A Italia se le ha olvidado el ingenio. Los parlamentos fragmentados, la ausencia de mayorías y los pactos imposibles no son novedad en este país. Pero esta vez a sus protagonistas les ha faltado la habilidad en la negociación de la que siempre han presumido. Agotadas ya casi todas las sumas políticas, el presidente de la República, Sergio Mattarella, compareció este lunes para invocar un inminente “Gobierno neutral”. Es decir, un Ejecutivo técnico que tendría como único cometido preparar la nueva ronda electoral.
El jefe de Estado instó a los partidos políticos a apoyar esta salida por la calle del medio. Aunque tanto el Movimiento 5 Estrellas (M5E) como la Liga Norte, los grandes vencedores de los pasados comicios, rechazaron la oferta y pidieron elecciones lo antes posible. Ambos han estado cerca de firmar un pacto electoral, pero la presencia de Silvio Berlusconi en la coalición derechista que encabeza la Liga lo ha impedido, debido al rechazo recíproco que se profesan el exprimer ministro y el M5E.
Ya en el tiempo de descuento, desde la formación leguista le pidieron a Berlusconi que acepte algún tipo de cohabitación con el partido liderado por Luigi Di Maio para evitar la repetición de elecciones, pero la respuesta oficial fue de nuevo negativa. No obstante, una fuente anónima citada por Reuters afirmó que el exprimer ministro se “estaría pensando” dar un paso a un lado y favorecer el acuerdo.
Aunque sería una sorpresa, Berlusconi no puede mantenerse al margen porque con la figura emergente de Matteo Salvini como líder de la Liga Il Cavaliere quedaría fuera de juego en el campo conservador. Por su parte, Salvini no quiere abandonar del todo a Berlusconi ya que sus escaños le son útiles para negociar en posición de superioridad. El M5E dobla en votos a la Liga, pero se sitúa cinco puntos por detrás de la alianza derechista.
La designación de un primer ministro es una de las prerrogativas que ostenta el jefe
del Estado y que ha tratado de evitar hasta el último momento. Aunque ahora las circunstancias obligan. “Un buen árbitro espera no hacerse notar, pero para eso los jugadores deben ser correctos”, le dijo Mattarella a los capitanes de la Juventus y el Milan, finalistas de la Copa de Italia, que acudieron este martes de visita al Palacio del Quirinal. El nombramiento del nuevo presidente del Gobierno será el primer paso para poner en marcha una legislatura que nace muerta.
Nuevo primer ministro
Se especula con que será probablemente primera ministra, un cargo que nunca ha ocupado una mujer en la historia de Italia. Se busca un personaje con carácter europeísta, prestigio institucional y experiencia en el mundo de la judicatura o de alguna institución económica comunitaria. El mensaje es claro: tranquilizar a la UE y a los mercados, que ya andan preocupados por la inestabilidad política.
En las quinielas solo se manejan nombres de tecnócratas ya que nadie quiere quemarse en un cargo efímero. La designación del jefe de Gobierno se podría producir ya este miércoles y vendrá acompañado de todos los ministros, nombrados también por el presidente de la República, entre los que se espera la presencia de un buen número de mujeres.
Proceso institucional
Antes de ser votado por el Parlamento, los miembros del Gobierno refrendarán su cargo ante el presidente de la República, lo que garantiza que el Ejecutivo asumirá sus funciones independientemente de su duración. Justo después el gabinete debe recibir la confianza de Cámara y Senado, donde ya sí se puede ver truncado. Sin el voto a favor del Movimiento 5 Estrellas y la Liga, es imposible obtener la mayoría en las cámaras, por lo que habría que disolverlas y convocar nuevas elecciones.
Tiempos
Con el viento a su favor, Di Maio y Salvini quieren acudir a las urnas cuanto antes. Ambos incluso se pusieron de acuerdo para hablar del 8 de julio, pero la primera fecha hábil sería el 22 de ese mismo mes. Berlusconi parece decantarse por ganar tiempo y repetir elecciones en otoño, esperando además que la Corte de Derechos Humanos de la UE retire su inhabilitación y se pueda presentar como candidato. Por su parte, al Partido Democrático también le interesa dejar pasar los meses para reflexionar sobre su batacazo electoral. Un debate que podría coincidir con el proceso interno para elegir un nuevo secretario general.
La fecha preferida de Mattarella sería diciembre, con el objetivo de que haya un Gobierno en plenitud de funciones que pueda aprobar los presupuestos y que acuda a las próximas citas de la UE, como él mismo afirmó públicamente. La segunda alternativa sería otoño, en un ejercicio de cautela, ya que lo último que querría Mattarella es entrar en una espiral de urgencias. El jefe del Estado quiere transmitir calma a sus socios europeos, mientras los analistas ya alertan del peligro que pueden suponer para la economía unas elecciones precipitadas en julio. Este martes la prima de riesgo subió 10 puntos y la Bolsa de Milán fue la peor del continente con una caída del 2,2%.
Probabilidades electorales
Si se repiten las elecciones, la gran pregunta es si se modificará o no la ley electoral, ya que con la actual los partidos han sido incapaces de formar una mayoría. Una nueva norma que otorgara un premio de mayoría a la lista más votada, en contraposición con la actual que favorece las coaliciones, haría todo más fácil. Pero todo dependerá de la fecha elegida para volver a las urnas, ya que en un periodo de dos meses sería complicado ponerse de acuerdo.
Con la actual ley, dos son los escenarios más probables: que la coalición derechista termine de dar el salto necesario para una mayoría o que finalmente Movimiento 5 Estrellas y Liga terminen pactando. El gran beneficiado en las últimas encuestas es Matteo Salvini, reforzado como líder de la derecha y consolidado como opción factible para la ciudadanía. La expectativa de voto lo aúpa por encima del 22% (17% en las anteriores elecciones), mientras que cerca del 50% de los italianos lo aprueban como líder. Según los sondeos, el M5E mantendría unas cifras similares a los anteriores comicios, con un fuerte apoyo pero sin mayoría. Mientras la Forza Italia de Berlusconi y el Partido Democrático de Matteo Renzi continuarían hundiéndose en detrimento de sus adversarios.