Roma

A Silvio Berlusconi le operaron a corazón abierto en junio de 2016. Los médicos le recomendaron que diera un paso atrás, pero a sus 81 años sigue mirando desde la primera fila a la mayoría de los candidatos a primer ministro, que no llegan ni a la mitad de su edad. Precisamente la antigüedad en el negocio le ha permitido tomarse unos días de asueto justo cuando comienza la campaña de unas elecciones que se celebrarán dentro de un mes. Todas las encuestas dan como favorita a su coalición.

En el cartel de su partido se lee: “Forza Italia, Berlusconi presidente”. Aunque el reclamo no puede ser más engañoso, ya que una ley lo mantiene inhabilitado de la política y el recurso ante el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo no llegará antes del 4 de marzo, día en el que los italianos acudirán a las urnas.

En sus listas no hay grandes nombres, aunque sí hay espacio para una antigua miss y una participante en la versión italiana de Mujeres, Hombres y viceversa. En caso de victoria de su coalición, Berlusconi tantea el nombre del presidente del Parlamento Europeo, Antonio Tajani, aunque éste ha rechazado la invitación.

Mientras tanto, el ex Cavaliere repite la promesa liberalizadora con la que llegó al Gobierno hace 24 años: menos Estado y más iniciativa privada. Hasta el momento, la medida estrella de la campaña es una especie de tarifa fija fiscal congelada en el 23% para familias y pequeñas y medianas empresas. El ex primer ministro centra su mensaje en los incentivos para tener hijos y la reducción de la burocracia como clave del éxito.

Berlusconi se come a Forza Italia

Su discurso ha fagocitado al de los socios de su coalición. Forza Italia escenificó el pacto para llegar al poder con los xenófobos de la Liga Norte y Hermanos de Italia, un partido que se enorgullece de recoger la herencia del fascismo. Sin embargo, la habitual retórica de estos, enfocada en el rechazo a la inmigración y destinada a reforzar la seguridad, marcha en esta campaña en un segundo plano.

Berlusconi acudió incluso a las instituciones europeas para convencer a sus socios de que en un clima tan incierto, él es la única garantía de estabilidad. El euroescepticismo de la Liga Norte y los ataques a la moneda única que ha lanzado habitualmente Forza Italia quedan resumidos en un decálogo firmado por los tres partidos de la coalición en un simple “no a las políticas de austeridad y las reglamentaciones excesivas que obstaculizan el desarrollo”.

Según la última simulación del voto realizada por la Universidad de Ciencias Políticas de Bolonia, la coalición derechista no estaría muy lejos de la mayoría absoluta, con un 36,3% de los votos. La ley electoral establece un sistema en el que dos tercios de las cámaras son elegidos bajo un mecanismo proporcional y el tercio restante en colegios uninominales. En este último caso la derecha sale muy beneficiada, ya que sobre todo en el norte los escaños elegidos en un cuerpo a cuerpo tiñen el mapa italiano de azul.

Con todo, el peso del proporcional y la fragmentación hacen presagiar que será imprescindible una coalición para poder gobernar. Y aunque la derecha ya ha formalizado el acuerdo, de momento los números no son suficientes para poder gobernar. Así, tampoco está descartado que los diferentes partidos que forman esta entente puedan romper el pacto y explorar nuevas vías el día después de las elecciones.

Posibles alianzas

Para Europa el pacto más temido sería un hipotético binomio entre la Liga Norte y el Movimiento 5 Estrellas (M5E), que sus líderes han descartado durante la campaña, pero que no sería descabellado que se materializara. Según la encuesta de la Universidad de Bolonia, el M5E será el partido más votado con un 27,3% de los sufragios.

Su fundador, el cómico Beppe Grillo, ha abandonado el liderazgo a favor de un joven de 31 años llamado Luigi Di Maio, cuya campaña se está centrando también en alejarse del histrionismo y parecer un partido presentable. Tampoco hay demasiado lugar para el referéndum sobre la salida del euro, las críticas al sistema de acogida de inmigrantes o el movimiento contario a la vacunación, la última de sus cruzadas contra el sistema. Nada más arrancar la campaña, el líder del partido se fue a Londres para explicarles a los inversores de la City cómo sería una Italia gobernada por el 5 Estrellas.

Antes de eso, Di Maio había presentado a su equipo calificándolo de un grupo de “supercompetentes”, un lema para quienes los tachan de inexpertos. También en ausencia de grandes nombres –incluso algunas figuras del movimiento se han quedado fuera-, en sus papeletas figuran académicos, doctores, investigadores, trabajadores sociales, etc. La apuesta del M5E es conformar un movimiento social lo más transversal posible, aunque parece imposible que logren formar Gobierno si no incumplen su promesa fundacional que les impide aliarse con otras formaciones.

Di Maio afirmó que para ellos cerrar las listas había sido “una experiencia ilusionante, mientras que para otros había sido devastadora”. Este último calificativo fue el mismo que empleó el líder del socialdemócrata Partido Democrático (PD), Matteo Renzi, al presentar a quienes le acompañan en las papeletas. El reparto de las candidaturas se cerró a las 4 de la madrugada del pasado domingo, con una nueva polvareda entre sus filas.

Renzi consideró que había sido inclusivo, lo que fue denominado por quien se enfrentó a él en las últimas primarias del partido, Andrea Orlando, como “un insulto a la inteligencia”. Los críticos de la formación lamentaron no haber sido consultados y varios se marcharon de las oficinas del partido antes de firmar lo que venía impuesto. Antes incluso de abandonar el Gobierno, al ex primer ministro le han repetido que un exceso de autoritarismo le condenaría al fracaso y ni la derrota en el referéndum constitucional que lo llevó a dimitir como primer ministro le han hecho cambiar el rumbo.

El partido que logró un 40% en las últimas elecciones europeas y aspiraba a ampliar sus márgenes hasta ahogar a sus enemigos se hunde ahora mientras su líder se reafirma en su estrategia. En las entrevistas Renzi tampoco ha aportado grandes novedades, sino más bien lo contrario. Su mensaje se ha alejado del reformista que un día prometió ser para resaltar unos progresos en lo económico que los italianos no perciben. En las últimas semanas ha logrado amortiguar la caída, pero los sondeos no le sitúan por encima del 25%.

Renzi Reuters

El Partido Democrático tendrá además a un rival a su izquierda, la formación Libres e Iguales, construida por los viejos enemigos de Renzi en el PD y liderada por el ex juez antimafia Pietro Grasso. La estrategia del centroizquierda es obtener más escaños que el 5 Estrellas, que el resto no logre formar Gobierno y entonces presentar ellos un candidato alternativo, que bien podría ser el actual primer ministro, Paolo Gentiloni. Todo quedará para después del voto, pero si hace unos meses habría sido Matteo Renzi quien encabezara esta crónica como favorito a volver al Gobierno, hoy es quien la cierra.