Daniel Cohn-Bendit (Montauban -Francia-, 73 años) no quiere dar más explicaciones sobre mayo del 68. "He hablado durante 49 años del 68. Basta", se quejaba en la cadena TV5 el pasado 15 de abril. Para conmemorar la efeméride, acaba de publicar una biografía futbolística cuyo título (Sur les crampons... la plage) parafrasea sin embargo uno de los lemas de la revuelta estudiantil de París: Bajo los adoquines, la playa. En las entrevistas sólo quiere hablar de fútbol ("Siempre voy con con Francia contra Alemania") o de vino ("Soy sobre todo de tinto"). En los 50 años transcurridos, Cohn-Bendit ha vivido varias metamorfosis: del 'Dany el Rojo' revolucionario anarquista en las calles de París al 'Dany el Verde' líder de la causa ecologista, para convertirse después en apóstol de la Europa federal y en aliado del presidente francés, Emmanuel Macron.
Pero para la mayoría de la opinión pública europea, sigue siendo la cara del mayo del 68 francés. Hace justo 50 años, el jueves 6 de mayo de 1968, Cohn-Bendit, un joven pelirrojo de 23 años, participa en una sentada en el céntrico bulevar Saint-Michel en el barrio Latino de París para denunciar la represión policial contra las protestas universitarias que se venían sucediendo desde marzo. Su foto sonriendo desafiante y burlón a un policía cubierto con un casco negro da la vuelta al mundo. 'Dany el Rojo' se convierte en icono de la revuelta y encabeza la manifestación del 13 de mayo cuando las protestas estudiantiles se expanden hasta convertirse en huelga general. Al no tener la nacionalidad, el Gobierno francés ordena el 21 de mayo su expulsión del país. Una prohibición de entrada que sólo se levantará 10 años más tarde.
En realidad, la carrera de Cohn-Bendit como líder estudiantil contestatario había comenzado en 1967 en la Universidad de Nanterre, a las afueras de París, donde estudiaba sociología: ocupación de la residencia universitaria para chicas, cuyo acceso estaba prohibido entonces a los hombres; o huelga para protestar por los exámenes. En enero de 1968, se encaró con el ministro de Juventud y Deportes, de visita para inaugurar la piscina del centro deportivo universitario, porque su departamento no tenía en cuenta "la dimensión sexual de la juventud". El 22 de marzo de ese año, tras la detención de varios estudiantes que se manifestaban contra la guerra de Vietnam, Cohn-Bendit organizó la ocupación de la torre administrativa de la facultad. Es el principio del 'Movimiento del 22 de marzo', que desembocó en el mayo del 68. Durante esos días, 'Dany el Rojo' actuó a la vez como agitador y conciliador, frenando cualquier estallido de violencia, según reconoció después el jefe de la policía de París.
Europa como única utopía
En diciembre de 2014, 46 años después de la revuelta, Cohn-Bendit fue investido doctor honoris causa por la misma Universidad de Nanterre. "Puede parecer paradójico que el presidente de la universidad haga el elogio del más celebre estudiante contestatario que nunca hemos tenido", dijo durante la ceremonia el responsable universitario, Jean-François Balaude. Tras saludar irónicamente al "camarada-presidente", Cohn-Bendit se distanció de aquellos días e hizo profesión de fe europeísta. "Sé que muchos me consideran un traidor, mi pensamiento de hoy no es el del 68, mi situación social tampoco es la del 68 (...) Europa es la única utopía que vale la pena hoy. Es cierto que Europa no funciona, pero de todas formas es un sueño extraordinario. Hay que tener ganas de hacer cosas, no sólo de denigrar", explicó.
Tras su expulsión de Francia en mayo del 68, Cohn-Bendit se instala en Fráncfort, donde trabaja como educador en una escuela infantil 'antiautoritaria', en una librería y en una revista anarquista. En 1984 se afilia al partido de los Verdes alemanes y junto con Joschka Fischer, que llegaría a ser ministro de Exteriores, lo transforma en una fuerza capaz de llegar al Gobierno. Desde ahí participa en la constitución de un movimiento verde europeo no preocupado sólo por cuestiones medioambientales, sino también sociales y políticas. Entre 1989 y 1997, ejerce de concejal de asuntos multiculturales en el Ayuntamiento de Fráncfort, en una coalición con los socialdemócratas.
