Bruselas

Reunión clave del Eurogrupo este jueves en Luxemburgo sobre el futuro de Grecia tras ocho años de rescates. Un periodo en el que Atenas una asistencia financiera sin precedentes de 273.700 millones de euros de sus socios de la UE y del Fondo Monetario Internacional (FMI). Un periodo de profunda depresión económica, en el que el nivel de renta cayó un 25% y la tasa de desempleo se disparó hasta el 27,5%. Un periodo en el que Grecia ha estado sujeta a tutela directa desde Bruselas y Berlín y ha tenido que aplicar hasta 450 medidas exigidas por la troika sólo desde 2015, con el Gobierno de izquierda radical de Alexis Tsipras en el poder.

Ahora Grecia ya está lista para valerse de nuevo por sí misma, para volver a financiarse de forma autónoma en los mercados, sostiene Bruselas. La economía helena volvió al crecimiento en 2017 (1,4%) y se expandirá un 1,9% este año y un 2,3% en 2019. El paro ha bajado al 20,1%, aunque sigue siendo el más alto de la UE. Y de un déficit del 15,1% del PIB en 2009, Atenas ha pasado a registrar un superávit del 0,8% en 2017.

Los ministros de Economía de la eurozona tienen previsto encajar este jueves las tres últimas piezas que faltan para la salida de Grecia de la era de los rescates, que se materializará el próximo 20 de agosto. En primer lugar, el importe del último tramo de asistencia financiera, cuyo objetivo es que Atenas cuente con un colchón de liquidez. La segunda pieza es el mecanismo de vigilancia reforzada para garantizar que ni Tsipras ni los Gobiernos que lleguen después den marcha atrás en las reformas. El último fragmento, y también el más difícil, es el alivio de la deuda griega, que se sitúa en el 178,6% del PIB

"La conclusión del programa de Grecia marca el cierre del capítulo final de la crisis existencial de la eurozona", sostiene el comisario de Asuntos Económicos, Pierre Moscovici. Una crisis en la que otros cuatro países (Irlanda, Portugal, España por el sector bancario y Chipre) necesitaron ser rescatados. Y en el que la UE tuvo que construir desde cero cortafuegos para frenar el contagio que no existían.

La reunión de Luxemburgo supone también el estreno en el Eurogrupo de la nueva ministra de Economía, Nadia Calviño. Calviño tendrá que explicar al resto de colegas su programa de política económica y también defender los Presupuestos de 2018 del anterior Gobierno de Mariano Rajoy, que Pedro Sánchez se ha comprometido a mantener y que pasan el examen del Eurogrupo

Colchón de liquidez

Lo primero que debe verificar el Eurogrupo es si el Gobierno de Tsipras ha cumplido todas las condiciones exigidas para recibir el último tramo del tercer rescate de 86.000 millones de euros. En total, 88 medidas que incluyen reformas en el sector de la energía, privatizaciones y la puesta en marcha de decisiones ya adoptadas. Como viene ocurriendo desde el principio de los rescates, Atenas ha arrastrado los pies y ha esperado al último minuto para llevar a cabo los ajustes. Pero según ha confirmado este miércoles el propio Moscovici, las 88 medidas ya se han completado.

A cambio de estos ajustes, los ministros de Finanzas darán luz verde a este último tramo del rescate. Está previsto que el importe ascienda a alrededor de 15.000 millones de euros. El objetivo es construir un colchón de liquidez de 20.000 millones (sumando las reservas con las que ya cuenta Grecia), una cantidad que cubre las necesidades financieras de Atenas durante 15 meses, hasta principios de 2020. El Eurogrupo quiere enviar así una señal fuerte de estabilidad a los mercados.

El colchón de liquidez es todavía más importante si se tiene en cuenta que el Gobierno de Syriza ha rechazado una línea de crédito preventiva de la UE, una muleta temporal que sí le aconsejaba su Banco Central para poder sortear cualquier turbulencia. Tsipras quiere una salida limpia de la era de los rescates, un corte radical que le permita presentarse ante el electorado como el que, pese a todas las dificultades y retrasos, puso fin a la austeridad.

Vigilancia reforzada 

El Eurogrupo aprueba además este jueves un mecanismo de vigilancia reforzada con el objetivo de que el Gobierno griego no dé marcha atrás en las reformas adoptadas y devuelva todo el dinero de los rescates. A Bruselas le preocupa que Atenas pueda revertir los ajustes tras una subasta de promesas en campaña electoral o durante una burbuja de crecimiento. También causa inquietud que las reformas ya aprobadas no se pongan en marcha debido a la debilidad de la administración griega o sus dificultades para resistir presiones de los grupos de interés.  

El resultado es que el Eurogrupo ha diseñado para Grecia un sistema de control mucho más estricto del que aplica a Portugal, Irlanda, España o Chipre. En lugar de visitas semestrales como las que sufren estos países, los hombres de negro de la Comisión, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional viajarán a Atenas cada tres meses para verificar que las reformas continúan. Y tendrán poderes para exigir a las autoridades helenas que adopten nuevos ajustes si detectan desvíos. Incluso para congelar algunas medidas de alivio de la deuda.

En todo caso, en Bruselas insisten en que no se trata de un nuevo programa, ni habrá nuevas condiciones. Sólo pretenden que Atenas aplique al completo todas las reformas aprobadas. Por ejemplo, una de las exigencias de los sucesivos rescates era la creación en Grecia de un auténtico catastro. Hasta ahora ya se han registrado el 29% de las propiedades, pero no se completará hasta 2021. La UE quiere asegurarse de que proyectos como este no descarrilen. 

Un alivio mínimo de la deuda 

La medida más complicada que aprueba el Eurogrupo este jueves es un alivio mínimo de la deuda de Grecia, al que Alemania se ha opuesto durante años y que el FMI considera insuficiente. No habrá ningún tipo de quita. Los ministros de Finanzas se limitarán a extender de nuevo el plazo de devolución de los préstamos a Grecia y la moratoria en los pagos. Una ampliación que podría estar entre 5 y 10 años. 

El Eurogrupo sopesa además dedicar parte del dinero que ha sobrado del tercer rescate para recomprar los préstamos del FMI a Grecia, que son los que tienen tipos de interés más altos. Finalmente, se transferirán a Atenas los beneficios que ha obtenido el BCE de la compra de bonos helenos. Alrededor de 4.000 millones de euros que se pagarán en cuatro tramos de 1.000 euros cada uno entre 2019 y 2020. Y cuyo desembolso se condicionará a que el Gobierno griego mantenga el impulso reformista.

El FMI cree que estas medidas siguen sin garantizar la sostenibilidad de la deuda griega a largo plazo. Por ello, tras haber puesto 32.100 millones de euros en el primer y segundo rescates, ha decidido quedarse fuera del tercero. Y eso que su participación era prioritaria para países como Alemania y Holanda. Eso sí, el organismo dirigido por Christine Lagarde seguirá participando en las tareas de vigilancia de Grecia. La respuesta de los europeos es que si en el futuro lejano Atenas necesita un mayor alivio de la deuda, están dispuestos a considerarlo.