"Desafortunadamente, vamos hacia un G-6 más uno, con Estados Unidos en solitario contra todos los demás". Este es el descarnado diagnóstico que ha hecho el ministro francés de Finanzas, Bruno Le Maire, de los preparativos de la cumbre del G-7 que se celebra a partir del próximo viernes en Canadá. El encuentro tendrá lugar en un ambiente de máxima tensión por las últimas decisiones adoptadas por el presidente norteamericano, Donald Trump: desde la retirada del acuerdo nuclear con Irán hasta los aranceles al acero y al aluminio. Unas medidas cuyos principales damnificados son los aliados más estrechos de EEUU, el resto de miembros del G-7: Francia, Alemania, Italia, Reino Unido, Canadá y Japón.
"No sirve de nada ocultar que la noticia de la cumbre en Canadá es el desacuerdo dentro del G-7 o, para decirlo más claramente, el desacuerdo entre Estados Unidos y el resto del grupo", confiesa un alto funcionario de la UE que pide que no se revele su identidad por no estar autorizado a hablar en público de estas cuestiones. "Eso garantiza que las discusiones en Canadá serán animadas", ironiza. Los augurios no pueden ser más negativos. La última llamada telefónica de Trump al presidente francés, Emmanuel Macron, que presume de ser su principal interlocutor en la UE, acabó de forma "terrible", según la CNN. Y los ministros de Economía del G-7 fracasaron en su intento de consensuar una declaración común el fin de semana pasado en la reunión en la que participó Le Maire.
La disputa preocupa particularmente a la UE. El G-7 ha sido desde su creación el impulsor de un orden internacional basado en reglas y guiado por los valores de libertad, democracia, imperio de la ley o respeto de los derechos humanos. Un orden fundado precisamente por Estados Unidos tras la Segunda Guerra Mundial y que ahora el unilateralismo de Trump pone en riesgo.
Los líderes de este nuevo G-6 emergente aprovecharán la cumbre de Canadá para afearle al presidente de Estados Unidos los recargos arancelarios del 25% al acero y del 10% al aluminio. Creen que el argumento de defensa de la seguridad nacional que esgrime Trump es un sinsentido y que se trata de una medida proteccionista que vulnera el derecho internacional. También protestarán de nuevo por la retirada del acuerdo de Irán. Pero no se hacen ilusiones: ya han constatado que su capacidad de influencia sobre el antiguo magnate inmobiliario es nula.
¿Es posible una agenda positiva?
"Tenemos muy pocas esperanzas de lograr convencer al presidente Trump de que cambie su política, tanto sobre el acero y aluminio como sobre Irán. Pero no hay duda de que todos los líderes presentes en la mesa expresarán su punto de vista sobre esas decisiones, y eso no será muy agradable de escuchar para él", explica el alto funcionario. "La única forma de tratar con nueva administración americana es demostrar nuestra unidad, pero sin pánico ni histeria", agrega.
El resultado podría ser que la cumbre del G-7 termine sin un comunicado conjunto, algo que tiene pocos precedentes. Los negociadores de EEUU y el resto del grupo siguen sin ponerse de acuerdo en los párrafos que se refieren al comercio y a la lucha contra el cambio climático, dado que Trump se retiró también del acuerdo de París. Otra posibilidad es un acuerdo de mínimos, un lenguaje común que deje claras las discrepancias, pero que ponga el énfasis en la voluntad de las grandes potencias de seguir trabajando juntas.
Y es que la Unión Europea todavía no renuncia a tratar de construir una "agenda positiva" con Trump. A centrarse únicamente en las áreas en las que el pacto es posible. Así, en la cumbre del G-7 se abordará la posibilidad de reformar la Organización Mundial del Comercio (OMC). El objetivo es que se ocupe de nuevas tareas, como la defensa de los derechos de propiedad intelectual o la reducción de los subsidios públicos, y también mejorar los mecanismos para que se apliquen sus decisiones. "Si EEUU quiere reformar la OMC, implícitamente admite el valor de la OMC, de un sistema comercial basado en reglas, y eso es lo que queremos", subrayan las fuentes consultadas.
En materia de política internacional, los líderes del G-7 abordarán también cuestiones en las que sí están de acuerdo, como la estrategia para forzar la desnuclearización de Corea del Norte; o la renovación de las sanciones contra Rusia por tratar de desestabilizar Ucrania. La prioridad para la UE es en todo caso salvar a toda costa la relación transatlántica.
"Estados Unidos no puede ser sustituido por China o Rusia. Así que no podemos permitir que estas turbulencias estacionales se conviertan en una tendencia a largo plazo. La alternativa sería un orden mundial postOccidental basado en valores completamente diferentes y no podemos permitir que pase eso", avisa el alto funcionario.