Este próximo domingo 31 de marzo iba a ser el último cambio a la hora de verano. Al menos eso es lo que anunció a bombo y platillo el presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, cuando presentó su propuesta original en septiembre. La última vez que se adelantaba el reloj: a las 2:00 de la madrugada serán las 3:00. Los Estados miembros que decidieran quedarse para siempre en el horario de verano ya no tendrían que ajustar nunca más sus relojes. Los que optaran por un horario eterno de invierno deberían hacer un último cambio el domingo 27 de octubre.
Pero los planes de Bruselas -que quería utilizar la abolición inmediata del cambio de hora como medida estrella para atraer votantes a las elecciones europeas de mayo- se han topado con las dudas de Gobiernos y Eurocámara. De hecho, el pleno del Parlamento Europeo ha aprobado este martes (por 410 votos a favor, 192 en contra y 51 abstenciones) retrasar el fin del cambio de hora estacional al menos hasta 2021.
Los eurodiputados quieren dar más tiempo a los Estados miembros para hacer análisis de impacto, escoger si se quedan de forma permanente en el horario de invierno o el de verano (la elección del huso horario es competencia nacional) y coordinarse con sus vecinos. Se quejan queja de que Juncker, ha planteado esta iniciativa de forma precipitada y sin evaluar detalladamente sus consecuencias.
Eso sí, el Parlamento Europeo es partidario de acabar definitivamente con el cambio de hora dentro de dos años. Considera que este ritual ya no está justificado por su objetivo original de ahorrar energía y provoca un impacto negativo en la salud más grave de lo que se pensaba hasta ahora.
"Queremos acabar sin prisa pero sin pausa con estos cambios de hora estacionales. Sin prisa porque hemos acordado dar dos años más para permitir a los Estados de la Unión decidir si optan por el horario de verano o invierno de manera ordenada y transparente. Sin prisa porque hemos diseñado mecanismos de coordinación para garantizar que las decisiones no generen peligrosas distorsiones en el mercado interior. Sin pausa porque muchos estamos de acuerdo en que los cambios bianuales deben terminar", ha dicho durante el debate la eurodiputada del PNV, Izaskun Bilbao.
Los Gobiernos no se ponen de acuerdo
En cambio, el debate sobre la propuesta se ha atascado totalmente en las reuniones de ministros de Transportes de los 28, que ni siquiera han conseguido todavía pactar una posición común para negociar con la Eurocámara. Incluso los países más entusiastas de abolir el cambio de hora (Alemania, Lituania, Finlandia, Estonia, Letonia y Croacia) piden más tiempo para decidir sobre el huso horario y coordinarse con sus vecinos.
Otro grupo de países aún no tiene una posición oficial y sí muchas dudas: Irlanda, Holanda, República Checa, Eslovaquia, Suecia o Francia y también España. El grupo de expertos creado por el Gobierno de Pedro Sánchez no ha sido capaz de llegar a ninguna conclusión y recomienda mantener el statu quo.
Finalmente, Portugal, Grecia o Reino Unido se oponen a abolir el cambio de hora. Portugal ya ha suspendido el cambio de hora dos veces: en los años 20, cuando se quedó de forma permanente en el horario de verano; y entre 1967 y 1975, cuando optó por el horario de verano. "En ambos casos se abandonó por la incomodidad que provocaba entre la población", dijo el ministro portugués durante un debate en diciembre. "El actual sistema ha funcionado y es el más apropiado para nuestro país", aseguró.
"El cambio horario tiene consecuencias sobre el día a día de la gente, tiene implicaciones económicas, energéticas, de seguridad, de conciliación, que van a afectar a la calidad de vida de los ciudadanos. Por ello no se puede tomar a la ligera. La propuesta de la Comisión carece de una evaluación exhaustiva. No se pueden tomar decisiones de forma precipitada, decisiones que pueden acabar generando fronteras horarias donde no existen", ha criticado el eurodiputado del PSOE, José Blanco.
De hecho, el principal miedo de los Estados miembros es que la iniciativa de abolir el cambio de hora acabe degenerando en un mosaico de husos horarios diferentes e incompatibles en países vecinos. El resultado es que la decisión final sobre la abolición (o no) del cambio de hora se retrasa a la próxima legislatura.
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