A sus 67 años, Alexander Gauland ha tenido tiempo de militar casi cuatro décadas en la conservadora Unión Cristiano Demócrata (CDU). Sin embargo, desde 2013 es una de las caras más conocidas del partido de ultraderecha Alternativa para Alemania (AfD), formación que ahora co-lidera dentro del Bundestag junto a Alice Weidel y que co-preside junto a Jörg Meuthen.
Gauland es ya un veterano de la política y se podría decir que las ha visto de todos los colores. Pero de un tiempo a esta parte, los reproches y argumentos con los que Gauland se enfrenta tienen casi siempre el mismo tono. Él y su partido luchan por quitarse la etiqueta que les han puesto según la cual los políticos de AfD son, grosso modo, “los nazis” de la actual política alemana. Gauland, al recibir en su despacho a EL ESPAÑOL, niega que eso sea así. Él entiende que los votantes de AfD saben ver la realidad más allá de campañas y maniobras contra su partido, una formación cuya influencia en la política alemana no ha parado de crecer.
En esta legislatura, AfD se estrena en el Bundestag como el principal partido de la oposición. El pasado domingo, en las elecciones de Hesse, la formación de ultraderecha logró entrar en el parlamento regional de ese Land del oeste germano, el único que le faltaba. “Los intentos de otros de presentarnos como cercanos a Adolf Hitler nos han hecho daño, eso está claro. Pero, al final, eso no ha evitado que entremos en cada parlamento regional porque, gracias a Dios, hay mucha gente que sabe mirar más allá de estas maniobras y saben que en AfD nadie tiene ni quiere tener nada que ver con los nazis”, declara el líder de AfD a este diario.
Esto dice Gauland pese a que este mes él mismo ha aparecido en un titular del diario Der Tagesspiegel como el Adolf Hitler light. Ese diario berlinés utilizaba ese apodo en una información que daba cuenta de cómo los historiadores Wolfgang Benz y Michael Wolffsohn veían a Gauland argumentando a lo Adolf Hitler en un reciente artículo de opinión publicado en el periódico conservador Frankfurter Allgemeine Zeitung.
El texto llevaba por título ¿Por qué tiene que ser populismo?. En él, Gauland la emprendía con esa “clase social globalizada” cuyos miembros “viven sin excepción en grandes ciudades, que hablan un inglés fluido y que pasan de un trabajo al otro entre Berlín, Londres y Singapur, frecuentando los mismos apartamentos, restaurantes, tiendas y escuelas privadas”. Gauland criticaba “ese medio social homogéneo pero culturalmente diverso”, entre otras cosas, por tener “un vínculo débil con su territorio de origen”. Hasta ahí, nada sorprendente de un político que ha sabido ganarse, al igual que su partido, buena parte de los votos de quienes los expertos consideran “los perdedores de la globalización”, electores que no forman parte de esa “clase social globalizada”.
El problema para Gauland, aquello por lo que ha aparecido designado estos días bajo la expresión Adolf Hitler light, surge cuando el periodista Jonas Müller-Töwe planteaba a través de Twitter el paralelismo entre el texto del Frankfurter Allgemeine Zeitung y un discurso de Adolf Hitler en tiempos del III Reich. Los historiadores Benz, investigador especializado en el nacionalsocialismo, y Wolffsohn, autor de varios libros sobre la comunidad judía germana, se sumaron a lo apuntado por el periodista.
En el discurso de Hitler, el Führer atacaba a “la camarilla internacional y desarraigada” que “hoy vive en Berlín, pero mañana vive en Bruselas y, pasado mañana en París, luego en Praga o Londres y que se siente en casa en todas partes”. “Ellos pueden desarrollar sus actividades en cualquier lugar, a diferencia del pueblo que no puede seguirlos, porque el pueblo está encadenado a su suelo, a su tierra de origen, y depende de lo que le pueda ofrecer su Estado, su nación”, decía el Führer en su discurso, de acuerdo con las transcripciones.
Acusado de plagio por un ensayista de izquierdas
Pasados unos días de la polémica, el historiador Michael Wolffsohn asegura a El ESPAÑOL que él “no está diciendo Hitler = Gauland”, sino que observa cómo AfD se inscribe en la “tradición de pensamiento anti-occidental, anti-democrática y anti-pluralista de Alemania, una tradición en contra de una sociedad abierta, internacional y cosmopolita”.
Gauland apenas parece darse por aludido cuando se le recuerdan estos reproches. “Esos reproches se les han desmontado a sus autores porque, de un tiempo a esta parte se ha sabido que el diario Der Tagesspiegel, hace dos años, publicó un artículo muy parecido y a cuyo autor nadie le hizo la crítica de reproducir la idea del mundo de Adolf Hitler”, dice el líder de AfD en su luminoso despacho con vistas al edificio del Reichstag, sede del Bundestag.
A Gauland, precisamente, el autor de ese artículo le acusa de plagio. El escritor se llama Michael Seemann. Este ensayista y escritor sostiene en declaraciones a EL ESPAÑOL que “algunos párrafos son idénticos” entre su artículo y el de Gauland. “Me molesta que AfD haya utilizado mi texto, pero poco puedo hacer”, dice Seemannquien se declara de izquierdas. “La perspectiva de mi artículo era que yo soy parte de esa élite global. El artículo era una autocrítica y un tema polémico. Pero como era una crítica, Gauland lo pudo tomar”, abunda. Gauland dice no conocer a Seemann. Al parecer, el político de AfD se enteró de la existencia del artículo de Seemann tras estallar la polémica.
El Podemos alemán
Lo que sí reconoce Wolffsohn, el historiador, es que la tradición crítica con “élite global” no sólo es propia del nacionalsocialismo sino que también está presente en parte de la izquierda.
Wolffsohn señala que el nuevo movimiento izquierdista De Pie, un movimiento inspirado en Podemos y en otras formaciones europeas de nuevo cuño, también puede identificase con esa tradición “anti-pluralista”. En lo que respecta a AfD, “la mayoría de los votantes del partido vienen de la idea de tomar distancias con Europa y de la denuncia de los errores en la política de refugiados”, según Wolffsohn. “AfD tiene, en sus márgenes, extremistas de ultraderecha pero eso no es la mayoría del partido”, abunda el historiador.
A Gauland se le suele ver como miembro del ala dura de su partido. Con todo, él rechaza que en AfD sean extremistas. Se les considera así es por culpa de aquellos que buscan meter a AfD, como partido, “en el saco del nacionalsocialismo para que así los argumentos del partido no se discutan”, según el líder de AfD. “Podríamos utilizar argumentaciones del Nuevo Testamento y también serían vistas como procedentes de la extrema derecha”, señala.
Gauland ya se vio envuelto en una intensa polémica el pasado mes de junio, cuando dijo aquello de que el nazismo era “una cagada de pájaro” en la historia milenaria del pueblo alemán. De Björn Hocke, líder de AfD en Turingia (este) y uno de los protegidos de Gauland, se recuerda especialmente que lamentara que su país tuviera un “monumento a la vergüenza”. Así se refería al Monumento a los Judíos Asesinados en Europa de Berlín.
Pese a todo, “los sondeos nos dicen que tenemos 7% de electores que nos van a votar siempre, da igual lo que pase. Todo lo que venga añadido, uno tiene que tratar de ganárselo”, apunta Gauland. A AfD no le pesan las polémicas como la de la “cagada de pájaro” o la del Hitler light. Al contrario: los sondeos de opinión le atribuyen a nivel nacional una intención del voto que oscila actualmente entre un 15% y un 18%.