El artículo 184 es el penúltimo de los 185 que componen el Tratado de Retirada de Reino Unido de la UE. Habla de las "negociaciones sobre la relación futura" entre Bruselas y Londres y en una primera lectura parece totalmente inofensivo. Pero el propio Gobierno de Pedro Sánchez admite que se trata de un gol que les ha colado en el último minuto la primera ministra británica, Theresa May, que pone en riesgo las aspiraciones españolas sobre Gibraltar. Hasta tal punto lo ve grave que, si este artículo no se cambia en las próximas horas, Sánchez está dispuesto a bloquear en solitario el acuerdo del brexit durante la cumbre extraordinaria que se celebra este domingo 25 de noviembre.
El texto completo, apenas un párrafo de redacción enrevesada, no puede ser más anodino: "La Unión y Reino Unido pondrán su mejor empeño, de buena fe y respetando plenamente sus respectivos ordenamientos jurídicos, para tomar las medidas necesarias con el fin de negociar sin demora los acuerdos que deben regir su relación futura mencionada en la declaración política del (DD/MM/2018, es decir, falta aún la fecha) y llevar a cabo los procedimientos de ratificación o conclusión de esos acuerdos, con el fin de garantizar que dichos acuerdos se apliquen, en la medida de lo posible, a partir del final de la transición".
Este artículo 184 se publicó por primera vez el pasado miércoles 14 de noviembre a última hora de la noche, después de que May lograra el apoyo de sus ministros al Tratado de Retirada y de que el negociador de la UE, Michel Barnier, corroborara en rueda de prensa que se había alcanzado un acuerdo sobre el brexit. El Gobierno de Sánchez lo conoció en ese mismo momento, dado que en las últimas semanas Barnier había negociado con los británicos en "modo túnel", limitando la información incluso a los Estados miembros, para evitar que las filtraciones hicieran imposible cualquier acuerdo.
Al escanear el texto, que tiene en total 585 páginas incluyendo protocolos y anexos, la Abogacía del Estado detectó que el artículo 184 plantea problemas para la posición española. Más por lo que omite que por lo que dice. No habla de Gibraltar. No especifica que cualquier acuerdo futuro entre la UE y Reino Unido no se aplicará al Peñón a menos que España haya dado previamente su consentimiento. Esta es la posición que tanto el Gobierno de Sánchez como el de Rajoy han venido defendiendo desde el principio de las negociaciones del brexit.
No se respetan las líneas rojas de España
Un poder de veto para España que la UE ya ha reconocido varias veces, la primera en las líneas rojas de negociación para Barnier que se aprobaron en abril de 2017. Pero eso no se recoge en el artículo 184. Es más, el artículo 3 del Tratado de Retirada incluye a Gibraltar en su ámbito de aplicación (porque cubre la transición del brexit, sobre la que sí hay acuerdo entre Madrid y Londres), por lo que podría interpretarse que el Peñón se beneficiará automáticamente de las relaciones futuras con la UE, sin necesitar el permiso de España.
El presidente del Gobierno exige que se aclare cualquier posible ambigüedad, tanto en el texto del artículo 184, que tiene valor jurídico, como en la declaración sobre las relaciones futuras entre la UE y Reino Unido que se aprobará en la cumbre del domingo. De lo contrario, "un Gobierno proeuropeo como es el de España votará si no hay cambios no (al acuerdo del) brexit", ha dicho Sánchez este martes en un foro en Madrid organizado por The Economist.
"Es fundamental desde el punto de vista de la identidad, de la esencia del país. Gibraltar está representado por el Reino Unido pero no pertenece a Reino Unido. Por lo tanto, nosotros como país no podemos asumir que lo que vaya a pasar con Gibraltar en el futuro dependa de una negociación de Reino Unido con la UE. Tendrá que ser algo que definamos, que negociemos y que acordemos el Reino Unido y España", alega el presidente del Gobierno.
Aunque tanto Sánchez como el ministro de Exteriores, Josep Borrell, han eludido criticarle abiertamente, el Gobierno español está muy molesto con el negociador de la UE. Se considera traicionado. En el ministerio de Exteriores sostienen que el artículo 184 responde a una iniciativa británica para cuestionar por la puerta de atrás el veto de España sobre Gibraltar. Y se quejan de que Barnier no les informara antes de dar por cerrado el acuerdo con Londres. El primero en enterarse, protestan, fue el ministro principal de Gibraltar, Fabián Picardo, porque se lo contó la propia May.
Borrell trasladó por primera vez su malestar durante la reunión de ministros de Exteriores de los 27 celebrada el pasado lunes. Sin embargo, en la rueda de prensa final Barnier contó que todos los Estados miembros avalaban el Tratado de Retirada y no mencionó las objeciones de España. Este martes, el propio Sánchez ha hablado por teléfono con el presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, y con el del Consejo Europeo, Donald Tusk, en busca de soluciones.
Las instituciones de la UE evitan comprometerse
¿Se puede todavía reabrir el Tratado de Retirada en la semana decisiva del brexit para acomodar las exigencias de Sánchez? Las instituciones de la UE evitan comprometerse. "Somos conscientes de las preocupaciones de España. La posición de la UE sobre Gibraltar está clara y quedó reflejada en las directrices de negociación del 29 de abril de 2017: una vez que Reino Unido deje la UE, ningún acuerdo entre Reino Unido y la UE se aplicará a Gibraltar sin un pacto previo entre España y Reino Unido", se ha limitado a señalar este martes el portavoz de la Comisión, Margaritis Schinas, al ser preguntado por El ESPAÑOL.
En Bruselas sugieren que todavía es posible incluir una referencia a Gibraltar en la declaración política sobre las relaciones futuras. De hecho, May viaja este miércoles a la capital comunitaria para reunirse con Juncker y cerrar los últimos flecos de este texto. Mucho más complicado sería cambiar el Acuerdo de Retirada, puesto que ya ha sido aprobado in extremis por el gabinete británico. La primera ministra no puede permitirse abrir nuevos frentes que le hagan perder el apoyo de más ministros.
Sin embargo, el Gobierno español ha dejado claro a sus socios europeos que lo que quiere es cambiar el artículo 184, añadiendo la referencia a Gibraltar. Una mención al Peñón únicamente en la declaración política no sería suficiente para Sánchez. España pide algo razonable y hay opciones de conseguirlo, sostienen en Moncloa. Sí podrían aceptarse soluciones intermedias, como un nuevo anexo al Tratado de Retirada.
¿Llegará Sánchez hasta el final con su amenaza de veto? En teoría, el Tratado de Retirada necesita para salir adelante una supermayoría de 20 de los 27 Estados miembros. Es decir, el presidente del Gobienro no tendría en solitario capacidad de bloquear. En la práctica, el aval político al acuerdo del brexit del próximo domingo debe aprobarse por unanimidad. Y políticamente nadie se imagina que salga adelante con el voto en contra de un gran Estado miembro como España.