Luigi Di Maio y Matteo Salvini han vuelto a sacar los colmillos que durante meses trataron de ocultar. En plena 'operación Gobierno', los respectivo líderes del Movimiento 5 Estrellas (M5E) –especialmente ellos- y la Liga han tratado de moderar sus posturas hacia la Unión Europea, conscientes de que sus anteriores postulados levantarían una polvareda en los despachos de Bruselas y del poder económico italiano que podrían comprometer su llegada al Ejecutivo. Ahora, sin embargo, con el programa conjunto ya cerrado, el euroescepticismo de ambos partidos ha vuelto a aflorar.
Este miércoles los dos líderes siguieron al ataque. “El diálogo con la UE será máximo, pero Italia no puede ser subalterna de las dinámicas de los eurócratas. Cuanto más nos ataquen, más nos harán entender que vamos por el buen camino”, aseguró Di Maio a los periodistas que lo esperaban tras una nueva reunión con su socio. Salvini, por el contrario, utilizó un mensaje de vídeo en Facebook para afirmar que “el diferencial sube, las bolsas bajan y llegan las amenazas desde Europa, pero esta vez se cambia para que haya más trabajo, menos clandestinos, más seguridad y menos impuestos”.
Los mercados habían reaccionado con temor ante un borrador del programa que ambos habían redactado el pasado lunes. En el documento, anticipado por la versión italiana del Huffington Post, quedaba negro sobre blanco que se establecerían los "procedimientos técnicos” para permitir “recuperar la soberanía monetaria o quedar fuera [del euro] a través de una cláusula permanente”. Además, incluía una petición al Banco Central Europeo de una quita de los títulos del Estado italiano que tiene la institución por valor de 250.000 millones de euros, lo que supondría un 10% del total de la deuda italiana. La Bolsa de Milán fue la peor plaza europea con una caída del 2,3% y el diferencial con el bono alemán subió por momentos hasta los 150 puntos, un nivel todavía moderado.
El M5E y la Liga alegaron después que ese programa, en el que también mostraban su rechazo a las sanciones a Rusia, "era una versión antigua". Y horas más tarde los medios italianos publicaron el programa ya cerrado –que los partidos se apresuraron a filtrar en el que matizaban sus posturas. Ya no había rastro de la cancelación de la deuda y la hipotética salida del euro se planteaba como una invitación a replantear los vínculos económicos "junto a los socios europeos, incluida la moneda única, con el espíritu de retornar a la situación pre Maastricht".
El acuerdo también prevé endurecer la política migratoria, acelerar las repatriaciones y el "cierre inmediato de todas las asociaciones islámicas radicales, incluidas mezquitas irregulares". Para cuando se dio a conocer este texto, el clima de inquietud acerca de las intenciones de quienes se postulan como socios de gobierno se había instalado ya en los despachos.
En realidad, los roces venían de antes. Algo extraño sucedió el pasado lunes, cuando M5E y Liga se reunieron en el palacio del Quirinale con el presidente de la República, Sergio Mattarella. Los líderes de ambos partidos habían solicitado el encuentro, asegurando que tenían listo un “contrato de Gobierno”, pero salieron de allí pidiendo más tiempo. Di Maio, quien se vería sin más opciones en caso de que el pacto con la Liga se frustrase, fue más posibilista. Salvini, al que le queda el refugio de una coalición de derechas que podría sumar más votos en unas hipotéticas nuevas elecciones tras la rehabilitación política de Silvio Berlusconi, parecía a un paso de la ruptura.
Dudas en la Unión Europea
El caso es que desde Bruselas comenzaron a salir declaraciones que despertaban dudas ante el futuro Gobierno antiesblishment. Primero fue el comisario europeo en materia de migración, Dimitris Avramopoulos, quien dijo que esperaba que “no hubiera cambios en la política migratoria” con el nuevo Ejecutivo italiano. Y después, el vicepresidente de la Comisión, Jyrki Matainen, siguió en la misma línea: “Las reglas del Pacto de Estabilidad se aplican a todos los Estados miembros y no hay señales de que la Comisión concederá una excepción a nadie”.
Matteo Salvini, quien ha defendido siempre modificar los tratados europeos y hablar en la UE con voz propia, salió al paso esa noche para reforzar su idea de que “desde la Unión Europea se produce la enésima e inaceptable interferencia de quien no ha sido elegido”. “Hemos acogido y les hemos mantenido ya demasiado, ahora es el momento de la legalidad, la seguridad y las deportaciones", añadió el líder de la Liga, que centra habitualmente su mensaje en la inmigración.
Luigi Di Maio asumió también el discurso de su aliado asegurando que hay “mucho miedo en un cierto establishment ante el cambio”. El Financial Times había publicado además un editorial el mismo día en el que mencionaba que los “bárbaros llegaban al Gobierno de Roma”, ante lo que Di Maio respondió: “Pero, ¿cómo os permitís?”.
Que los mensajes de alarma comenzaran a circular tras la reunión frustrada en el Quirinale dan que pensar que lo que escuchó allí Mattarella –impreso en ese anticipo del programa, luego rechazado por los partidos– no gustó nada a nivel institucional. Y además sirvió para que Di Maio y Salvini respondieran de forma beligerante ante los mensajes externos. No deja de ser paradójico que fuera Silvio Berlusconi, que dio su bendición para que ambos pactaran antes de ser rehabilitado, quien añadiera que “en la UE hay preocupación por lo que pasa en Italia, aunque no un complot contra M5E y Liga”, en unas declaraciones durante la cumbre del Partido Popular europeo que se ha celebrado en Sofía.
Distintos analistas financieros afirmaron que los mercados habían dado por descontado que los aspectos más extremos de los programas se habían pulido. Mientras, un aluvión de expertos salió a explicar que el BCE no podría condonar la deuda transalpina, ya que lo impiden los tratados europeos y además la mayor parte está en manos del Banco Central italiano. Es decir, permitir que no se cobren estos bonos supondría que quienes perderían dinero serían los ciudadanos que han invertido en bonos nacionales.
El Movimiento 5 Estrellas defendió durante años un referéndum para la salida del euro. Y aunque con la llegada de Di Maio han mostrado total respeto por el marco regulatorio europeo, el fundador, Beppe Grillo, ya ha retomado esta idea recientemente en un par de entrevistas. Mientras, en la Liga siempre han hablado más claro. No son partidarios de abandonar la moneda común, pero sí de modificar los tratados –especialmente el de Dublín, que obliga a los Estados a acoger a los migrantes que lleguen a su territorio– saltarse las rigideces que implica el Pacto de Estabilidad (límite de déficit del 3%) y rechazan la integración monetaria.
El abandono de una actitud complaciente hacia la Unión Europea no sólo es la razón de ser de ambos, sino que explica su éxito en las pasadas elecciones. Por eso tanto los burócratas europeos como los empresarios italianos se habían mantenido bastante cautos hasta el momento, ya que cualquier advertencia puede alimentar el discurso de la “injerencia externa” que defienden las dos formaciones euroescépticas, como así se ha demostrado ahora. En los próximos días se podrá comprobar si el rechazo de los mercados es frontal o es mejor dejar hacer para no empeorar las cosas.