Berlín

Se daba por hecho que este martes terminará la cuenta atrás para que la Unión Cristiano Demócrata (CDU) que lidera Angela Merkel y el Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) de Martin Schulz presenten su 'contrato' para refundar la gran coalición. Puede que, al final, sea necesario esperar hasta el miércoles. En cualquier caso, las partes han recurrido al tiempo añadido de las negociaciones para conseguir su objetivo. A saber, transformar el preacuerdo presentado en enero en una auténtica alianza de Gobierno.

Asuntos decisivos y flecos se concretaban aún durante el día y la noche del lunes. Ese día Schulz avanzaba que había consenso en cómo enfocar la política europea del nuevo Gobierno, una prioridad para el SPD. Las partes habían encontrado antes soluciones para temas espinosos como la política de refugiados y cómo dedicar los 45.000 millones de euros en políticas de Sanidad, Educación, Energía o Vivienda. Sin embargo, nada de eso servirá para poner calma en las perturbadas filas del SPD.

"El SPD tiene dos objetivos: conseguir mejoras laborales contra la temporalidad laboral y medidas para establecer un sistema sanitario más equitativo. Que las haya será crucial en la votación de los militantes del partido”, advierte a EL ESPAÑOL Andrea Römmele, politóloga y profesora de la prestigiosa Hertie School of Governance de Berlín. Los algo más de 440.000 militantes del SPD tienen que votar si aceptan o no el acuerdo que se espera próximamente presenten Merkel y Schulz. “Sin mejoras sensibles en esas dos áreas, las probabilidades de que el SPD pierda esa votación son muy altas”, estima Römmele. “Hablamos de un gran obstáculo para la gran coalición”, abunda.

La voluntad de Merkel de construir un “gobierno estable” para Alemania ha puesto al SPD contra las cuerdas. En vista del vivo debate que mantienen en el partido quienes son favorables y quiene se oponen a reeditar una gran coalición, parecería que el SPD va a implosionar. Socialdemócratas a favor y en contra de la gran coalición airean sus diferencias en un debate que sólo terminará con la votación de la militancia.

Contribuye a las tensiones internas el crecimiento del número de afiliados al partido. A finales de enero, Lars Klingbeil, el secretario general del SPD, reconocía que su formación estaba registrando “muchas incorporaciones de nuevos miembros”. “Hay mucha gente que quiere hacer cosas con nosotros y nos alegramos”, decía Klingbeil.

Para cualquier socialdemócrata, esa alegría ha de ser contenida. Sobre todo para los que, como Klingbeil, esperan que la estrategia negociadora de Schulz acabe bien. Pero ocurre que muchas de esas nuevas incorporaciones al SPD han llegado al partido para votar 'no' a una reedición de una gran coalición.

En Jusos, la organización juvenil del SPD, han recibido estos días un caudal de nuevos militantes. Han acudido motivados por el eslogan en contra de renovar la alianza con los democristianos. A saber, 'Tritt ein, sag Nein!', “¡Afíliate y di no!”. Tras el congreso extraordianrio que los socialdemócratas celebraron en Bonn el pasado mes de enero, Jusos se ha convertido en un referente de la contestación frente a la 'GroKo'. Con ese término se conoce aquí coloquialmente a la Große Koalition.

“Fracasar debe ser una opción”

Kevin Kühnert, líder de Jusos y cabecilla de los socialdemócratas que se niegan a gobernar de nuevo con Merkel, reivindica el derecho de su partido a fracasar. “Fracasar debe ser una opción”, decía Kühnert al diario berlinés Der Tagesspiegel en una de las muchas entrevistas que ha concedido recientemente. Su mensaje, que no se ha cansado de repetir desde incluso antes de la cita del SPD en Bonn, ha calado en buena parte del partido. Jusos reivindica per se 75.000 militantes socialdemócratas.

