Bruselas

"La crisis europea termina donde apareció por primera vez, en el sur. Y va a terminar con la salida de Grecia de los programas de ajuste en 2018", proclamó el primer ministro griego, Alexis Tsipras, en la cumbre de los países del Mediterráneo celebrada el pasado 10 de enero en Roma. Atenas empieza a ver la luz al final del túnel tras ocho años de rescates en los que ha recibido alrededor de 260.000 millones de la Unión Europea y del Fondo Monetario Internacional. Tras haber perdido un tercio de su renta, la economía helena empieza a recuperarse y el Gobierno de izquierda radical de Syriza confía en salir de su tercer programa de asistencia financiera, y por tanto de la tutela directa de Bruselas y Berlín, en agosto de este año.

La cuenta atrás para poner fin a la era de los rescates en Grecia, para que vuelva a financiarse de nuevo de forma autónoma en los mercados, comienza en el Eurogrupo de este lunes. Los ministros de Economía de la eurozona tienen previsto dar luz verde a un nuevo tramo de ayudas por valor de 6.700 millones de euros. Un dinero que Atenas debe destinar a vencimientos de deuda, el pago de atrasos de las administraciones públicas y la creación de un colchón de tesorería para el futuro.

Nueva reforma laboral

El tramo se desbloquea después de que Tsipras haya cumplido su parte del trato. El pasado 15 de enero, el Parlamento griego aprobó una nueva tanda de las reformas exigidas por los acreedores. La más destacada, una nueva reforma laboral para hacer más difícil la convocatoria de huelgas. El paquete incluye además la liberalización de los servicios profesionales, un procedimiento de subasta electrónica para bienes embargados o la reestructuración de las prestaciones familiares.

Alrededor de 20.000 personas se manifestaron ese día en las calles de Atenas en protesta por los nuevos ajustes. "La votación es fundamental para que el país emerja con éxito de los rescates dentro de siete meses", se justificó el primer ministro ante el Parlamento. Tsipras ha experimentado un cambio radical en su trato con la troika. A su llegada al poder en enero de 2015 prometió poner fin a la austeridad y se enfrentó con los acreedores utilizando como ariete a su ministro de Finanzas, el polémico Yanis Varoufakis. Un choque que acabó con Grecia al borde de la bancarrota y de la salida del euro.

En julio de 2015, con los bancos cerrados, Tsipras capituló y firmó el tercer rescate por valor de 86.000 millones de euros que había dicho que nunca aceptaría. Y progresivamente se ha convertido en un alumno modelo en la eurozona a la hora de aplicar los ajustes y reformas que reclaman los acreedores. Entre ellos, el recorte de las pensiones y la subida del impuesto sobre la renta, dos medidas que entrarán en vigor tras el fin del rescate y con las que el FMI quiere garantizar que las cuentas de Atenas no volverán a descontrolarse cuando se libere de la tutela de la troika.

Los datos económicos empiezan a serle propicios a Gobierno de Syriza. La economía griega salió de la recesión a principios del año pasado y crecerá en 2018 un 2,5%. La tasa de paro ha bajado hasta el 20,5% desde el máximo del 27,5% en 2013, pero sigue siendo la más alta de la UE con diferencia (cuatro puntos porcentuales más que la española). El presupuesto para 2018 prevé un superávit primario -descontando el pago de los intereses de la deuda- del 3,82%, superior incluso al que pide Bruselas.

Cómo salir del rescate

De aquí al mes de junio, el Gobierno de Tsipras tendrá que poner en marcha los ajustes finales que exige el rescate así como avanzar en el plan de privatizaciones. En paralelo, la UE debe definir el tipo de supervisión que mantendrá sobre Atenas tras el programa de asistencia financiera. La cuestión más polémica ahora es si Grecia necesitará o no una línea de crédito preventiva de Bruselas a la que pueda recurrir si se producen turbulencias en los mercados que dificulten su acceso a financiación privada. 

Hasta ahora, todos los países rescatados (Irlanda, Portugal, Chipre y España con la asistencia a los bancos) han podido hacer una "salida limpia", sin necesidad de una muleta temporal como la que significaría una línea de crédito preventiva. Tsipras también quiere una salida limpia de la era de los rescates, un corte radical que le permita presentarse ante el electorado como el líder que, pese a todas las dificultades y los retrasos, puso fin a la austeridad. En 2019 hay comicios en Grecia y las últimas encuestas sitúan a los democristianos de Nueva Democracia por delante de Syriza.

Sin embargo, el gobernador del Banco de Grecia, Yannis Stournaras, que fue ministro de Finanzas con Nueva Democracia, sostiene que a Atenas le convendría contar con este crédito extra para generar más confianza entre los inversores. La reacción de Tsipras ante las palabras de Stournaras fue especialmente virulenta. "El hecho de que un ministro de Finanzas fracasado de un antiguo Gobierno fracasado considere que la opción óptima no es volver a los mercados con tipos de interés sino pedir más apoyo no significa que un Gobierno de éxito no pueda hacerlo mejor. Todas las pruebas sugieren ya lo contrario", zanjó su oficina en un comunicado.

En Bruselas se resignan a la negativa de Tsipras y resaltan que seguirán supervisando la economía griega hasta que devuelva el 75% del rescate, tal y como establecen las reglas de la UE. "Para que haya un programa preventivo, lo primero es que Grecia lo pida. Y el Gobierno griego ha dejado claro que no tiene ninguna intención de solicitarlo", señala un alto funcionario europeo. El Eurogrupo considera que Atenas podrá volver a financiarse en los mercados de forma autónoma a partir de agosto sin grandes problemas. Y eso será el certificado final de que la eurozona ha superado la crisis de deuda con éxito.

Condiciones más positivas

Para empezar, las condiciones en los mercados son mucho más positivas que cuando concluyeron los rescates de Irlanda o Portugal. La economía de la eurozona crece a velocidad de crucero. Además, Grecia tiene un importante superávit primario, está almacenando un colchón de tesorería y los países de la eurozona le han prometido medidas adicionales para aliviar su deuda, tal y como reclama Tsipras desde su llegada al poder.

Hasta ahora, el Eurogrupo ha aprobado iniciativas a corto plazo que rebajarán un 25% la deuda griega, que ahora está en el 175% del PIB. En principio, la siguiente tanda de medidas (entre ellas alargar los vencimientos o transferir a Atenas los beneficios que ha obtenido el Banco Central Europeo con la compra de bonos helenos) tiene que aprobarse al final del rescate, es decir, en verano de 2018. Eso si lo acepta Alemania, que hasta ahora siempre se ha resistido al alivio de la deuda griega.

Un acuerdo en el Eurogrupo sobre la deuda griega daría el impulso definitivo para la vuelta de Atenas a los mercados. Supondría que el FMI, que defiende también estas medidas, se sume al tramo final de rescate. Y que el BCE incluya por fin a Grecia en su programa de compra de deuda pública.