Tras varios bandazos iniciales, el Gobierno populista italiano había hecho creer a Bruselas que respetaría las reglas presupuestarias de la UE. El Movimiento Cinco Estrellas (M5E) de Luigi di Maio y la Liga de Matteo Salvini renunciaron a nombrar como ministro de Finanzas a un economista anti-euro. Y escogieron en su lugar al tecnócrata sin filiación política Giovanni Tria, bien visto por los mercados y las instituciones comunitarias. En los últimos cuatro meses, el ministro de Finanzas había garantizado por activa y por pasiva a quien quisiera escucharle que Italia no tenía dudas sobre el euro y cumpliría el déficit. Unas promesas que Roma ha roto ahora con la aprobación de los presupuestos para 2019.
Lo que ha sucedido es que Tria no ha podido resistir la presión de Di Maio y Salvini para disparar el gasto público. El jueves por la noche, el ministro de Finanzas entró con una propuesta de déficit del 1,6% a la reunión en la que se tenían que aprobar los presupuestos. Al concluir el encuentro, el Gobierno le desautoriza y eleva hasta el el 2,4% el desfase en las cuentas, el triple que la cifra inicialmente prevista. Tria se había planteado dimitir, pero no lo ha hecho para no aumentar todavía más la inestabilidad, según informa la prensa italiana.
Este aumento desaforado del gasto público tiene como objetivo financiar las promesas electorales que hicieron los dos partidos en el Gobierno. La Liga de Salvini ha conseguido revertir los recortes en las pensiones que hizo Matteo Renzi y bajar al 15% la carga impositiva a 1,5 millones de contribuyentes. Por su parte, el M5E ha introducido una renta mínima de 780 euros al mes para las personas en situación de pobreza, una medida que tendrá un coste de 10.000 millones de euros.
Pánico en los mercados
Incluso antes de que terminara la reunión del Consejo de Ministros que aprobó estas medidas el jueves por la noche, Di Maio salió al balcón del Palacio Chigi, la residencia oficial del primer ministro, para cantar victoria. "Hoy hemos cambiado Italia. Por primera vez, el Estado está del lado de los ciudadanos", proclamó ante una multitud de militantes del M5E que le aclamaban eufóricos.
La reacción de los mercados este viernes no ha sido de euforia sino de pánico. Temor a que Italia no pague su deuda y a que la desconfianza se contagie a toda la eurozona. La Bolsa de Milán se ha desplomado un 3,72%, aunque en algunos momentos de la sesión la caída libre ha llegado al 4,5%. El rendimiento del bono italiano a 10 años ha subido al 3,13%, mientras que la prima de riesgo ha aumentado de 235 a 267 puntos básicos.
Tanto Salvini como Di Maio restan importancia a la reacción negativa de los mercados y se han mostrado convencidos de que es algo temporal. "Ahora empezamos el diálogo con la UE y los grandes inversores privados y no pretendemos tener un choque", ha dicho este viernes el líder del M5E. "Italia no es un problema para Europa", asegura el primer ministro, Giuseppe Conte, que ha quedado en segundo plano en estas negociaciones. "Estoy deseando ir a Bruselas para ilustrar el plan presupuestario", ha señalado.
La deuda italiana es explosiva
Pero en Bruselas la actitud del Gobierno populista italiano se interpreta como un desafío que pone de nuevo en riesgo la estabilidad del conjunto de la eurozona. Un desafío que se suma a otras amenazas como el proteccionismo de Estados Unidos, la crisis de Turquía o Argentina y la volatilidad de los mercados financieros por las subidas de tipos de interés. Factores todos que podrían hacer descarrilar la recuperación económica.
El comisario de Asuntos Económicos, Pierre Moscovici, ha dejado claro que lo aprobado por Roma incumple las reglas presupuestarias de la UE. En lugar de seguir reduciendo el déficit público, Italia "opta por la expansión y el estímulo" con una deuda pública del 132%, la segunda más alta de la UE sólo por detrás de Grecia. Bruselas tiene ahora dos opciones cuando estos presupuestos le lleguen el 15 de octubre: o inicia un diálogo con las autoridades italianas para introducir correcciones o rechaza las cuentas y pide otras nuevas, algo que no ha pasado nunca.
"No nos interesa una crisis entre la Comisión e Italia. Eso no le interesa a nadie porque Italia es un país importante en la eurozona. Pero tampoco queremos que Italia no respete las reglas, que no reduzca su deuda pública, que sigue siendo explosiva", ha dicho Moscovici en una entrevista a la cadena francesa BFMTV. Las sanciones contra Roma por incumplir el déficit son una posibilidad prevista en el Tratado, pero el Ejecutivo comunitario prefiere la vía del diálogo, insiste el comisario francés.
"Vamos a continuar el diálogo con las autoridades italianas y les diremos que deben respetar las reglas, no por nosotros sino por ellos, porque cuando un país se endeuda se empobrece. Si los italianos continúan endeudándose, ¿qué pasa? Que los tipos de interés de la deuda aumentan y la devolución de la deuda se hace más exigente. Cada euro dedicado a devolver la deuda es un euro menos para autopistas, educación o justicia social. Cuando alguien está endeudado, está atrapado, no puede actuar, no tiene margen para los servicios públicos", ha dicho Moscovici.
"El populismo y la responsabilidad no siempre encajan en la misma habitación", se ha quejado el ministro de Finanzas finlandés Petteri Orpo. Por su parte, el primer ministro holandés, Mark Rutte, se ha declarado "muy preocupado" por lo que está ocurriendo en Italia. La próxima cita en este desafío tendrá lugar durante la reunión del Eurogrupo del próximo lunes en Luxemburgo. Allí, el ministro italiano tendrá que dar explicaciones al resto de socios en la moneda única, que vuelve a estar en peligro.