Bruselas

Los países nórdicos, halcones de la disciplina presupuestaria, se rebelan contra los planes del presidente francés, Emmanuel Macron, para impulsar una mayor integración en la eurozona tras el brexit con el fin de aumentar su resistencia ante futuras crisis. Cualquier reforma de la unión económica y monetaria debe centrarse en las necesidades reales y no en utopías o sueños inalcanzables, avisan los ministros de Finanzas de Holanda, Irlanda, Finlandia, Suecia, Dinamarca y los países bálticos en una declaración conjunta publicada este martes. Estos ocho países quieren enterrar las ideas más ambiciosas de Macron y del presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, como la creación de un superministro de Finanzas de la UE o un presupuesto de estabilización específico para la eurozona.

"La profundización de la unión económica y monetaria debe hacer hincapié en las cuestiones que aporten auténtico valor añadido y no en trasferencias de competencias de largo alcance a la UE. Por ese motivo, la discusión debe encontrar un consenso sobre las 'cosas necesarias', en lugar de centrarse en las 'cosas bonitas'", señala el 'club de los ocho'. Una manera poco sutil de descalificar el propósito de Macron de "refundar" la eurozona y la UE que anunció en su discurso de la Sorbona en septiembre del año pasado.

El presidente francés cuenta no sólo con el apoyo de Juncker sino también de países como España, Portugal o Grecia. Además, tras meses de parálisis, ha logrado sumar a su proyecto al nuevo Gobierno de Gran Coalición de Angela Merkel, ya que los socialdemócratas se han quedado con el ministerio de Finanzas y han impuesto un programa marcadamente europeísta. Sin embargo, el auge de los partidos euroescépticos en las elecciones en Italia y el frente unido de oposición de los nórdicos amenazan con hacer encallar de nuevo sus planes.

Quitas a la deuda pública

Para estos países, la clave para una eurozona más fuerte no está en las medidas que se adopten a nivel europeo sino en los ajustes nivel nacional. Los Gobiernos deben aprovechar la actual bonanza económica para acumular reservas presupuestarias que les permitan responder a la próxima crisis, en lugar de confiar en un rescate de Bruselas. A nivel de la UE, los esfuerzos deben centrarse en completar la unión bancaria, pero no acelerando la creación de un sistema europeo de garantía de depósitos, como piden Francia o España, sino reduciendo los riesgos financieros a nivel nacional.

Los "halcones" del norte apoyan transformar el mecanismo de rescate de la UE (MEDE) en un auténtico Fondo Monetario Europeo. No obstante, exigen que la toma de decisiones quede en manos de los Estados miembros y no haya más transferencias de poder a Bruselas. Además, proponen que los titulares de deuda pública asuman pérdidas en forma de quitas o reestructuraciones antes de cualquier rescate con fondos públicos. Finalmente, defienden que en el futuro las ayudas de la UE deben estar condicionadas a la puesta en marcha de reformas que mejoren la competitividad de los países.

Tras el cambio de bando de Alemania, que hasta ahora ejercía de abanderada de la austeridad presupuestaria, el primer ministro holandés, Mark Rutte, se ha convertido en el líder del grupo de los nórdicos. "La UE no es, en mi opinión, un tren imparable que acelera hacia el federalismo", dijo Rutte en un discurso sobre el futuro del proyecto europeo pronunciado la semana pasada precisamente en Berlín. A su juicio, la salud de la eurozona depende de que los Estados miembros respeten el Pacto de Estabilidad y Crecimiento.

"La receta para tener una tarta más grande no es tener fondos de rescate centralizados o imprimir más dinero, sino reformas estructurales y presupuestos saneados. (...) Los fondos europeos deben ser un último recurso, no los primeros auxilios", sostiene Rutte. Llama la atención la presencia entre los firmantes de Irlanda, que pasa de país rescatado a oponerse a los rescates. La otra sorpresa de la carta conjunta de los ocho es que la suscriben también Suecia y Dinamarca, que no están en el euro por decisión propia. La declaración reclama que las discusiones sobre la reforma de la eurozona incluyan a los 27 Estados miembros que se quedan tras la marcha de Reino Unido. 

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