De cara a la opinión pública británica, Theresa May finge que está dando la batalla en Bruselas para mejorar el acuerdo del brexit que ella misma firmó con la UE en noviembre y lograr así que sea ratificado por la Cámara de los Comunes. Sostiene que hace todo lo posible para extraer a la UE nuevas concesiones jurídicamente vinculantes que flexibilicen la salvaguarda irlandesa, cuya supresión total exigen los euroescépticos radicales de su partido para apoyar el pacto de divorcio. Escenifica multitud de reuniones y contactos de su Gobierno y ella misma con sus socios de la UE, que presenta cada vez como puntos de inflexión decisivos.
En la realidad, no ha habido nuevas negociaciones sustantivas entre Bruselas y Londres desde que Westminster tumbó el acuerdo del brexit en enero. Los líderes europeos han dado un portazo contundente a las pretensiones de la primera ministra británica de renegociar el acuerdo del brexit. La salvaguarda para evitar una frontera dura entre Irlanda e Irlanda del Norte es una línea roja para la UE y no va a modificarse, le han dicho a May una y otra vez. Sólo están dispuestos a considerar cambios menores en la declaración política sobre las relaciones futuras entre británicos y europeos, que no tiene valor jurídico. Una solución que creen que de todas formas no convencerá al Parlamento británico.
¿A que obedecen entonces estas supuestas negociaciones que está escenificando May? La impresión generalizada en Bruselas es que se trata de una cortina de humo para dejar pasar el tiempo hasta que se acerque el 29 de marzo, la fecha del brexit. Asomados al abismo de una salida caótica que podría costar a Reino Unido hasta ocho puntos de su PIB y provocar desabastecimiento de alimentos y fármacos y perturbaciones en el tráfico aéreo, los diputados británicos se lo pensarán dos veces y aprobarán en el último minuto el acuerdo de divorcio. Es la estrategia clásica del miedo.
¿Dará esta vez resultado? Inasequible al desaliento, la primera ministra británica ha viajado de nuevo este miércoles a Bruselas para reunirse con el presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, una etapa más de estas negociaciones fake que de nuevo se ha saldado sin ningún avance concreto. El único acuerdo tangible ha sido volver a reunirse antes de que acabe el mes.
"Los dos líderes están de acuerdo en que las conversaciones han sido constructivas y han instado a sus respectivos equipos a que continúen explorando las posibles opciones en un espíritu positivo. Volverán a revisar los progresos en los próximos días", reza el comunicado conjunto hecho público al término de la reunión, que ha durado alrededor de hora y media. Un comunicado que se limita a repetir las posiciones aparentemente irreconciliables de las dos partes.
El tiempo se acaba
"Me he cortado esta mañana al afeitarme. Os lo digo para que no penséis después que ha sido la señora May la que me ha provocado esta herida", ha bromeado Juncker en los minutos previos a la reunión señalado la enorme tirita que lucía en su mejilla. El propio presidente de la Comisión ha desinflado además las expectativas sobre el encuentro al asegurar a la prensa incluso antes de que se celebrara que no esperaba avances decisivos. "Con el brexit es como estar ante los tribunales o en alta mar: estamos en manos de Dios", ha dicho Juncker al periódico alemán Stuttgarter Zeitung.
El Gobierno británico pide a Bruselas garantías jurídicamente vinculantes de que la salvaguarda irlandesa no atrapará indefinidamente a Reino Unido en una unión aduanera con la UE, que es anatema para los tories euroescépticos. Por ejemplo un límite temporal o una cláusula que permita a Londres salirse unilateralmente. Propuestas todas ellas que los Veintisiete han rechazado reiteradamente al considerar que vaciarían de contenido la salvaguarda por la puerta de atrás.
"Necesitamos urgentemente propuestas realistas por parte de los británicos. No tiene sentido pedir cambios abstractos o peticiones inaceptables. No puede haber limitación temporal para la salvaguarda ni una expiración automática. Estamos dispuestos al diálogo, queremos ver una solución razonable, queremos evitar un brexit duro que sería la peor solución para las dos partes. No obstante, no veo la voluntad necesaria por parte británica y eso no pone las cosas fáciles. El tiempo se está acabando", se quejaba este martes el secretario de Estado alemán para la UE, Michael Roth.
La UE no se fía de May
Los líderes europeos además ya no se fían de May tras la derrota histórica que sufrió en Westminster. "Si hubiera tenido más habilidad en la negociación, tendría más influencia en este momento. Pero su problema es que nadie cree ahora que lo que ella negocia al teléfono o en una reunión bilateral vaya a ratificarse y nadie está empujando mucho por lograr un acuerdo personal con May", explica un alto diplomático comunitario. "O parte de los laboristas apoyan al Gobierno o no se podrá ratificar el Acuerdo de Retirada", añade.
Un escenario de acuerdo entre Gobierno y oposición que de momento no se vislumbra, a menos que se acelere la implosión a cámara lenta del sistema de partidos británico. El líder de los laboristas, Jeremy Corbyn, se reúne este jueves con el negociador europeo, Michel Barnier. Pero en Bruselas creen que el brexit llegará sin solución a la próxima cumbre de jefes de Estado y de Gobierno que se celebra el 21 y 22 de marzo, apenas una semana antes de que se materialice el adiós de Reino Unido.
¿Podría una extensión de las negociaciones más allá del 29 de marzo ser la solución al actual bloqueo? Los Veintisiete sólo están dispuestos a considerar una ampliación técnica de tres meses, hasta el 2 de julio, fecha en que se constituirá la nueva Eurocámara salida de las elecciones de mayo. Y siempre que Londres presente un plan claro para ratificar el acuerdo de divorcio. Ya no está encima de la mesa una prórroga indefinida, por ejemplo para que se organice un segundo referéndum sobre el brexit: los líderes europeos creen que sólo serviría para prolongar la "agonía" y la "incertidumbre". Además, Reino Unido tendría que participar en los comicios europeos.
A falta de salidas claras al actual impás, Bruselas y los Estados miembros aceleran los preparativos para un brexit caótico sin acuerdo. La Comisión ha presentado 19 propuestas legislativas con planes de contingencia, de las cuales 7 ya han sido aprobadas. Entre ellas, la norma que da a Iberia seis meses extra para reestructurar su accionariado. Otras 12 todavía están en tramitación: el reglamento para eximir de visado a los británicos que quieran viajar a la UE se encuentra bloqueado porque la Eurocámara no quiere denominar a Gibraltar "colonia de la Corona británica".