El 24 de noviembre de 2016 Martin Shulz puso punto y final a 22 años de carrera en la política de la Unión Europea para regresar Alemania e intentar disputar a Angela Merkel la cancillería. Un año y medio después el socialdemócrata alemán ha cosechado los peores resultados electorales del SPD en décadas y ha facilitado lo último que pretendía cuando cambió Bruselas por Berlín: un cuarto mandato de Angela Merkel.
La incapacidad de la canciller para formar Gobierno con los liberales y los ecologistas le dio la llave del Gobierno al SPD de Schulz. Desde que arrancaron las correosas negociaciones para reeditar, la gran coalición el partido socialdemócrata se ha abierto en canal y el expresidente del Parlamento europeo se ha dejado por el camino buena parte de su credibilidad y la huella política con la que había impregnado la Eurocámara.
El último sacrificio de Schulz ha llegado este viernes. Acorralado por la presión de sus detractores en el SPD y con el temor a que los militantes no den el visto bueno al acuerdo que ha parido con los conservadores, se ha visto obligado a renunciar al puesto de ministro de Exteriores en el futuro Gobierno. Un puesto hecho a su medida y con el que soñaba desde que dejó Bruselas para volver a la política alemana.
"Renuncio a entrar en el Gobierno y espero que así se ponga fin al debate interno. Hacemos política para la gente de este país, lo que incluye que mis ambiciones personales están por detrás de los intereses del partido", rezaba el comunicado de Schulz.
La principal baza del aún líder socialdemócrata para reclamar para sí el cargo de Exteriores era su apuesta personal por la línea del presidente francés, Emmanuel Macron, y su plan para relanzar la Unión Europea y el eje franco-alemán.
Sin rastro del 'efecto Schulz'
De nada ha servido que renunciara al liderazgo del partido este mismo miércoles a cambio de aceptar un Ministerio. Sigmar Gabriel, número uno del SPD hasta el desembarco de Schulz, se ha encargado de darle la puntilla a un político que estaba de salida. "Es lamentable comprobar hasta qué punto se ha perdido el respeto entre nosotros, los socialdemócratas, y lo poco que vale la palabra dada", atizaba Gabriel.
Con el 'efecto Schulz' de la campaña electoral alemana completamente olvidado, el socialdemócrata abre paso a la sucesión en el partido y despeja el camino para que los militantes del SPD den el visto bueno final al acuerdo.
Salvar los muebles y no alargar el bloqueo político parecen ser sus únicos objetivos a corto plazo. A Alemania, que está con el Gobierno en funciones desde las elecciones de septiembre del año pasado, ya casi no le queda otra opción para evitar una repetición de los comicios. El 4 de marzo, fecha en la que se conocerán los resultados de la consulta entre los socialdemócratas, Schulz podrá empezar olvidar el año más negro de su carrera política.
"Todos sabemos qué difícil ha sido para él tomar esa decisión. Eso muestra una considerable talla humana", ha reconocido la jefa del grupo parlamentario SPD, Andrea Nahles, quien el pasado miércoles fue designada por el propio Schulz para sucederle al frente del partido.