En Jusos están siendo muy activos y están aprovechando el sentimiento que tienen muchos miembros del SPD que ven con escepticismo otra gran coalición”, dice a EL ESPAÑOL Thorsten Faas, politólogo de la Universidad Libre de Berlín. No en vano, en el congreso del SPD celebrado en la ciudad que otrora fuera la capital de la Alemania Occidental, un 44% de los delegados reunidos para la ocasión votó en contra de seguir adelante con las negociaciones con la CDU de Merkel y su hermanada Unión Social Cristiano de Baviera (CSU).

La dirección del SPD, consciente de que está en una situación difícil, ya se ocupó de poner las seis de la tarde de este martes como fecha límite para poder integrar el partido con derecho a voto en el referéndum interno sobre la gran coalición. “Razones técnicas” argumentaba Klingbeil para justificar esa línea roja.

Schulz, muy debilitado, en situación difícil

Martin Schulz, líder del SPD, en su escaño de la Cámara Baja del Bundestag. Hannibal Hanschke Reuters

Según Faas, resulta improbable que el 'boom' del número de miembros que ha vivido el partido estos días pueda alterar el sentido de la votación de los militantes. “La influencia de los recién llegados al partido es más bien pequeña en comparación con los 440.000 miembros del partido que ya estaban ahí”, subraya este politólogo. Pero esto tampoco quiere decir que Schulz no esté jugando con fuego al negociar con Merkel.

Schulz, que se encuentra “en una posición muy difícil y muy debilitado”, según Faas, tiene su futuro y el de su partido sobre la mesa. Schulz ha dado en muy poco tiempo ostensibles bandazos en su gestión del partido. Ha ido del “no participaré nunca” en un Gobierno de Angela Merkel y del querer liderar a su partido en la oposición a sentarse a negociar. Ahora, se especula sobre el papel que podría desempeñar en el nuevo Ejecutivo que lidere Merkel. Nada de eso contribuye a su credibilidad ni alimenta las mejores expectativas.

Además, contentar a sus militantes no es la única tarea pendiente de Schulz y compañía en la dirección del SPD. Los sondeos de intención de voto son especialmente alarmantes para los socialdemócratas. El partido ha caído por debajo de la barrera del 20%. El instituto Insa, por ejemplo, atribuía hace unos días al SPD un 17,5,%. En las pasadas elecciones generales de septiembre, el SPD ya registró el peor resultado de su historia, un 20,5%.

La situación del SPD es preocupante, en las elecciones de 2005, el SPD y la CDU estaban al mismo nivel [35,2% y 34,2%, respectivamente, ndlr.], los últimos sondeos muestran una gran caída en la intención de voto”, estima Römmele. “Es algo terrible que les está pasando a todos los socialdemócratas en Europa, mire los ejemplos de Holanda o Francia”, añade esta politóloga.

Dar la puntilla al SPD

En las elecciones generales neerlandesas, el Partido Laborista (PvdA) apenas consiguió el año pasado nueve escaños, 29 menos que en la anterior cita con las urnas. Mayor fue la caída el año pasado del Partido Socialista (PS) francés. Su candidato a las presidenciales, Benoît Hamon, fracasó. No superó la primera vuelta. En las elecciones legislativas, el PS perdió 252 escaños. Ahora sólo cuenta con 30 diputados en la Asamblea Nacional.

Martin Schulz inspiraba en un primer momento un futuro mejor para la socialdemocracia en Alemania y Europa. Para muchos supuso un soplo de aire fresco verle llegar a la presidencia del SPD. De eso apenas hace un año. Pero a estas alturas no hay dudas de que “Schulz no es un líder fuerte para el SPD como sí parece serlo Jeremy Corbyn en el Partido Laborista británico”, según Römmele.

Repetir otra gran coalición podría suponer que al SPD las urnas le den la puntilla tras otra legislatura compartiendo el poder con Merkel. El problema para Schulz y compañía es que no reeditar la alianza con Merkel seguramente acelere su caída.

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