La Unión Europea busca desesperadamente nuevos ingresos para tapar el enorme agujero que provocará el brexit en el presupuesto comunitario. Reino Unido es ahora el segundo mayor contribuyente neto a las finanzas europeas (sólo superado por Alemania) y su marcha dejará una brecha de hasta 14.000 millones de euros anuales. Si a ello se suman las nuevas tareas que Bruselas desea asumir en los próximos años, en particular el control de las fronteras o la seguridad y la defensa, la factura sube a alrededor de 20.000 millones de euros al año.
¿Cómo se repara este boquete que amenaza el funcionamiento de la Unión? En primer lugar, reduciendo gastos. El presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, ya ha confirmado que habrá tijeretazos de hasta el 30% a las subvenciones agrícolas y regionales. Pero los recortes no serán suficientes: se necesitarán más recursos para financiar las políticas de la UE, ya que Bruselas ve imprescindible aumentar el volumen global del próximo presupuesto para el periodo 2020-2017: del 1% a hasta el 1,2% del PIB comunitario.
La solución más obvia sería aumentar las contribuciones de los países miembros, que se basan en el nivel de renta y que ahora financian el 80% del presupuesto comunitario. Sin embargo, Bruselas pretende evitar a toda costa la lucha sin tregua que cada vez que se habla de dinero se desencadena entre contribuyentes y receptores netos de ayudas europeas. Los primeros (Alemania, Austria, Holanda y los nórdicos) reclaman minimizar su aportación, mientras que los beneficiarios (los socios del este) no quieren perder fondos. Una disputa que en el pasado se ha resuelto con un complicado sistema que incluía anomalías como el denominado 'cheque' británico.
Para salir de esta encrucijada, el Ejecutivo comunitario ha propuesto hasta cuatro nuevas fuentes de ingresos con las que financiar el presupuesto de la UE que eviten este tipo de disputas. El debate interesa especialmente a España, que por primera vez se convertirá en contribuyente neto a las arcas comunitarias. Cualquier recurso adicional reduciría las aportaciones directas que deben hacer los países miembros. Al mismo tiempo, los Gobiernos se resisten a cualquier iniciativa que suponga centralizar más poder en Bruselas. Quieren un control directo sobre el dinero. El debate se lanza en la cumbre informal de jefes de Estado y de Gobierno que se celebra el próximo viernes 23 de febrero.
El señoreaje
Este es el término que se utiliza para describir los ingresos que obtienen los Bancos Centrales y los Gobiernos por la emisión de dinero. Dado que los ingresos del Banco Central Europeo por imprimir euros, que ahora acaban en manos de los países miembros, están vinculados directamente a la unión económica y monetaria, podrían pasar a ser un nuevo recurso financiero de la UE, alega la Comisión. Dependiendo del porcentaje que se transfiera a Bruselas, la contribución del señoreaje a las arcas comunitarias oscilaría entre 10.500 y 56.000 millones de euros para un periodo de siete años (que es la duración del marco financiero de la UE).
Un impuesto europeo a las grandes empresas
Es una de las principales novedades incluidas en el documento de reflexión preparado para el debate de los líderes europeos. El Ejecutivo comunitario plantea que los Gobiernos transfieran a Bruselas un porcentaje de los ingresos obtenidos del impuesto de sociedades. Este plan está vinculado a las propuestas que ha presentado la Comisión para armonizar la base imponible de este gravamen (no los tipos) y a la nueva tasa que sopesa la UE para los gigantes de internet como Amazon o Facebook. Como las grandes multinacionales se benefician especialmente del mercado único europeo, deben contribuir a financiar la Unión. Dependiendo del modelo que se escoja y el tipo de interés que se aplique, una tasa europea a las empresas generaría ingresos entre 21.000 y 140.000 millones de euros en siete años.
La tasa del CO2
Desde el año 2005, la UE cuenta con un sistema de comercio de CO2 que constituye la piedra angular de su política de lucha contra el cambio climático. Los Gobiernos subastan parte de los permisos de emisión, que son adquiridos por industrias o aerolíneas para cubrir sus emisiones de gases de efecto invernadero. En la actualidad, todos los beneficios de este mercado van a las haciendas nacionales. Bruselas plantea que un porcentaje del dinero obtenido en las subastas de CO2 se transfiera al presupuesto de la UE. Dependiendo del precio de mercado del carbono, esta tasa podría generar ingresos de entre 7.000 y 105.000 millones en siete años.
El IVA
En la actualidad, la UE utiliza ya para financiarse un porcentaje del IVA que recaudan los Estados miembros. No obstante, el sistema vigente se basa en cálculos estadísticos muy complejos: se aplica una tasa uniforme del 0,3% a la base armonizada del IVA de cada Estado miembro. Bruselas propone simplificar el sistema y calcula unos ingresos para el presupuesto comunitario de entre 105.000 y 140.000 millones en siete años.
Miscelánea
Otras fuentes adicionales de ingresos que ha planteado la Comisión en el pasado quedan de momento aparcadas, aunque no hay que descartar que se resuciten en los próximos meses. En primer lugar, la tasa para reducir el consumo de plástico que propuso en enero el comisario de Presupuestos, Günther Oettinger. La idea no aparece en el documento que se discutirá en la cumbre del 23 de febrero. Bruselas ha sugerido además que la tasa de cinco euros que deberán pagar en el futuro los viajeros extracomunitarios para entrar en la UE vaya al presupuesto europeo. También pretende apropiarse de parte de los ingresos de la futura tasa a las transacciones financieras (si alguna vez se crea) o de los impuestos a la electricidad o a los carburantes.