El británico de 45 años que el pasado 30 de junio se intoxicó con el agente nervioso de origen ruso Novichok recibió este viernes el alta hospitalaria, informó Lorna Wilkinson, directora de enfermería de la autoridad sanitaria Fundación NHS Salisbury (sur inglés).
Wilkinson explicó que se ha determinado que Charlie Rowley no supone "un riesgo" para el público y recordó que este paciente ha tenido "una horrorosa experiencia" que la mayoría de los ciudadanos "no se puede ni imaginar".
La directora alabó la labor de los médicos que han tratado a Rowley en el Hospital de Distrito de Salisbury, donde el 8 de julio falleció su pareja, Dawn Sturgess, de 44 años, que también se había intoxicado accidentalmente con la sustancia.
Ambos ingresaron en ese centro médico tras sufrir graves síntomas cuando estaban en la vivienda de él en Amesbury, cerca de Salisbury, donde el pasado mes de marzo fueron envenenados con el mismo neurotóxico el exespía ruso Serguéi Skripal y su hija Yulia, en un presunto ataque que el Gobierno británico atribuyó al Kremlin.
La agencia de noticias británica PA informó el jueves de que la Policía ha identificado a varios sospechosos de nacionalidad rusa como posibles autores del envenenamiento de los Skripal, si bien las autoridades no lo han confirmado.
Según PA, los agentes habrían localizado a los sospechosos mediante el análisis de material de cámaras de circuito cerrado de televisión (CCTV) y de los registros de vuelos del Reino Unido, que indicarían que procedían de Rusia.
La Policía cree que Sturgess y Rowley entraron en contacto accidentalmente con restos del agente nervioso a través de un frasco de perfume en la localidad inglesa de Amesbury, a unos 15 kilómetros de Salisbury, donde residía ella.
La británica es la primera víctima mortal como consecuencia de un ataque con esta sustancia -los Skripal sobrevivieron-, por lo que su muerte se investiga como asesinato.
Tras el supuesto ataque en marzo con Novichok, un tipo de neurotóxico desarrollado por la Unión Soviética entre los años 70 y 80 del siglo pasado, el Gobierno de Londres impulsó sanciones contra Rusia y expulsó a 23 diplomáticos de ese país.
Por su parte, Rusia hizo lo mismo con otros tantos diplomáticos británicos, mientras que 22 Estados aliados del Reino Unido se sumaron a ello, con la expulsión de delegados rusos.