Quedaban apenas siete minutos para que la catástrofe se produjese pero ya se podía aventurar. Una grieta de dimensiones considerables atraviesa una de las torres del puente Morandi, en Génova. Llueve a cántaros, el viento sopla fortísimo y los pasajeros de los vehículos que cruzan el viaducto graban con sus teléfonos móviles las malas condiciones atmosféricas.
Una de estas personas que circula por el puente, un camionero al volante de su trailer, agarra su cámara GoPro para inmortalizar el chaparrón que cae sobre la ciudad italiana. Cuando enfoca al frente, ya prácticamente saliendo del viaducto, se puede apreciar perfectamente en una gran grieta en la columna situada en la parte derecha de la carretera.
Ese vídeo está ahora en manos de la Fiscalía de Génova, que investiga el derrumbe de la infraestructura que se registró el pasado 14 de agosto y que causó la muerte de 43 personas además de 16 heridos, y los investigadores tratan de determinar si estas imágenes pueden ser una prueba del estado de deterioro del puente y si sus condiciones habían empeorado en los últimos meses.
Después del derrumbe, han salido a la luz varios informes y declaraciones de expertos que alertaron en su día de los riesgos que entrañaba el puente. El propio arquitecto, Ricardo Morandi, advirtió en 1979 de que el viaducto necesitaba un mantenimiento constante por la corrosión a la que estaba expuesto como consecuencia del aire marino y de la contaminación. Por su parte, el ingeniero italiano Antonio Brencich describió en 2016 el viaducto como un error con múltiples fallos de construcción. "El puente Morandi es un fracaso de la ingeniería. Hay que cambiarlo".