La disputa por los 630 migrantes del buque Aquarius -que han desembarcado este domingo en el puerto de Valencia después de haber sido rechazados por Italia y Malta- ha puesto en evidencia el fracaso de la política migratoria de la UE. Tras meses de tregua en la guerra por el reparto de demandantes de asilo -propiciada por los pactos con Turquía y Libia que han logrado reducir la presión migratoria en Europa- el caso Aquarius ha desencadenado de nuevo las hostilidades entre los Estados miembros. Se ha reabierto la brecha entre el Este y el Oeste, entre el Norte y el Sur. Y esta vez España, que con el Gobierno de Mariano Rajoy se mantuvo en segundo plano en la disputa por las cuotas de refugiados, se ha convertido en protagonista por el gesto del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, de acoger al Aquarius, que ha sido elogiado por la mayoría de dirigentes comunitarios.
Desde que el pasado lunes Sánchez ofreció el puerto de Valencia como destino seguro para los migrantes, el Gobierno populista italiano se ha peleado con Malta, que le acusó de "vulnerar las reglas internacionales y provocar un pulso". También ha estado a punto de romper relaciones con Francia, después de que el presidente Emmanuel Macron tachara de "irresponsable y cínica" la actuación de Roma. Pero a la vez, Italia ha recibido el apoyo del primer ministro húngaro, Viktor Orbán, que lidera el bando de los duros en la UE en materia de política migratoria.
También ha mostrado simpatía por el ministro del Interior italiano, Matteo Salvini, el primer ministro austríaco, el conservador Sebastian Kurz, que gobierna en coalición con la extrema derecha y cuyo país ocupará la presidencia de turno de la UE a partir de julio. Kurz quiere forjar nuevas alianzas para reforzar el control de las fronteras. "En nuestra opinión, necesitamos un eje de voluntarios en la lucha contra la inmigración ilegal", dijo el miércoles tras reunirse en Berlín con el ministro del Interior alemán, Horst Seehofer. Un eje en el que participarían Austria, Alemania e Italia.
Aparte del contenido de sus declaraciones, el uso por parte de Kurz de la expresión eje de voluntarios ha provocado malestar en Bruselas porque evoca el bando liderado por la Alemania nazi durante la Segunda Guerra Mundial. Y también la coalición de voluntarios que construyó el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, para ir a la guerra de Irak, otra iniciativa que dividió a la UE.
El primer ministro austríaco lidera además otra propuesta para construir campos de migrantes fuera de la UE que frenen los flujos al centro de Europa. Una idea que apoyan también países como Dinamarca, Holanda o Italia y que se está explorando al margen de las estructuras comunitarias, donde ya se ha rechazado en el pasado por las dudas sobre su compatibilidad con el derecho internacional.
Tormenta política en Alemania
La disputa por el Aquarius ha provocado también una tormenta política en Alemania, que enfrenta a la canciller Angela Merkel con su ministro del Interior Seehofer, que pertenece al partido hermano de la CSU bávara. Seehofer anunció que a partir de este lunes endurecería las normas de asilo y rechazaría en la misma frontera alemana a todos los refugiados detectados que ya hubieran sido registrados en otro país de la UE. "No puedo trabajar más con esa mujer", habría dicho Seehofer sobre Merkel a sus compañeros de partido, según publica Welt am Sonntag.
La disputa entre Merkel y Seehofer ha hecho que el Gobierno de coalición alemán se tambalee. Pero la canciller se ha mostrado firme en su veto a las propuestas de su ministro por considerarlas medidas unilaterales contraproducentes. "Este es un problema europeo que necesita también una solución europea. Y creo que esta cuestión es decisiva para mantener a Europa unida", ha dicho este fin de semana. De momento, su ministro del Interior parece haber reculado. "La cohesión de Europa está en juego al igual que la cohesión de Alemania. La situación es grave pero puede superarse", ha escrito este domingo en el diario FAZ. Seehofer se juega unas elecciones en Baviera en diciembre en las que la CSU está perdiendo terreno en favor del partido de ultraderecha Alternativa por Alemania.
Por su parte, Salvini ha vuelto a alimentar este domingo la polémica con un tuit en el que sostiene que el desvío del Aquarius a Valencia es una demostración de fuerza del nuevo Gobierno italiano. "El Aquarius desembarca en España. Por primera vez un barco salido de Libia y destinado a Italia atraca en otro país. Una señal de que algo está cambiando: ya no somos los felpudos de Europa", ha escrito. La líder del Frente Nacional, Marine Le Pen, que comparte grupo político en la Eurocámara con Salvini, ha criticado la oferta de Macron de acoger a algunos de los ocupantes del Aquarius alegando que provocará un efecto llamada. "Con la señal enviada por el Gobierno francés, los próximos barcos llegarán directamente a Francia", asegura.
