Emmanuel Macron afronta su mayor crisis desde que asumió el Gobierno de Francia. Este martes, el presidente francés sufrirá dos mociones de censura presentadas por el centroderecha y la izquierda en la Asamblea Nacional como consecuencia de su gestión del 'caso Benalla'.

Pese a que tienen pocas posibilidades de prosperar, una vez que el partido de Macron, La República en Marcha, dispone de una amplia mayoría en la Cámara Baja, su debate y votación obligará al Ejecutivo a dar nuevas explicaciones sobre el escándalo desatado el pasado 18 de julio. 

El caso fue divulgado por el diario Le Monde, que contó cómo un exjefe de seguridad de Macron, Alexandre Benalla, golpeó a manifestantes haciéndose pasar por policía durante las protestas del 1 de Mayo. Tras la publicación de la historia se ha desatado una investigación judicial, otra administrativa en el seno de la policía y otra parlamentaria que ahora se materializa en las mociones de censura por parte de la oposición.

Además, las mociones se presentan en el momento en el que Macron se enfrenta a sus índices de popularidad más bajos. Según una encuesta difundida este lunes, sólo el 39% de los franceses están "satisfechos" con su labor.

Los analistas políticos coinciden en que más de un tercio del electorado francés ya tenía dudas sobre el presidente Emmanuel Macron, cuya victoria electoral en la segunda vuelta fue impulsada por la aversión de los votantes a la candidata de extrema derecha, Marine Le Pen, pero estaban dispuestos a darle una oportunidad. Ahora puede perder su apoyo.

El barómetro mensual de la casa Ifop para el semanario Le Journal du Dimanche revela que, aunque la caída de Macron en julio es de sólo un punto respecto a junio, los efectos de la mala gestión que hizo el Palacio del Elíseo de la crisis comienzan a notarse.

Además, el sondeo, que se hizo en dos oleadas, muestra que en la segunda, efectuada del 25 al 27 de julio, la popularidad de Macron cae todavía más, hasta el 37%. Los votantes le reprochan, sobre todo, el silencio que ha mantenido a lo largo de todo el proceso y la tardanza en aplicar algún tipo de sanción a Benalla.

"¿Él piensa que somos idiotas? Gracias a Dios tuvimos a Le Monde para revelar este asunto, de lo contrario no hubiéramos sabido nada al respecto. En lugar de restar importancia a esta violencia inaceptable, debería haber hablado de inmediato. Al mantenerse callado al respecto, se ha comprado tiempo para preparar su respuesta y zafarse con chanchullos. Esto no está bien", contaba un elector francés al diario The Guardian, este lunes.

Otro ciudadano francés ha lanzado una petición en Change.org para pedir la ejecucion de un proceso de impeachment contra Macron, por "la violación de sus deberes, algo completamente incompatible con el ejercicio de su mandato". El documento ya ha sido firmado por más de 7.000 personas. Una otra petición con el mismo objetivo fue lanzada en la web francesa MesOpinions y ha recabado más de 50.000 firmas desde el 22 de julio.  

Para Macron y su entorno, los desmanes de su antiguo hombre de confianza fueron un "hecho individual" que debe tratarse como tal, mientras que la oposición insiste en considerarlo un "asunto de Estado" ante los supuestos esfuerzos del Palacio del Elíseo por ocultarlo.

Aunque las mociones de censura no prosperen, lo cierto es que habrá un antes y un después del 'caso Benalla' en el Elíseo que va más allá de la popularidad del presidente. La reforma constitucional que intentaba aprobar Macron y que otorgaba más poder al presidente puede quedar en entredicho, una vez que, a consecuencia del escándalo, muchos opinan que el presidente ya tiene demasiado poder. Las reformas deberían haberse discutido la semana pasada, pero el debate sobre el 'caso Benalla' provocó el aplazamiento.

El partido conservador Los Republicanos justifica su moción de censura con que el Ejecutivo "ha fracasado" en la gestión de la crisis. En la misma línea fue lanzada la de los tres grupos parlamentarios de la izquierda francesa: los socialistas, la izquierda alternativa y los comunistas.



El primer secretario de los socialistas, Olivier Faure, destacó que su partido no apoyará la moción de los conservadores para no dar la sensación de que intentan reemplazar al Ejecutivo con una mayoría alternativa conjunta.



"Habrá una moción de izquierdas y una de derechas. Me felicito de que sepamos hacer frente común cuando lo esencial está en juego, pero esto no debe interpretarse como una voluntad de gobernar juntos", recalcó en su cuenta de Twitter.



En la historia de la V República, instaurada en 1958, solo ha sido aprobada una moción, la promovida por los socialistas, el Movimiento Republicano Popular y los independientes el 5 de octubre de 1962.



En aquel entonces se protestó por la decisión del general Charles de Gaulle de revisar la Constitución para instaurar la elección del presidente de la República por sufragio universal directo. 280 de los 480 diputados la adoptaron y el primer ministro, Georges Pompidou, presentó la dimisión de su Ejecutivo.



Faure admitió que las mociones lanzadas en esta ocasión son ante todo simbólicas: "No tendremos los votos, no hay suspense", dijo. "Pero es una advertencia que unos y otros queremos dar".