"Hago dieta, como pescado, ando y uso una bicicleta eléctrica". Ese es el pequeño granito de arena que según su propia confesión aporta en su vida diaria el comisario de Energía, Miguel Arias Cañete, a la lucha contra el cambio climático. Un cambio climático cuyo impacto ya empieza a sentirse en Europa: ha habido olas de calor extremas en cuatro de los últimos cinco años y son cada vez más recurrentes los fenómenos meteorológicos extremos, como la tormenta Leslie, que causó graves daños en Portugal y España en octubre. Los costes económicos de este tipo de desastres ascendieron el año pasado a 283.000 millones en todo el mundo, según los datos de Bruselas.
El problema es que el esfuerzo de reducción de gases de efecto invernadero que está llevando a cabo la UE es insuficiente para alcanzar los objetivos del acuerdo de París: limitar el aumento de temperaturas a entre 1,5 y 2 grados. Las políticas vigentes generarán únicamente un recorte del 60% en las emisiones de aquí a 2050. "Sólo hay una certidumbre: el statu quo no es una opción. No podemos permitirnos el precio de la inacción", ha proclamado Cañete.
La alternativa que plantea Bruselas es poner en marcha desde ahora una estrategia a largo plazo cuyo objetivo es reducir a cero las emisiones de efecto invernadero de aquí a 2050. Se trata de que "Europa se convierta en la primera gran economía del mundo climáticamente neutra para 2050".
Una meta que ya es posible con las tecnologías actuales y que redundará en un aumento de la inversión en energías limpias y en la creación de nuevos puestos de trabajo, según el comisario español. Los esfuerzos deben concentrarse en siete ámbitos: eficiencia energética, despliegue de renovables, transporte, industria, interconexiones, sumideros naturales de carbono y captura y almacenamiento de CO2.
Promover los servicios de alquiler de coches por horas
Es en el sector de los transportes donde aparecen algunas de las ideas más curiosas que plantea la Comisión. Para el Ejecutivo comunitario, no hay una solución única que permita alcanzar una movilidad libre de emisiones, sino que hay que combinar un paquete de medidas: promover los coches eléctricos y de bajas emisiones, apostar por combustibles menos contaminantes y mejorar la eficiencia del sistema de transporte aprovechando las tecnologías digitales.
En las ciudades, Bruselas prevé la creación de más zonas peatonales y carriles bici que sean seguros; sistemas de transporte público limpios; "la introducción de nuevas tecnologías de entrega como los drones"; o la generalización de servicios de alquiler de bicicletas o coches por horas. Un conjunto de iniciativas que contribuirán además a reducir la contaminación, el ruido y los accidentes y supondrán una importante mejora de la calidad de vida urbana.
Para el transporte a distancias cortas o medias dentro de la UE, el Ejecutivo comunitario apuesta por el autocar y el tren de alta velocidad. En cuanto a los viajes de larga distancia, "los avances en las tecnologías digitales y las videoconferencias pueden significar que, para algunos propósitos como los viajes de negocios, las preferencias cambiarán y la demanda de viajar podría reducirse en comparación con lo que se espera ahora".
Bruselas cuestiona la prohibición de coches de combustión
¿Es aconsejable prohibir la venta de coches diésel, gasolina e híbridos como se plantea el Gobierno de Pedro Sánchez? Cañete ha recordado que España no es el único Estado miembro que se plantea una iniciativa de este tipo: Dinamarca, Irlanda y Holanda han anunciado que lo harán en 2030; mientras que Francia y Reino Unido, como España, se han marcado como plazo 2040.
A la Comisión Europea este tipo de prohibiciones no le parecen la mejor solución, puesto que benefician a unas tecnologías sobre otras. Para Bruselas, la mejor alternativa es establecer estándares de reducción de emisiones de CO2 que se aplican en todo el territorio comunitario y a todos los fabricantes por igual. Ninguno de los países que quieren prohibir los vehículos de combustión interna lo han plasmado de momento en sus legislaciones nacionales. Cuando lo hagan, el Ejecutivo comunitario las examinará para ver si se ajustan a las normas comunitarias en materia de mercado interior.
La transición a una economía climáticamente neutra de aquí a 2050 no saldrá gratis. Se necesitará una inversión adicional de entre 175.000 y 290.000 millones de euros al año, según los cálculos de Bruselas. Al mismo tiempo, permitirá recortar en un 70% la factura que debe pagar la UE por sus importaciones de energía.
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