"En estos momentos, parafraseando a El Gatopardo de Lampedusa, tengo la impresión de que Londres cree que todo debe cambiar en la UE para que todo siga igual para Reino Unido", se queja un alto funcionario europeo en un tono inusualmente duro incluso en las conversaciones fuera de micro. El mal ambiente se ha apoderado de la ronda de negociaciones del brexit celebrada esta semana en Bruselas, con cruce de reproches y amenazas incluido. Los dirigentes comunitarios acusan al Gobierno de Theresa May de querer conservar todas las ventajas de pertenecer a la Unión sin ninguna de las obligaciones asociadas. Los británicos replican que la falta de flexibilidad de Bruselas supone un riesgo para la seguridad de continente.
"La precondición para que las discusiones sean fructíferas es que Reino Unido acepte las consecuencias de sus propias decisiones. Me preocupa que, si el debate continúa en los términos actuales, dentro de tres meses se acabe responsabilizando a la UE de la decisión del brexit. Necesitamos que Reino Unido acepte las consecuencias de sus propias decisiones", insiste el alto funcionario, que ha pedido no ser identificado por lo sensible de las negociaciones. A su juicio, May está "persiguiendo fantasías".
Las críticas no han sentado bien a la delegación británica. Para el ministro de Finanzas, Philip Hammond, este tipo de comentarios "no son especialmente útiles". El asesor de May sobre el brexit, Olly Robbins, que no suele mezclarse en público en este tipo de disputas, ha salido este viernes en defensa de la delegación británica. "Muy orgulloso del equipo que ha trabajado muy duro en las negociaciones técnicas en Bruselas esta semana. Las propuestas de Reino Unido para una relación profunda (con la UE) se han presentado de forma serena y profesional", ha escrito en su cuenta de Twitter.
Pero a los negociadores europeos les ha sorprendido el planteamiento que ha puesto sobre la mesa la delegación británica. En lugar de cerrar los flecos pendientes del divorcio, parece que Londres esté pidiendo ya el reingreso en la UE. May se plantea quedarse más tiempo en la unión aduanera para resolver el problema de la frontera con Irlanda. Además, la delegación británica ha comunicado esta semana en Bruselas que el acuerdo de libre comercio que le propone la UE tras el brexit le parece poco ambicioso y que desea una relación futura más estrecha.
Reino Unido solicita también continuar en el programa de I+D de la UE, en Europol, en la euroorden o en el sistema de navegación por satélite Galileo, el equivalente al GPS estadounidense. Y mantener el actual flujo de datos entre Bruselas y Londres, como si el brexit no fuera a producirse. En materia de seguridad exterior, el Gobierno de May reclama acceso privilegiado a la información de la UE y participar en la toma de decisiones, enviado a funcionarios británicos a las instituciones comunitarias de forma permanente.
La posición del Gobierno de May ha generado alarma no sólo en Bruselas sino también entre los partidarios más acérrimos del brexit en su propio partido. El líder de esta corriente, Jacob Rees-Moog, acusa a la primera ministra de convertir a Reino Unido en un "Estado vasallo" de la UE y "estafar" a los votantes del referéndum del 23 de junio de 2016. "Estamos llegando a un punto en el que cabe preguntase si el Gobierno quiere realmente irse", denuncia.
Amenazas sobre Galileo
El principal tema de discordia en las negociaciones de esta semana ha vuelto a ser Galileo. Reino Unido exige a la UE que sus empresas sigan participando en el programa en las mismas condiciones y que no se le restrinja el acceso a la señal encriptada de máxima seguridad. De lo contrario, amenaza con construir un sistema alternativo y exigir la devolución de los 1.400 millones de euros que ha invertido hasta ahora.
"Nuestro plan ha sido siempre actuar como un miembro central del proyecto Galileo, contribuyendo financiera y técnicamente. Si eso se demuestra imposible, entonces Reino Unido deberá ir en solitario, posiblemente con otros socios que no sean ni la UE ni Estados Unidos, para construir un tercer sistema en competencia", ha asegurado Hammond este viernes en el Ecofin.