Nacido de padres judíos alemanes que huyeron a Francia de la persecución nazi, Cohn-Bendit fue apátrida durante 14 años, con un documento de identidad expedido por la Oficina Francesa de Protección de los Refugiados. Finalmente acaba escogiendo la nacionalidad alemana para no hacer el servicio militar, como él mismo ha confesado. Desde mayo del 68, 'Dany el Rojo' ha protagonizado una de las carreras políticas más atípicas en Europa. Es la única persona que ha sido elegido diputado en el Parlamento Europeo (entre 1994 y 2014) tanto por Alemania como por Francia. Un periodo durante el que defendió incansable un federalismo europeo para contrarrestar cualquier forma de nacionalismo. En 2015, a los 70 años, obtuvo finalmente también la nacionalidad francesa. "Soy el más francés de los alemanes y el más alemán de los franceses", presume.
Del anarquismo revolucionario y antiautoritario que profesaba en mayo de 1968, Cohn-Bendit ha pasado a definirse como "liberal libertario". "El gran error del 68 es que sentíamos una necesidad de democracia pero teníamos un vocabulario marxista leninista o anarquista del siglo XIX que nos impedía ir más lejos hacia la democracia", dijo con motivo de la publicación en 1986 de La Revolución y nosotros, que la quisimos tanto. Un libro que marca el abandono de cualquier ideal revolucionario en favor de una democracia radical. Sus posiciones reformistas, de defensa del modelo nórdico de flexiseguridad o incluso de la privatización de algunos servicios públicos le han alejado también de la izquierda ortodoxa francesa.
Su momento más amargo se produce en 2001, cuando estalla una polémica por su libro El Gran Bazar -que había publicado en 1975-, en el que narra algunas experiencias como educador en la escuela infantil de Fráncoft, y por el que se le acusa de pedófilo. Unas acusaciones que han esgrimido contra él enemigos políticos como Marine y Jean-Marie Le Pen o el liberal François Bayrou. "Me ha pasado varias veces que algunos niños abrían mi bragueta y comenzaban a hacerme cosquillas. Yo les preguntaba: ¿por qué no jugáis juntos, por qué me elegís a mi y no a otros niños? Pero si insistían, yo les acariciaba pese a todo", relata en un pasaje del libro.
Cohn-Bendit ha negado siempre que cometiera ningún acto pedófilo y atribuye lo que escribió a "un signo loco de los tiempos". Una línea de defensa que ha sido respaldada por los padres de los niños de la escuela infantil de Fráncfort, que montaron una campaña de apoyo. El político de las mil reencarnaciones logró sobrevivir a este episodio negro. "En esos tiempos, mucha gente, incluido yo mismo, escribió algunas tonterías. La provocación era una ideología", explicó al Financial Times.
Superar la división entre derecha e izquierda
De sus 20 años en el Parlamento Europeo queda su esfuerzo por dar titulares a la prensa incluso en los debates más áridos, sus intervenciones a voz en grito o su entusiasmo que rozaba a veces con el histrionismo. Desde la Eurocámara ha seguido trabajando para impulsar tanto el federalismo europeo como el ecologismo, hasta que decidió no presentarse a las elecciones de mayo de 2014. En su penúltima metamorfosis, Cohn-Bendit respaldó la candidatura de Emmanuel Macron para la presidencia de Francia, no sólo para derrotar a Le Pen sino también por su europeísmo.
"Yo soy verde desde hace mucho tiempo y yo soy un verde centrista desde hace mucho tiempo. Siempre he dicho que había que superar la división entre la izquierda y la derecha", sostiene ahora 'Dany el Rojo'. Un personaje "dispuesto a erosionar las fronteras entre ideologías así como entre países", según le definió el diario británico The Independent.
¿Puede equipararse el malestar actual en la UE con la situación en mayo del 68?, le han preguntado a Daniel Cohn-Bendit en una de sus recientes entrevistas. "No es el mismo mundo. Hoy vivimos en una situación angustiada. La sociedad del 68 no estaba angustiada. Pedíamos libertad. Era una revuelta contra el autoritarismo. Hoy es diferente. Los jóvenes sienten angustia sobre el futuro, una angustia que comprendo. Pero nosotros no teníamos esa angustia", sentencia.