A menos de 24 horas para la votación definitiva, Theresa May vuelve a intentar a la desesperada arrancar el apoyo de los diputados para que el Parlamento británico dé el visto bueno final al 'brexit'. La votación fue retrasada el pasado mes de diciembre, ante la seguridad de una derrota humillante para la primera ministra británica. Todo indica que en esta ocasión no será distinto.
"Pido a todos los miembros de la cámara que sea lo que sea lo que pensaran antes, echen un segundo vistazo a este acuerdo en las próximas horas. No es perfecto, pero es un compromiso", ha suplicado May durante un discurso en Westminster. La premier británica se refería así a la carta con la que la UE ha querido ayudarla este lunes.
En la misiva suscrita por Jean Claude Juncker y Donald Tusk se ofrecen garantías extra sobre la solución (salvaguarda o backstop) para evitar una frontera física entre Irlanda e Irlanda del Norte.
La UE "no desea" que las salvaguardas para Irlanda del Norte "entre en vigor", expresa el texto, que también reconoce que si no hay otro remedio que activarlas, se aplicarían "sólo de forma temporal". La carta no cambia ni una coma del acuerdo firmado por Reino Unido y la UE para ordenar el divorcio, que se consumará el 29 de marzo si no hay (más) giros inesperados de última hora.
Pero ni estas "nuevas garantías" de Bruselas ni las explicaciones de la líder conservadora han convencido a la mayor parte de los diputados (incluidos los de su partido). El líder laborista, Jeremy Corbyn, ha cargado contra May: "Su Gobierno está en desacato. Es momento para unas nuevas elecciones generales ya y para un nuevo Ejecutivo".
Corbyn ha pronosticado una "humillante derrota" de la que sólo May "tendrá la culpa" y ha rechazado la estrategia del miedo al brexit caótico en la que Downing Street se ha empleado a fondo estas últimas semanas para intentar salvar el acuerdo. El jefe de la oposición también ha despreciado la nueva carta de Juncker y Tusk, asegurando que sólo se trata de un conjunto de "palabras de consuelo".