"Reino Unido quiere que Galileo deje de ser un programa de la UE para ser un programa conjunto entre la UE y Reino Unido, y eso es mucho pedir", replica el alto funcionario europeo consultado. "Los británicos pretenden tener un acceso privilegiado a los elementos relacionados con la seguridad de la señal encriptada y seguir fabricando los módulos de seguridad, lo que significa que tras el brexit, Reino Unido tendría la posibilidad siendo un país tercero de apagar la señal para la UE. Además, eso les daría información que en la actualidad ni siquiera tienen todos los Estados miembros", subraya.
Los europeos ni se plantean devolverle a Londres el dinero que ya ha invertido en Galileo. "No negociamos bajo la presión de la amenaza". Los costes del proyecto están ya incluidos en la factura del brexit y pedir su reembolso es "inaceptable" y significaría dar marcha atrás en los compromisos firmados sobre el divorcio, avisan en Bruselas.
Brecha de seguridad
En las conversaciones de esta semana, Londres ha pedido también a la UE una cooperación a la carta en materia de seguridad y lucha contra el terrorismo y el crimen organizado. "Una relación basada únicamente en los precedentes existentes con países terceros, como algunos parecen sugerir, conduciría a una reducción sustancial y evitable en nuestras capacidades de seguridad compartidas", ha escrito el negociador jefe británico, David Davis, en Twitter.
La delegación europea admite que el brexit crea una "brecha significativa" en términos de seguridad, pero replica que Londres debería haberlo tenido en cuenta durante la campaña del referéndum. "Nos sorprendió que Reino Unido parecía querer transferir a la UE la responsabilidad de sus propias decisiones", señalan las fuentes consultadas.
Bruselas está dispuesta a negociar por ejemplo un tratado de extradición bilateral con Londres. Pero deja claro que los británicos no pueden quedarse en la eurooden ni en Europol ni en las bases de datos del sistema de información Schegen. Para ello deberían aceptar seguir aplicando la legislación comunitaria y respetar la jurisdicción del Tribuna de Justicia de Luxemburgo.
Sin progresos sobre Irlanda del Norte
Tampoco ha habido avances esta semana en las discusiones para evitar que vuelva a erigirse una frontera física entre Irlanda e Irlanda del Norte, algo que las dos partes consideran prioritario para preservar el Acuerdo de Paz del Viernes Santo en el Ulster. La solución propuesta por el Gobierno de May consiste en que Reino Unido se quede temporalmente en la unión aduanera hasta que se encuentre una solución tecnológica que evite los controles fronterizos.
Pero la Unión Europea rechaza este plan por dos motivos. En primer lugar, para evitar una frontera dura no es suficiente que Londres continúe en la unión aduanera sino que tendría que mantener una armonización legislativa en determinadas áreas del mercado único. Pero a la vez, ni siquiera esta alternativa convence a Bruselas porque permitiría a los británicos elegir de forma selectiva elementos del mercado interior.
Los negociadores comunitarios reclaman una solución específica para Irlanda del Norte, que debería permanecer en el mercado único y la unión aduanera mientras el resto de Reino Unido se marcha. "Tenemos que acabar con la fantasía de que hay una solución que puede aplicarse al conjunto del Reino Unido", señala el alto funcionario. May ya ha dejado claro que nunca aceptará un estatus especial para Irlanda del Norte porque eso supondría crear una nueva frontera en el mar de Irlanda y romper Reino Unido.
Bruselas y Dublín exigen a Londres que presente nuevas alternativas antes de la cumbre de líderes europeos del 28 y 29 de junio. Para entonces, los europeos esperan "progresos significativos" sobre la cuestión de la frontera en Irlanda. En el Consejo Europeo se discutirán además las negociaciones entre Madrid y Londres sobre el futuro de Gibraltar, que de momento no han dado resultados y podrían también hacer descarrilar la negociación. El plazo para cerrar el Tratado del brexit termina en octubre y los asuntos pendientes son todavía muchos.