ha sido consentida. Añade que “todos los genios, incluso Einstein, se han tenido que defender de los ataques de quien no sabía nada”.
Y así es como se presentó Bellomo en un primer testimonio ante la institución a la que representa, como un profesional por encima de la media. “Parece ciencia ficción que un magistrado con una carrera impecable sea sometido a un procedimiento disciplinar y se hable de las fotos íntimas que le mandaba la novia”, dijo el pasado agosto. Unas explicaciones que no convencieron al órgano de control de los jueces, que ya pidió la destitución del miembro del Consejo de Estado por “no respetar la dignidad de la persona”. La decisión la debe ratificar en enero el propio Consejo de Estado, una sanción que según los medios italianos no tiene precedentes en la Justicia de este país.
En la entrevista en el Corriere della Sera le preguntaban a Bellomo si su comportamiento se asemeja al del productor de Hollywood Harvey Weinstein, incriminado por acoso contra decenas de mujeres. “No tengo nada que ver, yo no soy de la casta que puede bloquear tu carrera”, responde el juez. Los denuncias del mundo del cine, que han tocado también a un director italiano llamado Fausto Brizzi, han sido cuestionadas entre la sociedad y distintos medios de este país. Dicen de Bellomo que hasta ahora ha salido indemne por tener buenos contactos en el aparato judicial e incluso algunos magistrados lo han apoyado. No obstante, en su caso, no se escuchan voces entre el ruido mediático que duden de las acusaciones contra él.