Sierra Leona, Liberia, Burundi, Somalia, Angola… La lista de países en conflicto en los que ha trabajado José Benavente es interminable. Desde hace 25 años se dedica a la ayuda humanitaria, primero como experto en la gestión del suministro de aguas y más tarde en operaciones aéreas, gracias a la licencia de vuelo que ostenta. En esas seguía José, trabajando en Sudán del Sur, cuando el año pasado pensó que el Mediterráneo era “el sitio en el que hay que estar”. Contactó con un antiguo colega, Benoit Micolon, con el que fundó la ONG Pilotes Volontaires, compraron un avión y se pusieron en marcha para salvar migrantes desde el aire.
“Cada año mueren más de 3.000 personas intentando cruzar el mar desde África. Es la mayor emergencia a la que nos enfrentamos, por lo que no podíamos quedarnos sin hacer nada”, sostiene José al teléfono desde Malta. Llegaron allí hace varias semanas procedentes de Lyon, donde dieron de alta la organización no gubernamental este mismo año. Un proceso rápido, ya que “en esta época del año es cuando más migrantes parten, no había tiempo que perder”.
Le dan la razón la afluencia de embarcaciones que se acumulan en estos días en el mar. Ellos han estado vigilando la llamada ruta del Mediterráneo central, la que une Italia con Libia, desde donde han tomado fotografías de lanchas de goma repletas hasta los topes. En un comunicado explican que en esos casos contactaban con el centro de coordinación de Roma para dar el aviso. Su labor no es el rescate, sino advertir de lo que ven. Tras los posteriores problemas del Gobierno italiano con las ONG, que ha tenido su momento cumbre con la negativa al Aquarius y al Lifeline para atracar en sus puertos, desde Pilotes Volontaires han mantenido el silencio.
La primera intención de José era, sin embargo, sumarse a alguno de estos barcos que patrullan el Mediterráneo rescatando migrantes. Pero su experiencia le guio a hacer un análisis concienzudo de la situación. Contactó con las ONG que operaban en la zona y comprobó que habían desarrollado un operativo eficiente para las tareas de salvamento. Les faltaba únicamente un apoyo logístico para avistar a las embarcaciones.
Fue entonces cuando el piloto llamó a su amigo Benoit, un profesional de la aviación, con quien José coincidió en el curso para obtener la licencia de vuelo. Le preguntó si sería factible adquirir una avioneta para vigilar el mar desde lo alto y se pusieron a la tarea. Tiraron de ahorros y se gastaron 130.000 euros para comprar de segunda mano el “Colibrí”, un MCR4 ligero con un autonomía para estar en el aire unas 10 horas al día. Además, el mantenimiento se produce por las noches, de modo que pueden aprovechar al máximo las horas de luz para volar.
De padres españoles, aunque nacido en Lyon hace 49 años, José Benavente se constituyó como presidente de Pilotes Volontaires, mientras que Benoit Micolon figura como secretario y tesorero. “Pensamos en mantenernos en la zona un mes, pero estamos intentando recaudar donaciones para poder operar durante más tiempo”, señala José. Los vuelos parten desde Malta, elegida como base de operaciones.
Roces en el Gobierno italiano
Las tareas para comenzar se prolongaron más de la cuenta debido a cuestiones administrativas, pero han estado sobrevolando la zona durante las últimas semanas. El presidente de la ONG explica que la intención era actuar “en coordinación con la unidad de control de Roma”, aunque en los últimos días el ministro del Interior italiano, Matteo Salvini, ha asegurado que la Guardia Costera de su país no dará más instrucciones a las ONG.
El asunto ha provocado incluso un roce más en el seno del Gobierno, ya que titular de Infraestructuras, Danilo Toninelli, del Movimiento 5 Estrellas, negó que éste sea el procedimiento. Pese a las salidas de tono de Salvini, el responsable último de la gestión de los puertos y de los servicios de rescate es Toninelli. “Hemos respondido siempre, seguimos respondiendo y responderemos a cada llamada de socorro”, aseguró además el almirante de la Guardia Costera, Giovanni Pettorino.
Pilotes Volontaires no ha contactado directamente con las ONG que están en el mar, pero debido a la nacionalidad de los pilotos se mantienen en estrecha colaboración con la española Proactiva Open Arms y la francesa SOS Méditerranée. Benavente no sólo considera que la tarea es “absolutamente complementaria”, sino que ha obtenido la bendición por parte de sus colegas. “No tenemos más medios que nuestros ojos, aunque somos mucho más rápidos, más ágiles y tenemos un campo de visión mucho más grande que el de ellos”, añade.
Tanto la misión Sophia, destinada a la búsqueda de traficantes de seres humanos, como la operación Themis –sustituye a Tritón-, cuya intención es puramente de salvamento, incluyen ya medios aéreos. Aunque según el presidente de Pilotes Volontaires, “los aviones y helicópteros de los Estados están destinados a vigilar las fronteras”, mientras ellos se centran “estrictamente en el aspecto humanitario”. De ahí que piense que “no existen duplicidades”.
El número de migrantes que salen de costas africanas hacia Italia se ha reducido considerablemente tras los acuerdos con Libia de 2017, hasta el punto de que actualmente llegan a las costas italianas un 78% menos de los que lo hacían el año pasado. Sin embargo, según los datos de la Organización Mundial de las Migraciones, esta ruta se ha convertido en términos relativos en la más peligrosa que existe en el mundo, con casi 1.000 fallecidos por los 42.000 que lograron ser rescatados en lo que va de año.
Las ONG han visto además como el acoso de los últimos meses se ha intensificado con la llegada del ultraderechista Matteo Salvini al Gobierno italiano. Con su habitual agresividad verbal ha llegado a llamar a los voluntarios “desgraciados” y ha reiterado que estas organizaciones “sólo verán Italia en una postal”. La premisa actual es que los buques del Estado italiano que transporten a migrantes podrán desembarcar en puertos italianos, las ONG no. José Benavente y Benoit Micolon sólo vigilan desde el aire, para que los que están abajo actúen.