Cuando apenas quedan tres días para el inicio de las votaciones decisivas sobre el brexit en el Parlamento británico, la Unión Europea y el Gobierno de Theresa May están al borde de la ruptura. Bruselas y Londres se han embarcado este viernes en un cruce de reproches por el bloqueo de las negociaciones sobre las garantías extra que pide May para tratar de convencer a la Cámara de los Comunes de que respalde el acuerdo de divorcio antes de la fecha límite del 29 de marzo.
Todas las previsiones apuntan a que Westminster volverá a tumbar por amplia mayoría el Acuerdo de Retirada que May ha firmado con sus socios europeos, cuando se vote por segunda vez el próximo martes 12 de marzo. Y la primera ministra británica ha iniciado las maniobras para culpar a Bruselas de este nuevo fracaso por negarse a hacer más concesiones sobre el protocolo para evitar una frontera entre Irlanda e Irlanda del Norte. Este es el capítulo del pacto de divorcio que más odian los euroescépticos radicales de su propio partido, ya que temen que atrape a Reino Unido en una unión aduanera permanente con la UE.
"Así como los diputados afrontarán una votación muy importante la semana que viene, la UE también tiene que tomar una decisión", ha dicho este viernes la primera ministra británica en lo que en Bruselas se ha interpretado como un ultimátum. "Las decisiones que la UE adopte en los próximos días tendrán un gran impacto en el resultado de la votación. Los líderes europeos me dicen que les preocupa que el tiempo se acaba y sólo tenemos una oportunidad de hacerlo bien. Mi mensaje para ellos es: ahora es el momento de actuar. Se necesita un último empujón para afrontar las preocupaciones finales de nuestro Parlamento", sostiene Theresa May.
Juego de culpas
El discurso de May ha caído como una bomba entre los socios europeos. El primer ministro holandés, Mark Rutte, aliado incansable de Londres, se ha declarado confuso con este llamamiento a un "último empujón". "La fecha del brexit sigue acercándose y la pelota continúa rodando hacia los acantilados de Dover", ha avisado. "Nos mantenemos unidos. No nos interesa el juego de culpas, nos interesan los resultados. Seguimos trabajando", ha dicho por su parte el negociador de la UE, Michel Barnier, al término de una reunión de emergencia con los embajadores de los 27.
Barnier no está dispuesto a que la primera ministra británica le cargue con la responsabilidad del fracaso y ha decidido pasar al contraataque: en un hilo de tuits, ha desvelado la última oferta de la UE a May, que el Gobierno británico sigue considerando insuficiente. En particular, Bruselas está dispuesta a convertir en jurídicamente vinculante el compromiso de hacer todos los esfuerzos posibles para cerrar cuanto antes un acuerdo comercial con Londres que haga innecesaria la salvaguarda irlandesa.
Además, la UE asegura que permitirá que Reino Unido abandone la unión aduanera unilateralmente. "No les vamos a obligar a quedarse contra su voluntad", ha escrito Barnier. Eso sí, en este caso Irlanda del Norte mantendría un estatus especial en la UE para evitar una frontera. Una solución que May ya ha rechazado en el pasado porque considera que pone en riesgo la integridad territorial de Reino Unido.
La batalla diplomática a través de Twitter ha proseguido con una respuesta casi inmediata a Barnier de su homólogo británico, Steve Barclay. "Con un plazo que está a punto de vencer, ahora no es el momento de repetir argumentos viejos. Reino Unido ha presentado nuevas propuestas claras. Ahora debemos acordar una solución equilibrada que pueda funcionar para las dos partes", ha escrito Barclay.
El brexit, en el aire
En las últimas semanas, el fiscal general británico, Geoffrey Cox, ha asumido las riendas de las negociaciones con la UE, ya que él es el responsable de elaborar el dictamen sobre si Reino Unido quedará o no atrapado de forma permanente en la unión aduanera. Cox ha llevado de nuevo a Bruselas ideas que ya habían sido rechazadas mil veces por los líderes europeos, como poner un límite temporal o una cláusula de salida unilateral a la salvaguarda irlandesa. Su última propuesta también tumbada por Barnier era un sistema de arbitraje al servicio de Londres.
El punto de ebullición se alcanzó en una reunión entre Cox y Barnier el pasado martes por la tarde. Al término del encuentro, ninguna de las partes quiso hacer ningún comentario. Al día siguiente, el portavoz de la Comisión, Margaritis Schinas, tachó la discusión de "difícil", que en términos diplomáticos quiere decir poco menos que a punto estuvieron de llegar a las manos. Una nueva reunión prevista para este viernes se ha cancelado y también está en duda que May venga a Bruselas el lunes, horas antes de la votación, para cerrar el trato. Las negociaciones técnicas proseguirán durante el fin de semana.
Si el Parlamento británico tumba de nuevo el Acuerdo de Retirada el próximo martes, al día siguiente se someterá a voto la posibilidad de un brexit caótico sin acuerdo el 29 de marzo. Si Westminster también lo rechaza, como parece probable, el jueves se votará si Reino Unido debe pedir a sus socios un aplazamiento del brexit. Una posibilidad que los líderes de la UE ven con preocupación a menos que vaya acompañada de un plan claro que de momento no se vislumbra en Londres. Lo contrario sería prolongar la "agonía" de unas negociaciones sin rumbo.
En su discurso de este viernes, May ha vuelto a pedir a los diputados británicos que aprueben su acuerdo de brexit. Si lo rechazan de nuevo, el resultado sería más incertidumbre económica y la posibilidad de un brexit descafeinado o incluso revocado, ha avisado a los más euroescépticos. "Si seguimos por ese camino, puede que nunca dejemos la Unión Europea".