El nuevo estallido de tensiones en la UE se produce en un momento en que la presión migratoria se ha reducido considerablemente respecto a los máximos de 2015, en plena crisis de refugiados. El número de migrantes que llegaron a Italia a través del Mediterráneo central cayó en abril a 2.800, cifra que representa una reducción del 78% en comparación con el mismo mes de 2017. En contraste, aumentan las llegadas tanto en la ruta entre Turquía y las islas griegas como en la ruta entre Marruecos y España, según los últimos datos de FRONTEX. Este fin de semana han sido rescatados casi 1.000 migrantes en aguas del Estrecho y Alborán.
En lo que sí tienen razón los sucesivos Gobiernos italianos -ya se quejaban los socialistas Matteo Renzi y Paolo Gentiloni- es en la escasa solidaridad que les ha mostrado la UE durante los últimos años, en particular los países de Visegrado (Hungría, Polonia, República Checa y Eslovaquia), que rechazan las cuotas obligatorias de refugiados. De las 160.000 personas que los Estados miembros se comprometieron a repartirse en 2015 para ayudar a Italia y Grecia sólo se ha reubicado a 34.691 (el 22% del total) una vez concluido el periodo de dos años previsto. Y el mecanismo de cuotas obligatorias y permanentes que ha propuesto Bruselas para hacer frente a próximas crisis está a punto de ser definitivamente enterrado.
Merkel toma las riendas
Tras constatar que el enfrentamiento dentro de la UE alcanza de nuevo cotas máximas, los líderes europeos se han esforzado en las últimas horas por rebajar la tensión. Se multiplican los contactos en un último intento de salvar la cumbre del 28 y 29 de junio, en la que los Estados miembros se habían comprometido, mucho antes de que estallara el caso Aquarius, a alcanzar un acuerdo para reformar la política de asilo e inmigración. Será el primer Consejo Europeo al que asista Pedro Sánchez como presidente del Gobierno.
El primer signo de distensión se vio en París el pasado viernes con la reunión entre Macron y el nuevo primer ministro italiano, Giuseppe Conte. El encuentro estuvo a punto de cancelarse por el cruce de acusaciones entre Francia e Italia por el Aquarius. Pero finalmente sirvió para que los dos países escenificaran un intento de reconciliación. "Espero que Francia e Italia puedan trabajar de la mano, juntas, para proponer y contribuir a soluciones europeas, en particular con socios como España y Alemania", dijo el presidente francés en la rueda de prensa con Conte. Allí descalificó el eje de voluntarios que propugna Austria. "Me gustaría un eje de voluntarios que incluyera a todos los países europeos", le contestó el primer ministro italiano.
Pero quien ha tomado las riendas de la crisis ha sido de nuevo la propia Merkel. Durante el fin de semana se ha especulado con la posibilidad de que la canciller convocara una minicumbre el 23 de junio con los países más afectados por la crisis migratoria, en particular Austria, Grecia, Italia y España. Una posibilidad que ha acabado desmintiendo su portavoz. "No hay ningún plan para una cumbre extraordinaria de la UE sobre política de refugiados. La convocatoria de este tipo de cumbre especial correspondería a las instituciones de la UE. Pero naturalmente, el Gobierno federal mantiene conversaciones con diferentes Estados miembros y la Comisión", ha dicho.
Merkel se reúne este lunes con Conte en Berlín y el martes recibirá a Macron en la localidad alemana de Meseberg, cerca de Berlín, en busca de un acuerdo franco-alemán sobre la reforma de la política migratoria de la UE que pueda ser asumido después por el resto de Estados miembros. En el encuentro participará también el presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker. "Europa debe seguir siendo un continente que dé cobijo a los que huyen de la persecución, la violencia y la humillación", ha dicho Juncker a un diario alemán. El político luxemburgués pide a los líderes europeos que no cedan a la tentación del populismo.
Sánchez participa también en esta ronda de contactos previa al Consejo Europeo. Su gesto de acoger al Aquarius ha sido elogiad por la mayoría de líderes europeos. El mismo martes se reunirá con él en Madrid el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, partidario de abandonar las cuotas de refugiados y concentrarse en el refuerzo de las fronteras. "Tratarán todos los temas que están en la agenda de la cumbre, aunque la migración será el que acapare más atención", explican a EL ESPAÑOL fuentes europeas. El gabinete de Juncker ha mantenido además contactos con el ministro de Exteriores, Josep Borrell, y el presidente podría hablar en los próximos días con Sánchez.
Lo que está en juego en esta crisis, incluso más que con las turbulencias que afectaron a la eurozona, es la propia supervivencia de la Unión Europea, según ha admitido el comisario de Inmigración, el griego Dimitris Avramopoulos. "No debemos permitir que la inmigración sea un elemento que nos divida. Porque desafortunadamente la retórica y las posiciones adoptadas por algunas fuerzas políticas y Gobiernos son muy preocupantes. No para el futuro de la política migratoria, sino para el futuro de nuestro hogar común europeo. Porque la crisis migratoria y de refugiados ha puesto en peligro el proyecto europeo", avisa Avramopoulos.