Bruselas

Durante unas horas de la madrugada, los dirigentes de la UE soñaron que el apaño de mínimos escenificado por Theresa May y Jean-Claude Juncker la medianoche del martes iba a funcionar. Que quizá este último esfuerzo en tiempo de descuento podía servir para convencer al Parlamento británico de ratificar el Acuerdo de Retirada que la propia May firmó con sus socios europeos en el ya lejano noviembre de 2018. Las esperanzas se esfumaban a primera hora del miércoles con la publicación del dictamen del fiscal general británico, Geoffrey Cox: el riesgo de que Reino Unido quede atrapado indefinidamente en una unión aduanera con la UE persiste. 

Cox se ha cargado así de un plumazo las garantías adicionales sobre la salvaguarda para evitar una frontera física entre Irlanda e Irlanda del Norte que él mismo había contribuido a negociar con la UE. Su papel en la recta final de las conversaciones ha causado indignación general en Bruselas: una mezcla entre político y jurista, pirómano y bombero. El dictamen negativo ha provocado un efecto dominó que se ha traducido en otra derrota histórica de May en la Cámara de los Comunes: el acuerdo del brexit ha sido rechazado por segunda vez por amplio margen. La diferencia es de 149 votos, inferior al récord de 230 votos que se registró en la primera votación de enero.

"Lamentamos el resultado de la votación y nos decepciona que el Gobierno de Reino Unido haya sido incapaz de garantizar una mayoría para el Acuerdo de Retirada que las dos partes acordamos en noviembre", ha declarado un portavoz del presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, nada más conocerse las cifras. 

Aumenta el riesgo de un brexit caótico

"Por parte de la UE, hemos hecho todo lo posible para alcanzar un acuerdo. Teniendo en cuenta las garantías adicionales que ha dado la UE en diciembre, enero y ayer, es difícil saber qué más podemos hacer. Si hay una solución al actual bloqueo, sólo puede encontrarse en Londres", sostiene Tusk. Los Veintisiete continúan respaldando el acuerdo de divorcio que ha tumbado Westminster, incluyendo la salvaguarda irlandesa, porque asegura que no se erigirá una frontera en la isla de Irlanda y preserva la integridad del mercado único.

Para el presidente del Consejo Europeo, el resultado de la votación "incrementa significativamente la probabilidad de un brexit sin acuerdo". Por eso, los Veintisiete acelerarán los planes de contingencia para estar preparados para este escenario, ha asegurado. 

También el negociador de la UE para el brexit, Michel Barnier, cree que una salida caótica de Reino Unido el 29 de marzo, con problemas de desabastecimiento y perturbaciones en el transporte, es ahora la hipótesis más probable. "La UE ha hecho todo lo que podía para ayudar a ratificar el Acuerdo de Retirada. El impás sólo puede resolverse en Reino Unido. Nuestros preparativos para un no acuerdo son ahora más importantes que nunca", ha escrito en su cuenta de Twitter.

La prórroga, en duda 

¿Y ahora qué? Hasta hace bien poco se daba por sentado que habría una prórroga. La primera ministra británica, obligada por Westminster, pedirá en los próximos días retrasar la fecha del brexit más allá del 29 de marzo. El escenario central era que los líderes europeos le concederían sin problemas, con la mejor voluntad, de forma poco menos que automática, esta extensión del plazo. Eso sí, muy corta, apenas unos meses. Como muy tarde hasta el 2 de julio, fecha en que se constituirá la próxima Eurocámara. 

El Parlamento británico rechaza el acuerdo de May y asume el control del Brexit Atlas

Pero los ánimos en Bruselas están tan caldeados que ni siquiera esta miniprórroga es ya segura. "Si todo el mundo fuera racional, la extensión sería la vía, pero todo esto es un disparate. La gente está harta de estos juegos anglobritánicos", explica un diplomático europeo. El brexit se ha convertido en "un psicodrama televisivo" que se desarrolla ante los ojos incrédulos de toda la opinión pública europea, agrega.

El caos de la política británica ha agotado por completo la paciencia de los socios europeos, que lo viven como si fuera el día de la marmota. El brexit volverá a ser el primer punto en la agenda de la cumbre de primavera de la UE que empieza el próximo jueves 21 de marzo. Allí, los jefes de Estado y de Gobierno debatirán qué hacer para salir del bloqueo.

A día de hoy, si Londres pide esta prórroga de dos o tres meses, la mayoría de los socios de la UE se inclinan por contestar que no. "¿Por qué vamos a prolongar un mes más cuando la otra parte no nos está diciendo para qué? Es absurdo. Es un infantilismo total. Tendría que haber una petición concreta para algo. Esa es la única forma de llegar a un acuerdo. El ambiente es que no tiene mucho sentido dar una ampliación", señalan las fuentes consultadas.

El propio Tusk avisa de que si la primera ministra británica solicita una ampliación, deberá presentarse en Bruselas con "una justificación creíble". "La UE lo considerará y decidirá por unanimidad. El funcionamiento fluido de las instituciones de la UE debe garantizarse", resalta el presidente del Consejo Europeo, que quiere evitar a toda cosata que la prórroga interfiera en las elecciones a la Eurocámara.

Todas las cosas que podían ir mal, están saliendo mal

¿No le preocupa a la UE que Reino Unido le culpe entonces de un brexit caótico? "Lo que no vamos a hacer es darles más tiempo para renegociar este acuerdo, para enredar, para pedir más cambios en la salvaguarda irlandesa", insisten en Bruselas. Si realmente lo quiere, Londres siempre tiene la posibilidad de retirar la notificación del artículo 50, que desencadenó las negociaciones de salida, y revocar unilateralmente el brexit, por ejemplo para convocar un segundo referéndum, tal y como ha dicho el Tribunal de Justicia de Luxemburgo. Los líderes europeos no quieren que el Gobierno británico les traslade a ellos su propia responsabilidad.

El único escenario en el que la UE estaría dispuesta a flexibilizar su posición es el de un terremoto político en Reino Unido. Por ejemplo, si en los próximos días cae el Gobierno de Theresa May y se convocan elecciones. "Ahí sí que tendríamos un problema porque nos quedamos sin interlocutor", señalan las fuentes consultadas. En ese caso, los Veintisiete sí estarían dispuestos a ofrecer a Londres una prórroga larga. La nueva dificultad que se plantearía es que el Gobierno británico debería entonces celebrar elecciones al Parlamento Europeo.

"Estamos cerquísima de un no acuerdo. Todas las cosas que podían salir mal están saliendo mal", admiten las fuentes consultadas. No obstante, en Bruselas todavía confían que en Reino Unido encontrarán alguna solución para aprobar el acuerdo de divorcio en el último minuto, quizá el mismo 29 de marzo de 2019. La hipótesis de una salida caótica es tan irracional y provocará tanto daño económico a la UE y Londres que aún creen en una escapatoria. Quedan 16 días.